08: Así somos amigas

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—Ella...

—Es...

—Buenísima...

—¡Ey! —Me quejé, mirándolas a mi lado—. ¡Dejen de mirarla así!

—¡Es que juega muy bien! —exclamó Noya atontada—. Asahi-san parece disfrutarlo...

—Es toda una prodigio —Tanaka se cruza de brazos sonriente—. Hinata, hiciste bien en traerla.

—¡Yo no la traje!

La clase de matemáticas se basa en mí con la mirada perdida en el pizarrón, pensando cómo es posible que ahora, la chica que me gusta, está en el salón de al lado. Cursará en mi escuela, jugará conmigo al voley y la veré todos los días, porque probablemente nos volvamos juntas.

¿Será que el destino está de mi lado o solo son casualidades? No puedo evitar suspirar ante esto, es simplemente increíble haber tenido tanta suerte en un día. Kageyama es maravillosa. Eh, solo necesito decirlo y no tiene nada que ver con el tema... cielos, sí que me gusta.

De todos modos, no puedo evitar pensar que aquí hay algo que Kageyama está ocultándome. ¿De un día para el otro viniendo a mi escuela? Esto es extraño; puede que la conozca hace una semana pero simplemente las cosas están saliendo muy bien. ¡Aquí debe haber una verdadera razón de por qué Kageyama está cursando en esta escuela!

Entonces espero hasta que el día acabe para llegar a la salida y esperarla. Kageyama camina tranquila hacia mí y pienso que también debe haber una razón por la que sus manos siempre están en sus bolsillos. Aún así, quiero suspirar y sonreír al verla. Es simplemente hermosa.

—¿Vamos?

—¡Sí! —exclamo, comenzando la caminata—. ¿Cómo estuvo tu primer día de clases?

—Bien. ¿Y el tuyo?

—Bastante decente, aunque tuve matemáticas y las odio —hice una mueca y Kageyama solo asintió—. ¿Ya hiciste amigos?

—No. Suficiente Contigo.

Me congelo pero sigo caminando, sorprendida ante lo que dijo. Solo puedo soltar una risa y asentir, avergonzándome. Ella parece ser el tipo de chica que le da igual decir un halago, quizá ni siquiera sabe que está halagándome.

—¿Tú tienes más amigos?

—Bueno, todos los del club. También está Tsukishima, aunque ella es un poco hostil, sé que me quiere.

—¿Estuvo hoy?

—No. Está enferma, no puede venir.

Kageyama chasquea la lengua.

—Yo vendría igual.

—Yo sería capaz de incluso jugar con fiebre... —murmuré pensativa—. Aunque es un poco peligroso.

—Sí.

Entonces ahí termina la charla. Simplemente no sé qué decir y Kageyama parece estar metida en sus pensamientos... Oye... ¡Espera un momento!

—Kageyama, ¿cómo llegaste a la escuela?

Ella me mira fugazmente y regresa su mirada al camino. Yo no aparto mis ojos de su rostro.

—El equipo anterior se cansó de mí y me echaron, así que decidí buscar otro lugar —explicó en voz baja. Yo mordí mi labio inferior—. Me acordé de Karasuno y bueno, justo había un entrenador aquí que me interesaba pero me enteré que se retiró luego de inscribirme.

—Ah, sí. El abuelo de la entrenadora.

—Ese.

—¿Y que pasó allá con tus amigos?

Kageyama niega.

—No tenía.

Y me mira. Yo solo puedo sonreír.

—¡Ahora me tienes a mí!

—Qué bien —acotó volviendo su mirada al frente.

—¡Oye!

La golpeo y ella ríe, dándose vuelta.

—¡Idiota!

—¿¡A quién le llamas idiota, idiota!?

Y claramente empezamos a pelear de la nada. Supongo que esta es nuestra amistad.

Cuando llegamos a mi casa, yo tengo ganas de seguir hablando con ella. La invitaría a cenar pero mi madre probablemente me mate porque no le avisé con anticipación, así que me guardo eso para la próxima.

—Oye, Kageyama. ¿Por qué usas ese collar?

Es el que vi durante el partido. Ahora puedo notar que tiene un dije con forma de sol de plata. Es bonito, ¿se lo habrá regalado su madre? Sin dudarlo me acerco, tomando el dije suavemente y acariciándolo. Kageyama me mira.

—Me lo regaló Kenma para nuestro primer aniversario. Ella tiene una luna. Es lo que nos representa —explicó y yo asentí, alejándome—. Yo la llevo conmigo a todos lados.

—¿Ella es el sol?

Asiente.

—Y tú la luna...

—Sí.

—Es bonito —me encogí de hombros y miré en dirección a casa—. Ya debería irme. ¿Te veo mañana, Kageyama?

—Sí. Adiós.

—¡Adiós!

En la cena no hablo mucho. Solo puedo pensar en el regalo de Kenma hacia Kageyama... Ellas se aman, ¿cómo puedo haber siquiera pensado que tendría una oportunidad con ella si le brillan los ojos al hablar de su novia?

Entonces me dan ganas de llorar.

Termino de comer y me dirijo a mi cuarto, acostándome, y entre lágrimas, entro al perfil de Kageyama. En su biografía está la cuenta de Kenma y quiero llorar al ver sus historias, es tan hermosa...

Y yo soy esto. Soy un asco, ¿cómo Kageyama podría  fijarse en mí cuando la tiene a ella? Es, obviamente, mucho más flaca que yo y su rostro es más bonito que el mío... ¡Y su cabello! Es tan lindo y largo y el mío es tan desastroso y corto. Somos tan distintas que me deja en claro que a Kageyama yo no podría gustarle.

Y me dan más ganas de llorar. Me siento tan molestamente incómoda conmigo misma y cómo soy, que simplemente me levanto de la cama y salgo del cuarto, dirigiéndome al baño rápidamente. Me siento mal, tengo todo atorado en la garganta. Las ganas de vomitar regresan después de una semana y solo me arrodillo frente al retrete. Abro mi boca pero no pasa nada.

No sale nada. Y lloro más en silencio, preocupándome todavía porque mamá me escuche.

Sin dudarlo y temblando, recordando lo bonita que es Kenma y cuánto la ama Kageyama, no dudo en introducir un dedo en mi garganta y segundos después, ya estoy vomitando todo sin pensarlo.

Mierda.

Pretty Setter | Kagehina FEM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora