06: Qué despistada la chica bonita

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—¡Hola, Kageyama-san!

Vamos a pretender que no estoy muriendo de nervios.

Elegí mi mejor ropa para esta salida. Una calza negra por encima de mis rodillas, una camiseta vieja de mamá que está de moda porque me hace ver vintage y unas zapatillas flúor.

Bien, no es mi mejor ropa pero es lo más decente que encontré.

Estaba muy nerviosa.

Y ahora lo estoy peor, porque veo a la chica más linda del mundo caminar hacia mí. Tiene una maldita falda blanca tableada, un top del mismo color y una gorra, dejando caer su cabello oscuro por sus hombros.

Quiero suspirar, ¿puedo suspirar?

—Hola.

—¿Cómo has estado?

Pregunté, poniéndome de puntas para saludarla con un beso en su mejilla. Esto es algo normal, es la manera de saludar de la gente pero vamos a ignorar que mi corazón late desesperado.

Kageyama se encoge de hombros.

—Bien, supongo. ¿Tú?

—¡Yo bien! Realmente emocionada por esta salida —sonreí, comenzando a caminar a su lado. Es realmente alta al lado mío—. ¿Qué hiciste el viernes?

—Nada realmente importante. Tuve exámenes.

—¿Y cómo te fue?

Kageyama no me mira en ningún momento. Sus bonitos ojos van adelante mientras que los míos están sobre ella.

—Mal. Desaprobé inglés.

—¡¿Y ti también te va mal?! —Ella asintió, mirándome de reojo—. ¡Cielos, a mí igual! Especialmente con el pasado continuo.

—¡A mí igual!

Exclamó con sorpresa. Yo me sonrojé ante su mirada. Sus ojos bien abiertos sobre los mios revelándome lo oscuros pero azulados que son me hacen pensar en la envidia que empecé a tenerle a su novia, la cual ni siquiera conozco.

Terminé carraspeando, volviendo la mirada al frente. A Kageyama no parece importarle mucho, así que hago como si no hubiese pensado en nada los últimos treinta segundos y digo:

—¿A dónde quieres dejar las cosas y hacer pases?

—¿Te parece en ese árbol?

Asiento, caminando hacia él. Dejo mis cosas y saco la pelota, aunque me doy cuenta de un detalle.

—Oye, Kageyama —Ella solo me mira—. ¿Cómo vas a jugar si tienes falda?

—Oh.

Baja su mirada a su ropa y suelta una risa. Qué hermosa, qué hermosa, qué hermosa. ¿Puedo escucharla otra vez?

—No me acordé. Soy una tonta... —murmuró, alzando la mirada hacia mí—. ¿Podríamos ir a mi casa así me cambio?

—¡Seguro!

Bien, está mal lo que voy a decir pero si me secuestra, estoy feliz que sea ella.

—¿Vives muy lejos de aquí?

—Uh, dependiendo de a qué le consideres lejos. Vivo pasando tu escuela.

—Entonces no es mucho. No tengo problema con caminar, de todos modos.

—¿Tú vives por aquí?

—No. También pasando mi escuela.

Pero mientras más nos acercamos a su casa, a su vez, me voy dando cuenta que es el camino a la mía.

—Ah... Kageyama, ¿vives por aquí?

Ella asiente.

—A seis calles de aquí.

—¡Vives cerca mío! —exclamé, haciéndola asustar—. ¡Literalmente yo vivo por esta cuadra!

—Qué casualidad...

Entonces seguimos caminando mientras hablábamos de muchas cosas. Kageyama habla realmente poco, lo que me sorprende muchísimo aunque tampoco es como si me molestara. Estoy acostumbrada a ser la que habla.

Cuando llegamos a su casa, me sorprendo al encontrarme dos perros recibirme. Los saludo como si fueran míos y Kageyama solo sigue de largo, entrando. Yo, en este momento, no sé qué hacer.

Y me quedo ahí.

—¿Vas a entrar?

Pregunta después de un tiempo, mirándome con una ceja alzada. Yo asiento atontada, siguiéndola por la casa. Es grande, espaciosa y bonita. Tiene su toque de lujo y a su vez, de hogareña. Me gusta.

Cuando llegamos a su cuarto, me siento más nerviosa de lo que estoy desde que empezó la salida. Las paredes son blancas, su cama es grande y tiene sábanas y colchas lilas. Quiero estar en este cuarto todos los días de mi vida.

—Bien, encontré unos pantalones. Estoy satisfecha con esto —murmura, dándose vuelta. Yo la miro sonrojada—. Uh... me voy a cambiar y...

—Ah, sí, sí. Te espero afuera, obvio. Lo l-lamento.

Salgo torpemente de su cuarto, chocándome incluso con el umbral y cerrando la puerta con una sonrisa nerviosa.

Entonces llega el peor momento de mi vida y es cuando me muero de ansiedad porque simplemente no sé qué hacer. Parece ser que no hay nadie en su casa más que los perros, pero aún así estoy nerviosa. ¡A nada de morir!

Por suerte mi ansiedad se disuelve cuando Kageyama abre la puerta otra vez.

—¿Nos vamos?

No, no quiero. Déjame quedarme en tu cuarto un rato más.

—Sí, seguro.

Los pases de Kageyama son increíbles. Hablamos de muchas cosas mientras los practicamos, especialmente de voley porque parece que se ilusiona tanto como yo.

Llega el momento en el que el sol se esconde y mamá me va a matar si me ve llegar pasada la hora que me deja. Que son las ocho y actualmente son las siete y cuarenta. Mierda.

—Kageyama... —jadeé—. Ya me tengo que ir o si no mi madre me matará.

—Está bien. Te acompaño.

Yo asiento, tomando mi mochila y pasándole la pelota. Ella traza las líneas, comenzando a caminar a mi lado en silencio. Está igual de transpirada y cansada que yo, pero aún así se ve linda.

—Oye.

—¿Si?

—¿Hace cuánto sales con Kenma?

Quiero saber sobre su novia.

—Cumplimos un año en septiembre.

—Dentro de un mes.

Ella asiente.

—¿Y tienes pensado regalarle algo?

—No le suelo regalar cosas. Creemos que es suficiente con el viaje.

Fruncí mi ceño.

—¿Con el viaje? —repetí, confundida. Kageyama asintió—. ¿A qué te refieres con eso?

—Ella vive en Tokio.

—Oh.

Mordí mi labio inferior, desviando la mirada. ¿Está mal sentirme bien?

—No es como si viviera excesivamente lejos, pero para nosotras es mucho —suspiró—. A parte solo nos podemos ver los fines de semana.

—Me imagino lo feo que tiene que ser...

Kageyama asiente.

—¿Tú tienes pareja?

Gracias a Dios que sacó tema de conversación. La miré rápidamente y sintiendo mi rostro arder, negué.

—¿Y te gustaría?

—Sí, no lo sé. Depende de quién me guste.

—¿Te gusta alguien ahora?

—No lo sé —me encogí de hombros y la mire de reojo—. Creo que debería pensar si me gusta o no.

Pretty Setter | Kagehina FEM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora