Llegué temprano a la Escuela Central, en taxi, por supuesto. Los chicos estaban reunidos por escuelas. Encontré a los muchachos del instituto y estuve entre ellos, aunque no necesariamente con ellos. Seguía siendo nueva, a pesar de tener más de dos meses de haber iniciado las clases en esa escuela. Así era yo. Y sin haber un club de literatura me tardaría hasta la graduación para que alguien se enterara de que había estudiado en esa escuela.
Buscaba un lindo rincón para sacar un libro y leer, seguro que nos tardaríamos bastante en salir con tantas escuelas llegando. Y lo encontré: la esquina de uno de los edificios con un desnivel de concreto en el cual me podía sentar. Cerca había un árbol, y había poca gente alrededor. Allí me senté, abrí mi mochila y saqué mi lectura de ese momento: «Tú eres la única». Había leído el primer libro de la saga hacía un tiempo en una plataforma de internet y me animé a comprar la secuela tan pronto supe que existía en formato impreso. A penas leí media página cuando mi lectura fue interrumpida. Una sombra me cubrió, pero antes de que siquiera la notara, el rostro de un chico que se agachaba frente a mí me miró a los ojos por encima del libro.
—Hola. ¿Qué lees? —preguntó.
Mi alma salió de mi cuerpo y, cuando lo ocupó una vez más, reconocí a Cristofer frente a mí.
—Es... Es un libro —respondí. ¡Santo cielo, Sara! ¡No se refería a eso!
Él rio un poco y se alejó para mirar por sí mismo la portada.
—«Tú eres la única» —leyó—. ¿Es cristiano? —preguntó con extrañeza.
Asentí.
—¡Vaya! Nunca había escuchado de él —agregó—. He intentado buscar una novela cristiana, que no sea las que nos han asignado en la escuela, por cielo, mar y tierra, y ha sido misión imposible.
—Bueno, no son mayoría entre los libros, pero tengo una buena lista. Parece que no habías buscado lo suficiente —respondí.
—Pues deberías ayudarme. De hecho, me contaron de un libro cristiano que me gustaría leer. Parece súper emocionante, y creo que solo tú me lo puedes conseguir.
—¿Yo?... ¿Cómo se llama?
—Se llama... «Las herramientas de joven valiente» —dijo él.
Mis ojos se abrieron como puertas de catedral y toda la sangre del cuerpo se concentró en mis mejillas. Se refería a una de mis historias.
—¿Ese? ¿Quién te contó sobre él?
—Vi a Will leerlo en una de las prácticas de baloncesto, ¡y parecía estar viendo una película de ciencia ficción con los mejores efectos especiales de la historia! Cualquiera habría querido leerlo después de eso —respondió risueño.
No supe qué decir. Me sentía halagada, pero un poco avergonzada. Había publicado el libro en internet, ya mucha gente lo había leído, pero que Cristofer mostrara tanto interés por él me tomó desprevenida y me hizo temer que tuviera expectativas demasiado altas.
—Will es un dramático. No deberías fiarte de él —sugerí.
—Quizás —respondió—, pero me fío del amor por la escritura que se nota a leguas que tienes.
Estaba evitando a toda costa dejar escapar una risa con la que delatara los sentimientos que sus cumplidos estaban causando en mí, pero no lo logré. Solo me quedaba desviar la conversación para no hacerlo demasiado evidente, luego de agradecerle brevemente el cumplido.
—¿Dónde está tu mochila? —le pregunté al ver que no llevaba nada, solo por ser lo primero que se me ocurrió.
—Allá la dejé con los muchachos —respondió, siguiendo la corriente al cambio de tema repentino, pero dejando una sonrisa en su rostro como evidencia de que sí lo había notado.
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Lo que dicta el corazón 2
Teen FictionWilliam y Sara se ven forzados a cambiar de escuela. Cristofer, un joven cristiano entre sus nuevos compañeros, empieza a buscar ocasión para compartir con ellos. Es querido por todos y parece llevarse bien con Sara, pero por alguna razón que ni el...