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Corrió sin parar con todas sus fueras, sus lágrimas caían por sus mejillas hasta tocar el suelo, poseía una sonrisa en su rostro y vio de reojo la entrada de Konoha.

Bajo la velocidad de su pasos para recuperar el aliento, miro quien sería su compañero se viaje seguir caminando en la oscuridad.
Decidió ignorarlo y seguir caminando, levantó la cabeza viendo las estrellas, cuando dormía en la casa de Konohamaru solían verlas un rato antes de dormir.

Extrañaba eso.

–Camina más rápido, niña.

Un hombre paso por su lado con rapidez, frunció el ceño y vio a las demás personas de la Aldea.

Sonrío y paso corriendo por su lado gritándole lo mismo.

Todo la decisión correcta. Mostró una gran sonrisa mientras recorría toda la Aldea. Si decidía irse extrañaría todo esto, incluso al hombre grosero.

–¿Miso?.– ella se detuvo y encontró al Sarutobi.

–Hola, Konohamaru.

–¿Que haces aquí por la noche?. Tu casa está lejos.

–¿Sabes donde vivo?.

Este se sonrojo y empezó a negar de inmediato.

–Espera, ¿y ese bolso?.

–Ah. Yo... ¡Iba a tu casa!.

–¿Mi casa?.

–Si. ¿No te acuerdas que hoy hacíamos una piyamada?. Te lo dije hace días.– ella lo regaño.

–No me acuerdo de eso. Entonces vamos.

Miso suspiro al salvarse de la situación, ambos se dirigieron a la casa del Sarutobi.
Su cara era muy grande, eran como tres casas juntas llena de habitaciones y largos pasillos.

–¿Quieres dormir en el jardín y ver las estrellas?.

–Me parece bien.

–Bien. Iré por mis cosas, ya vuelvo.

–Esta bien.

Dejo caer su bolso al suelo y quito sus sandalias, abrió la puerta que daba al jardín y al hacerlo encontró cuatro siluetas.

Se paralizó al verlos de nuevo. Corrió directo a sus cosas, pero una telaraña atrapó su cuerpo haciéndola caer al suelo.

–¡Ya tienen al Uchiha, ¿que quieren de mi?!.

–Órdenes de tu amigo. Quiere que vengas, por las buenas o por las malas.

–¿Por qué?. No le agrado y el sentimiento es mutuo.– empezó a forcejear con la seda.

–Tenemos ordenes de no decir el por qué. Hora de irnos.

Jirobo la alzó como un costal sobre su hombro, ella seguía forcejeando, levantó la cabeza al ver a Konohamaru, ella negó al saber sus intensiones, pero fue ignorada.

Lanzó su almohada a la espalda de Jirobo, los cuatro se detuvieron y vieron al menor.

–Oh, miren a quien tenemos aquí. Un intento de héroe.

–¡No lo toquen!. ¡Ya me tienen, pueden llevarme!.

–No.– Kidomaru sonrío –Vamos a divertirnos.

–¡Konohamaru, corre!.

Él no lo pensó dos veces al ver a Kidomaru caminar hacia su dirección.
Debía pedir ayuda, el ninja más cercano, salió por la puerta y antes de poder gritar fue sujeto de su ropa y una mano tapo su boca.

–Si gritas, tu amiga morirá por tu culpa.

Fue lanzado dentro y choco contra el bolso de Miso, encontró mucha ropa, comida, armas ninja y su pergamino.

Mucho para una piyamada.

–¿Te digo algo?.– Kidomaru se arrodillo a su lado –Tu amiga iba a ser.

–¡No lo escuches, Konohamaru!.

–Solo mira su bolso. Mucha ropa para pasar una noche aquí, ¿no crees?.

Konohamaru vio a la castaña, esta negaba repetidas veces, miro su bolso lleno de cosas, ella jamás se iría sin decirle.

Eran amigos después de todo, ¿no?.

–Seguro ahora la odias, eran amigos, supongo. ¿Que clase de amiga se va sin avisar?. ¡Ah!.

Kidomaru fue golpeado por una roca en la cara por parte de Konohamaru.

–Maldito niño. Ya veras.

–¡Konohamaru!.

El menor recibió un golpe en su nariz que lo hizo sangrar.

–¡Konohamaru!.

La Uzumaki forcejeo con más fuerzas tratando de liberarse, Jirobo la dejo caer apropósito, ella se arrastro hasta su amigo.

–Konohamaru, ¿estas bien?. Konohamaru.

–Miso...

–Hora de irnos.– Kidomaru la levantó entre sus brazos –Dile adiós a tu amigo, para siempre.

–¿Que?.– ella frunció el ceño.

–Lo lamento, niña. Tu amigo no quiere testigos.

Al levantar la cabeza Sakon caminaba hacia su amigo, poseía una sonría que no le gustaba para nada.

–No.

–Así son las cosas, niña. Que te digo. Que sea rápido, Sakon.

–Cierra la boca.

El Sarutobi abrió sus ojos y encontró una silueta a su lado, incluso tenía dos cabezas, su cabeza le daba vueltas para prestarle atención a su alrededor.

–Dulces sueños, niño.

Espero que algo le pasara, pero en vez de aquello, un destello azul ganó su atención.
Salto sobre Sakon derribando su cuerpo contra el suelo, escuchaba un gran ajetreo y un gruñido grave a su lado.

Giro su cabeza encontrando un enorme gato azul, parecía que lo protegía, pero si era lo contrario no tenía fuerzas para escapar.

–Él no nos dijo nada de esto.

Lo último que Konohamaru vio fue ese enorme gato azul.

(...)

Abrió sus ojos y se sentó de golpe, miro su alrededor, estaba en su habitación, su cama y tapado con sus mantas.

Se levanto para buscar algo de comer, su estómago le pedía comida.
Detuvo sus pasos al ver su patio, pequeños cráteres estaban allí y la tierra removida.

–¿Que paso aquí?. ¿Una pelea o que?.

Camino por el jardín viendo la zona, hasta el árbol estaba partido en dos.

Suspiro y regreso adentro, pero el reflejo de la luz molesto sus ojos, busco entre los arbustos y encontró un pergamino.

–Esto es de... Miso.– de repente todo lo que pasó la noche anterior llegó a su cabeza –Ay, no.

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Hola! Que les pareció?

Ahora... que pasara? Donde está Miso? Que hará Konohamaru?

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Kore!

Uzumaki y SarutobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora