Capítulo 2 | Soportando a un fastidioso desconocido.

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—Termine

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—Termine. ¿Ahora qué hago? —murmuró el loco de la bodega, con cansancio y la respiración agitada, después tiró la pala al suelo.

—Echa el cuerpo en el hueco y la tierra encima, solo entierralo —susurré, sin interés observando mis uñas.

Sonrió repentinamente observandome desde el hueco que él mismo había cavado. Está loco.

Las drogas y el alcohol pegan feo, no las consuman.

Ni siquiera podía echarme el cuerpo al hombro cuando lo intentaba y él lo hizo en segundos con mucha facilidad, como si fuera sencillo. Le empezó a echar la tierra encima con ayuda de la pala. Cuando terminó, observe lo desastroso que se veía la tierra removida, por lo que, busqué algunas hojas que había cerca y se la eché encima de la tierra removida al igual que con unos arbustos demás, con ayuda del pie y la pala acomodé todo para hacer a esta tierra removida normal. A este hombre lo iban a venir a buscar, y esta tierra tenía que parecer normal, como si no hubieran enterrado un cuerpo en ella.

Ya terminado todo, recogí la pala y todo lo que utilizamos para empezar a caminar hasta el auto. En el, eché todo en el maletero y me subí al asiento de piloto, cuando estaba por arrancar el auto y salir de ahí, recordé al "loco".

—Sube —ordene, sin verlo.

—Sabía que no podías abandonar a tu compañero de crimen —murmuró, convencido y sonriendo. Después se subió al asiento de copiloto. Ignore su comentario.

Arranqué el auto y salí de ese lugar. Está oscuro, muy oscuro, cálculo que son las 2 de la mañana. La carretera es de dos carriles, pero muy empinados. ¿Quién construye una carretera así hacía una bodega abandonada en las afueras del centro de Francia? Exacto, mafiosos. Para hacer este tipo de negocios, que conste que estos no son unos negocios sencillos, no. Son negocios importantes los que se realizan en esa bodega.

—¿Cómo te llamas? —le pregunté, con una pequeña llama de curiosidad en mí pasado varios minutos.

—Mhm, con que te intereso, eh —alzó las cejas con arrogancia y en sus labios una sonrisa estúpida. —Yo sabía que ibas a preguntar eso. ¿Quién no preguntaría el nombre del desconocido que le ayudó a enterrar un cuerpo?

—Te equivocas, no me ayudaste, tu decidiste hacerlo por voluntad propia. Además, cómo tú dijiste, es primordial saber el nombre del desconocido que me brindó su ayuda para enterrar un cuerpo sin siquiera hacerme una sola pregunta de lo sucedido —respondí, viendo al frente.

—Eso cuenta como ayudar… —rodé los ojos, él rio a causa de ello. —Y mi nombre es Drystan Polkov, un gusto conocerla, pequeña Leona. ¿Me podría dar su nombre? —preguntó, educadamente con una sonrisa coqueta.

—Lamento decirle esto, señor Polkov, pero no podré decirle mi nombre —fingí una sonrisa. —Y tampoco quiero que me saques apodos, no permito eso de desconocidos.

Entre Líneas © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora