Capítulo 6.

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Ni siquiera recuerdo cuando y como es que llegué a mi cuarto. Y muchos menos recuerdo haber cenado antes de esto. Por lo general mi sueño es muy pesado, pero en este momento el ruido del celular me aturde a tal punto que me obliga a levantarme de muy mala gana para contestarlo.

—¿Diga? —mi voz sale rasposa, producto del sueño.

—¿Karol?

—¿Señora Antonella? —pregunto confundida. Froto uno de mis ojos, buscando alejar el sueño de mi cuerpo—. ¿Qué sucede? Es muy tarde para llamadas —musito mirando el reloj en mi mesita de noche.

—Querida, siento llamarte a estás horas, pero hay algo que tienes que saber.

Su voz bastante cohibida me hace maquinar en la cabeza muchos escenarios no fortuitos.

—¿Qué sucede? —me atrevo a preguntar.

—Es sobre mí hijo —el sueño se va por completo. Me siento de golpe en la cama mientras ella respira con pesadez a través de la linea—. Tuvo un accidente. Estamos en el hospital —mi cuerpo se congela ante lo que dice.

Me quedo en silencio intentando procesarlo. Se supone que debía llamarme cuando llegara bien. Por eso fue que no lo hizo.

—¿Por qué me lo dicen recién? —musito molesta poniéndome de pie para alistarme. Debería no hacerlo, pero en momentos de este tipo uno no piensa con claridad.

—Ni siquiera sabíamos nosotros —responde—. El hospital tardó en llamarnos.

Suspiro, con una mano en mi frente. No es momento para perder los papeles, Karol.

—Voy para allá —es lo último que digo antes de cortar la llamada.

Cuelgo la llamada y tan pronto como estoy vestida bajo corriendo las escaleras. Supongo que hice el suficiente ruido como para que papá me detenga justo antes de sacar el carro.

Toca la ventanilla del carro preocupado y yo suspiro frustrada.

—¿Se puede saber a donde vas a esta hora? —pregunta confundido—. Karol, son casi las dos de la mañana.

—Papá, no tengo tiempo —musito bajando la ventanilla—. Tengo que irme. Ruggero tuvo un accidente y yo tengo estar con él.

—¿Un accidente? ¿Qué...? Estás segura? Pudo ser una mala broma.

—Papá, fue su madre quien me lo dijo. Dudo mucho que ella esté intentando bromear con una situación tan severa.

Parece pensar lo que va a decirme, y luego de unos segundos de meditarlo me extiende la mano.

—Baja de ahí, yo voy a llevarte —ofrece. Intento protestar pero su mano en alto me pide silencio—. Estás muy nerviosa y créeme, esa no es una buena combinación para conducir un auto a altas horas de la madrugada. Y menos con tanta presión. Baja del auto.

—Papá no creo que debas ir. Puedes volver a la cama.

—Karol no estoy preguntando si quieres bajar, solo bájate —ordena.

Termino cediendo. Pensando mejor las cosas es lo mejor para mi. Tiene razón con que estoy demasiado nerviosa, es obvio que no podría controlar una situaciones de estas. Sin hacer mucho ruido saca mi auto en breves momentos y en nada de tiempo estamos camino al hospital. En el camino recibe la llamada preocupada de mi madre así que le explica lo poco que sabe para dejarla tranquila.

Conduce en silencio y eso, siendo sincera, hace mucho más pesado pesado trayecto. Tampoco es que yo tenga ánimos de hablar sobre algo. Pero el silencio hace que mi mente se imagine escenarios diversos y todos demasiado terribles.

DIOSA 2 | ¿Puede el hechizo ser eterno?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora