21: Una triste realidad

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Los días pasan y yo tengo miedo de que en algún momento aparezca Kenma. Como que siento que todo se está por ir a la mierda, básicamente.

Lo peor es que busco formas de alejarme de Kageyama, porque me siento incómoda ahora estando cerca de ella. Incluso pienso en lo increíble que sería que me guste alguien más pero es imposible. Quiero a Kageyama, no a nadie más.

Es tan difícil entenderme a mí misma, Dios mío...

Mordí mi labio inferior cuando nos encontramos en el baño. Ella terminaba de lavar sus manos y yo venía aquí para encerrarme en un cubículo y sacarme los zapatos, porque me hacen doler los pies, así que usualmente estoy unos quince minutos en el baño y nadie me puede decir nada.

—Oh, K-Kageyama...

Solo me dirigió una mirada y siguió lavándose.

Yo sentí mi rostro arder y hui adentro de un cubículo, encerrándome y suspirando con fuerza. Bajé la tapa del retrete y me senté, sacándome los zapatos.

No sé cuánto tiempo estamos exactamente en silencio, porque mi ansiedad no me deja concentrarme en nada más que no sea la chica que todavía sigue en el baño. ¿Por qué se tarda tanto? La quiero matar...

Huyo de ella por la simple razón de que temo que me vea y piense en Kenma, o que lo haga cuando me bese. Ella necesita superarla, ¿cómo se supone que lo hará si no se enfrenta a la realidad? Cielos.

Entonces miro la puerta del cubículo e intento concentrarme en los rayones. Sonrío al ver el apellido de Noya con un signo de suma y el apellido de Asahi. Son letras distintas, ¿será qué...?

Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando escucho golpecitos en la puerta.

—Hinata.

—¿Qué?

—¿Quieres una toallita?

—¿No?

—¿Y por qué no sales?

—Porque me duelen los pies.

Kageyama suspira.

—¿Entonces puedo entrar?

—¿Por qué?

—Quiero... verte...

Suspiré.

Soy una imbécil.

Me levanté y dejé los zapatos a un costado, abriendo la puerta. Kageyama se tarda en reaccionar, así que tomo el cuello de su camiseta y hago que entre, cerrando la puerta rápidamente. Si nos llegan a ver, nos matan.

Y a veces me pregunto por qué soy tan idiota.

¡Estamos en un cubículo, estamos muy cerca!

Kageyama me mira y yo suelto su camiseta, bajando la mirada. Mis medias blancas y sus zapatos negros.

—Oye, mírame. Por algo te dije que quería verte.

Toma mi mentón y yo la miro atontada. Es tan hermosa y me lastima tanto...

Pero aún así mi corazón late desenfrenado. Siento mi cuerpo calmarse cuando la tengo cerca, más cuando me toca. Estoy tan enamorada y eso me hace tan estúpida.

Kageyama relame sus labios y yo suelto mi último aliento ante de ponerme de puntas y besarla. Vuelvo a vivir al hacerlo.

Ella suspira antes de corresponder, atrapando mi labio inferior entre sus dientes y obligándome a relajarme, tanto que mis piernas parecen flaquear pero ella toma mi cintura. Quiero gritar ante eso, pero solo tomo su nuca y subo mi mano hasta su cabello, tirándolo suavemente.

No pasa mucho para que me gire y apoye contra la pared. Yo realmente siento mi cuerpo temblar y ladeo mi cabeza, sintiendo su lengua recorrer mi boca y sus manos bajar hacia mi trasero, quedándose ahí por un tiempo antes de apretarlo suavemente. Eso me hace erizar el cuerpo entero.

Mientras sus manos acarician y aprietan mi cuerpo, sus labios bajan por mi mandíbula hasta llegar a mi cuello. Yo clavo mis uñas en sus hombros y miro al techo. Esto no me gusta.

La sensación es increíble, pero el mal sabor en mi boca sobrepasa todos los límites. Kageyama no hace esto porque me quiere; hace esto porque no puede hacérselo a Kenma.

—Kageyama.

Susurro con la voz rota. ¿En qué momento mi vista se nubló?

—Kageyama, me duele.

Digo de manera ahogada, haciendo que ella se aleje al instante y me mire preocupada. Yo siento mis labios temblar.

—¿Q-qué? ¿Qué paso? ¿Qué hice?

Luce tan desesperada que desgarra mi corazón. Ella realmente no me ama.

Entonces tomo sus mejillas y la obligo a clavar sus ojos en los míos. Esto duele muchísimo.

—Kageyama, no soy Kenma. Soy Hinata.

Y ahí es cuando el brillo en sus ojos desaparece. Su mirada baja y sus manos sueltan mi cuerpo. Yo me siento vacía de alguna forma.

Y espero que diga algo. Que me contradiga y me obligue a entender que ya lo sabe, pero sus acciones la delatan. Solo asiente y aleja mis manos de su rostro.

—Yo... lo sé...

Murmura y suena tan desganada que me dan ganas de morir.

No pasa mucho para que abra la puerta y salga, dejándome sola en el cubículo y segundos después en el baño.

Solo puedo llorar. Es realmente lo único que puedo hacer.

Pretty Setter | Kagehina FEM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora