—La pasta estuvo deliciosa, Álex —juzgó papá tras el último bocado—. Mabel no tendrá de qué quejarse.
—Debe agradecerte a ti —respondió él—. Tú me enseñaste la receta.
—Sí, la aprendiste bien —opinó papá—. Temo que te convertirá en su esclavo.
Alex rio.
—No puedo creer que ya falta tan poco tiempo para la boda —comentó—. Esta casa se sentirá inmensa sin ti, hijo.
—No se preocupen, vendremos tanto de visita que seguro no notarán que me fui.
Al terminar mi cena, alejé un poco el plato de mí.
—¿Sucede algo, Will? Has estado algo callado —preguntó papá.
—¿Eh?... No, nada —dije, y luego entendí que debía opinar algo para apoyar mi respuesta y disipar sus dudas—. Será algo difícil para mí convertirme en hijo único en esta casa.
—¿Seguro? —respondió, papá—. Algo me dice que lo extrañarás la primera semana; pero luego de que reemplacemos su cama por un sillón inflable, una pantalla plana y una consola de videojuegos, cuando lo vuelvas a ver, me pedirás que te recuerde su nombre.
Álex y yo reímos.
—Ojalá fuera tan sencillo —le dije—. Bueno, me iré a dormir. Buen provecho.
Luego de lavarme los dientes fui a la habitación y me tendí sobre la cama. Poco después, Álex apareció.
—No estoy sugiriendo que soy poco importante para ti —dijo—. Pero algo me dice que tienes algo más que dolor por mi partida.
Sonreí.
—No es nada.
Álex también se recostó en su cama.
—...Bueno, al menos eso creía yo —agregué.
—Te escucho —me pidió continuar.
—Es Sara... Bueno, en realidad soy yo. Sabes que no puedo pasar unos minutos cerca de una chica sin empezar a ver fantasmas de enamoramiento —Álex emitió una risa nasal—. Sin embargo, con Sara había sido diferente. Había descubierto en ella a una mejor amiga como ninguna otra, y hasta ahora siempre había estado fuera de todas mis alucinaciones... Hasta ahora.
Álex permaneció en silencio.
—Creí que con ella sería diferente. Pensé que finalmente había logrado superar esos problemas y tener una amistad que yo no era capaz de arruinar —Me encogí de hombros, mirando al techo—. Supongo que me equivoqué.
Mi hermano se tomó algo de tiempo para responder.
—¿No crees que estás siendo demasiado duro contigo mismo? —sugirió finalmente.
Lo miré. No entendí de inmediato a qué se refería.
—Es decir —aclaró, apoyándose en la cama con su codo para mirarme—, los sentimientos engañosos siempre estarán; pero, siempre que sepas cómo distinguirlos y controlarlos, todo estará bien. Y yo creo que has madurado bastante desde tu último tropiezo a principios del año. Recuerda el sábado pasado. Me contaste sobre esa chica a la que estás ayudando a estudiar los sábados. Según lo que me dijiste, no te está haciendo las cosas nada fáciles, pero hasta ahora pareces estar manejándolo muy bien, ¿no?
—Sí, eso creo.
—Puedes seguir siendo amigo de Sara aún con esos sentimientos, solo debes seguir ejercitando tu capacidad de manejarlos. Será solo otro reto para ti.
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Lo que dicta el corazón 2
Teen FictionWilliam y Sara se ven forzados a cambiar de escuela. Cristofer, un joven cristiano entre sus nuevos compañeros, empieza a buscar ocasión para compartir con ellos. Es querido por todos y parece llevarse bien con Sara, pero por alguna razón que ni el...