Capítulo 23. Aquel árbol.

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Lex.

Allí estaba Yo. Corriendo, y corriendo, mientras trataba de respirar para continuar corriendo. Solo podía pensar en una sola cosa. Arlene. Y solo me quedaba pensar que ella estaba en su casa aún y que la caja que ví con una nota no significa nada, que solo es una broma y que ella aún sigue en la ciudad.

Mientras corría sin mirar hacia los lados, cruzando la calle un carro casi me atropella, yo solo lo esquivé como si nada, y mientras el señor del carro salió y empezó a decirme no sé que, yo solo lo voltee hacia el e hice que lo escuché cuando ni siquiera le preste atención. Lo ignore por completo, asentí a lo que decía y continúe corriendo.

Tras llegar a la casa de Arlene me quedé completamente en shock. La casa lucía vacía, por fuera se llegaba a ver que las ventanas no tenía las cortinas, y cuando mire por la ventanas no se podía ver ni un mueble.

Empecé a sentir ansiedad, mi corazón latía a toda velocidad, sentí mi pecho súper agitado, respire una y otra vez con dificulta, ni siquiera podía caminar, mis manos estaban frías, empecé a temblar y a sentir que mi mundo se destruía lentamente. Solo de estar parado afuera de esa casa, y ver que estaba vacía mis ojos sintieron que si dejaban caer unas cuantas lágrimas no estaría mal, si lloraba no estaría mal, si empezaba a llorar sin parar como un loco no pasaría nada. Al fin y al cabo. Llorar porque me sentía súper triste es una manera de desahogarme, y al saber que Arlene se fue y que no la veré más me ponía triste. Y yo tenía muchas ganas de llorar.

Me acerque a la casa, observé que estaba vacía, comprobé que no había nadie y entonces camine por el patio. Llegué hacia la ventana de la habitación de Arlene (o la que era su habitación) y no estaban las cortinas. Mis ojos se llenaron, y sin darme cuenta poco a poco caían lágrimas.

Llore al darme cuenta de que era real. Y la realidad es que todo en la vida es pasajero, los amigos son pasajeros. Pero aún así seguí llorando. Sabía que no debía poner triste y más cuando sabía que eso algún día iba a pasar. Pero no importaba nada, yo solo ignore mis pensamientos y me senté en mientras miraba hacia la nada.

En el patio de Arlene había un pequeño jardín. Allí habían muchas flores, recordé que un día su mamá la regaño por haber cortado algunas y la puso a limpiar el jardín. Yo la ayude, y ese día a ella se le ocurrió una gran idea. Escarbamos y en el jardín enterramos un cofre viejo que tenía Arlene, ella iba a botar el cofre porque ya no lo usaba más, pero no quería botarlo y enterrarlo fue una buena idea. Así ni ella botaba el cofre y aún se podía usar.

Arlene dijo que ese cofre se usaría exclusivamente como un medio para dar mensajes importantes. El cofre del jardín se volvió nuestro buzón secreto.

Un par de veces cuando Arlene faltaba a clases por estar enferma y yo no la podía visitar porque la mamá la cuidaba a toda hora, yo le dejaba algunas notas allí, ella revisaba el buzón secreto y recogía las notas. Luego escribia más notas y las dejaba allí, yo pasaba al día siguiente, revisaba el cofre y veía las notas. Usamos el buzón secreto en algunas ocasiones, y solo con acordarme de ello sentí una gran nostalgia de aquellos días.

Pensé en ir a ver el cofre. Quizás ella no pudo desenterrar el cofre y lo dejó allí. Así que fui al jardín a revisar el buzón secreto. Al escarbar un poco ví que el cofre seguía en aquel lugar. Ni siquiera sé notaba que estuviese allí enterrado. Nosotros habíamos dejado bien guardado ese cofre. El jardín lucía tan bien que nadie pensaría que allí estaba un cofre. Así que yo escarbé con cuidado y saqué el cofre. Estaba lleno de tierra por todos lados. Lucía igual que la vez que lo enterramos, el lucía igual de viejo, la madera con que estaba hecho era súper buena porque a pesar de estar bien, la madera seguía intacta y no lucía estar podrida, solo vieja.

Intentar No Es Malo [Completa] √ 𝑺𝒊 𝑴𝒆 𝑬𝒏𝒕𝒆𝒏𝒅𝒊𝒆𝒓𝒂𝒔 1#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora