—¿Mi vestuario? -pregunte, apenas entré en la Mercedes-Benz Sprinter.
Al estar dentro me di cuenta de que solo cuatro personas ocupamos el espacio contándome a mi.
Raden, un chico alto (1,78), 25 años, de piel blanca, cabello rubio y ojos marrones, quien hoy tenía el cabello peinado hacia atrás fue el que me entregó una bolsa plástica dónde venía mi atuendo.
El, al igual que los hombres aquí presentes estaban vestidos todo de negro.
—Aquí está -comentó, con una sonrisa.
No respondí, me limité a asentir con la cabeza.
—¿Información? -pedí, al mismo tiempo que les hice una seña a los 3 hombres frente mío para que se volteen.
Después de que se voltearan comencé a desvestirme sin apuro.
—Silas Dubois, nacido en Francia, 40 años, un hijo: Alphonse Dubois, 11 años. Silas cambió su nacionalidad a Americana; ya que, su esposa, Paula Dubois quien tiene 37 años, es americana (de Brasil) y para poder casarse con ella tuvo que volverse americano, el mismo lo deseó así. La madre de Silas murió de cáncer de mamá, su padre está vivo, dicen que no saben en qué parte, ya que se mantiene en incógnito, pero para mí fue fácil, en la actualidad su padre vive en el continente de América, precisamente en América del norte, al norte de Canadá, Whistler -hizo un pausa. —Silas es un comerciante de droga, el cual volvió a Francia huyendo de un plan fallido hace 2 meses dónde no ha perdido el tiempo y ya tiene unos aliados.
Raphaël terminó de hablar observando la pantalla de la computadora en sus manos.
Raphaël es un hombre de carácter serio y maduro, alto (1,84), de 27 años, piel blanca, cabello negro: corte militar, ojos azules casi celestes, en su mandíbula adorna una barba corta siendo perfecta para su rostro. Complectura musculosa y fuerte.
Cambie mi ropa por un pantalón de mezclilla negro, un suéter razgado por varias partes, y un abrigo con capucha y para finalizar unas Vans negras. Recogí la ropa que me quite y la eché en la bolsa de plástico negra.
—¿Qué tengo que hacer? -cuestione, una vez me senté. —¿Y por qué este atuendo? Parezco vagabunda.
Los chicos se voltearon riéndose. Raphaël, que es difícil hacerlo reír, se rió, pero no fue tan demostrativo cómo Raden.
—Tienes que salir y ponerle un mini auricular espía a Silas -informó mi querido jefecito, Alastair.
Alastair, un hombre de 48 años, es alto (1,87), piel blanca, cabello negro largo hasta los hombros, pero se amarra la parte de arriba con una colita. Ojos grises, se mantiene bien cuidado, una barba corta. Hay momentos en los que es el mejor jefecito del mundo y hay otros en dónde supera la seriedad de Raphaël, hasta incluso se vuelve frío, siempre ha sido frío con los demás.
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Entre Líneas © [Borrador]
RandomUna chica en una misión. Un cuerpo. Las cosas salen mal. Un guapo desconocido ebrio y drogado con complejo de fuckboy. ¿Qué tan mal podría ponerse esto? A Odette, hija del Boss de la mafia francesa, le asignan vigilar y recolectar información de un...