Subasta de una compañera

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Cuando Sorralmy me miró en aquel salón de clases, su ceño se frunció y podría decir que incluso parecía aterrada. De repente, pareció notar su propia expresión. Desvió la mirada rápidamente, en una ya innecesaria simulación de no haberme visto. Luego se estiró desde su de asiento y haló un mechón de cabello a otra chica. Aquella chica gritó, miró hacia atrás y le lanzó un manotazo amistoso. Así iniciaron una conversación supuestamente casual. Seguí mirándola totalmente extrañado. Era obvio que me había visto y reconocido, y también fue bastante obvio su intento por evitar que me acercara.

Otra chica entró al salón cargando una pequeña caja.

—Bueno, chicos, el profesor ya viene de camino. Me pidió repartir estos papelitos para asignar las parejas —anunció.

La chica pasó por las mesas de los estudiantes que seríamos tutores con pequeños papeles que tenían anotados el nombre, número de orden y sección de los estudiantes que necesitaban asistencia. Al pasar frente a mí, saqué un papel: Kevin Álvarez Reyes (#13, 4-B). Luego pasaron un listado en el cual anotamos nuestros nombres junto a la información del estudiante que nos había tocado.

Conocía ese nombre. Miré alrededor y lo ubiqué cerca de la puerta. Había un asiento vacío a su lado, así que me senté junto a él.

—¡Demonios, no puede ser! —dijo en voz alta Ronald, el mejor amigo de Darrel, desde el otro lado del salón, teniendo en la mano el papel que había sacado—. Darrel, me tocó tu zorra. ¿No la quieres de vuelta?

—Ya me divertí lo suficiente con esa —respondió el otro—. Pregúntales a los demás chicos, quizás haya alguien que todavía no la haya probado, aunque lo dudo mucho.

A algunos se les hizo simpática la conversación. Las miradas pasaron de estar sobre ellos a estar sobre Sorralmy, quien, al escucharlos, los miró y luego los ignoró por completo.

—¿Qué les pasa con ella? —pregunté indignado a mi compañero—. ¿Y cómo es que a ella parece no importarle?

—Ah, supongo que no te han contado sobre ella —respondió Kevin—. Era novia de Darrel hasta que él descubrió que le había sido infiel con uno de los chicos del equipo. Darrel se desquitó esparciendo rumores por toda la escuela de todas las cosas sucias que le hacía hacer en intimidad. Por eso todos empezaron a referirse a ella como «la zorra de Darrel».

» Hay rumores de que, cuando uno de los chicos del equipo de baloncesto o cualquiera bien parecido desea divertirse con alguien, acuden a ella y normalmente no se niega. Dicen que es la chica más fácil de toda la escuela.

No podía creer lo que escuchaba. Al ver a Sorralmy, por alguna razón no lograba ver a esa chica de la cual hablaban. En lugar de una chica fácil, me pareció más bien una chica totalmente herida. Tal vez había influido en mi forma de verla la situación que había vivido con Laura, mi vieja amiga que se embarazó, o quizás también aquel encuentro casual en las vacaciones, en el que ella se había mostrado como alguien tan amable y distinta a la chica apática que ahora veía en ese salón. Definitivamente, algo no me cuadraba.

—¿Alguien quiere cambiar de compañero? —preguntaba aquel tonto al que había dejado de prestarle atención por un momento—. ¿Qué tal tú Wilson? Quizás puedan hacer algo más que solo estudiar.

—¿Con tanta carne fresca en esta escuela? ¡Yo paso, bro! —respondió el chico.

—¿Qué hay de ti, Génesis? Entre zorras se entenderán. Tal vez se vuelvan mejores amigas.

—No gracias. Yo soy una zorra con algo más de clase —se burló la otra chica.

Aquella extraña subasta se había convertido en todo un acto de comedia, y yo parecía ser el único al que no le causaba gracia. Incluso mi compañero reía.

Lo que dicta el corazón 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora