09: ¡Ayuda, chica bonita!

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La alarma del día martes me destruye. Simplemente no tengo ganas de levantarme. Lo único que me mantiene con vida es que hay entrenamiento.

Con lentitud preparo mi desayuno y escucho a mi hermano menor, Natsu, llorar porque odia levantarse temprano. Es un pobre niño pequeño, ¿por qué no lo dejan cursar a la tarde?

No tardó mucho en comer y luego me visto, todavía adormilada. No sé por qué me siento tan cansada, quizá es de esos días donde uno se levanta con más sueño de lo normal.

Abro la puerta y bueno, el día se arregla automáticamente.

—¿Qué haces aquí?

—Esperándote, obvio.

—¿Cómo sabías que salgo a esta hora?

—Me lo dijiste hace unos días —se encogió de hombros, metiendo sus manos en sus bolsillos—. ¿Vamos?

—Seguro...

La noche anterior no fue la mejor de todas. Estuve hasta tarde pensando en formas de lograr tener la atención de Kageyama, aunque realmente parece inútil. De por sí, ella no luce como una chica que se enamore fácil. Probablemente estuvo como un año en darse cuenta de que le gustaba Kenma y estoy segurísima que pensó que estaba confundida hasta que se confesó de manera tonta.

Pero tampoco puedo preguntarle. Kageyama sospecharía de mi interés en su relación y no quiero que se enoje conmigo.

Así que me quedo callada toda la mañana, ganándome miradas confundidas de su parte. Sin embargo, mi ánimo sigue tan abajo que no presto atención. Es inútil explicarme si Kageyama no va a entender después de todo.

El desgano me traga hasta tal momento que tengo que salir del salón. Quiero orinar, he tomado mucha agua hoy porque no tengo ganas de comer pero sí tengo hambre.

Entonces aquí es cuando entiendo todo.

Estoy menstruando.

—¡Mierda!

No tengo ninguna toalla, ni nada que me pueda cambiar.

—Como odio mi vida... —refunfuño.

Saco mi teléfono del bolsillo de mi chaqueta y comienzo a mandar mensajes a todos mis contactos, desesperada pero todavía enojada.

Saco mi teléfono del bolsillo de mi chaqueta y comienzo a mandar mensajes a todos mis contactos, desesperada pero todavía enojada

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¡Mierda, era todos menos a Kageyama!

Ella responde.

Mierda.

¡Mierda!

—Bueno, es mi única opción...

Entonces espero sentada muerta de vergüenza, sintiendo mi vida terminar aquí

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Entonces espero sentada muerta de vergüenza, sintiendo mi vida terminar aquí. Me siento tan mal...

—Oye, tonta. Aquí estoy.

La voz de Kageyama me regresa a la realidad y yo tomo aire, intentando no llorar. Su mano se estira por debajo de la puerta y me ofrece mi única salvación. La tomo mientras murmuro un agradecimiento y limpio mi braga, ardiendo en vergüenza pura.

—Probablemente te manchaste la ropa, así que aquí tienes el pantalón de entrenamiento. Lo saqué de tu mochila viniendo.

Y lo pasa por debajo de la puerta. Voy a llorar.

—Gracias, Kageyama...

—Solo sé más cuidadosa la próxima vez, tonta. Agradece que no te pasó durante el entrenamiento.

Sus palabras son duras, pero parece ser que intenta ser dulce.

—Está bien.

Hay un silencio sepulcral y yo simplemente pienso que morir es lo mejor que me podría pasar ahora mismo.

—Oi, tonta.

—¿Qué?

—¿Por qué has estado tan callada?

Muerdo mi inferior, alejando mis dedos del pestillo y miro el suelo.

—Solo no tengo ánimos de nada.

—No es normal verte así. ¿Hay algo que te molesta?

Bueno, si tengo que ser sincera... me molesta que no estés soltera y tu novia.

—No, Kageyama.

—¡No me mientas! Sabes que si no nos comunicamos, probablemente nos vaya mal en los entrenamientos —muerdo mi labio inferior ante sus palabras.

—Solo estoy teniendo un mal día, déjame.

Murmuro, tomando el pestillo y sacándolo. No tardo en salir del cubículo, encontrándome con la chica mirándome enojada y con los brazos cruzados, apoyada contra el lavamanos.

—No estás bien.

Chasquea la lengua acercándose. Toma mi mentón y me observa molesta mientras que yo siento mi mundo comenzar a girar lentamente. Tengo que alzar mis ojos para poder verla y cielos, qué vistas.

—No me gustan las mentiras, así que sé sincera conmigo.

Yo solo asiento, sintiendo mis labios temblar. Kageyama bufa y tira de mí, abrazándome.

Quiero gritar. Voy a gritar.

Siento su mentón en mi cabeza y trago con fuerza, incapaz de corresponder.

—Esto... eh, esto ayuda a la gente. Y te quiero ayudar...

Dice entre dientes, como si le costara. Yo siento las lágrimas asomarse y jadeo, enrollando mi brazos alrededor de su cintura y escondiendo mi rostro en ella.

Esto es lo mejor y lo peor de mi día.

Pretty Setter | Kagehina FEM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora