Hoy es el día en que salgo del hospital, y si, podría ser una idea genial para todos incluso para mí, pero no resulta de esa forma. Para mi es algo... preocupante.
Me siento mucho más segura en una camilla de hospital que en la calle otra vez. Tengo miedo de lo que pueda encontrar allá afuera. De que suceda otra vez.
—¿Lista?
Mamá está recostada en la puerta, mirándome con una sonrisa tierna y esperando por mi.
Termino de guardar todo lo que falte en el maletín improvisado y con un suspiro pesado doy vuelta en su dirección.
—Lista —murmuro escondiendo mis manos en mi abrigo—. Vamos...
Mamá me sonríe calmada y comienza su caminata hacia la salida luego de haber firmado todos los papeles que nos pedían. Yo solo puedo seguirla de cerca. Relamo mis labios nerviosa cuando estamos a pasos de la salida. Parece que a cada paso que damos la salida se aún más pequeña.
—Tu padre nos espera afuera —dice tranquila—. Está muy feliz de que vuelvas a casa.
No respondo. No sé que me pasa. Estoy más concentrada en temblar sin control. Meto mis manos aún más abrigo como si eso fuera a ayudarme.
Creo... creo que tendré un ataque de pánico.
—Mamá, espera —tomo su mano apresurado cuando ella apenas a tocado la puerta de cristal.
Ella regresa a mirarme confundida, soltando la puerta y acercándose mucho más a mi.
—¿Qué sucede? ¿Se te ha olvidado algo allá adentro?
Niego de inmediato.
—No es eso.
—¿Entonces? ¿Qué pasa, cielo? ¿Te sientes mal?
La mirada fraternal que me da me hace sentir calidez. Calidez que no sentía en ese lugar.
—Mamá... es... es solo que... no —digo finalmente—. Nada, solo olvídalo —le sonrío avergonzada—. Debe ser la impresión del momento —ella solo acaricia mi cabello con compresión.
—No pasa nada. No hay porqué tener miedo, hija. Estarás bien ahora.
—No... yo no tengo miedo. No es eso.
—Te conozco —dice sin borrar su sonrisa—. Eres mi hija, y créeme que sé lo que piensas. Siento cuado algo te preocupa y puedo asegurarte que no hay porqué temer. Puedes estar tranquila y salir a la calle sin problemas.
Era un don de las madres supongo. No había forma de mentirles o de tener la capacidad para engañarlas.
—No sé que me pasa —admito en un susurro—. Hay algo que me dice que no será lo mismo allá afuera. No voy a pasarla nada bien.
—Te prometo que no hay malo. Solo gente común haciendo sus vidas comunes, y que no te harán daño. Ese hombre ya está siendo perseguido. Lo buscan en todos lados.
—Eso, lo buscan. Sigue libre en la calle a disponibilidad de cualquiera. Yo estoy disponible a su paso.
Nerviosa paso mi mano por mi cabello, tomando una fuerte respiración y repitiendo en mi mente que todo es solo parte de mi imaginación. Que no hay nada allá afuera.
—Puedo... ¿puedo tomar tu mano?
Mamá sonríe entrelazando nuestros dedos. No lo duda ni siquiera un momento.
—Claro que puedes, no tienes que preguntarlo.
Y así es. Tomada de la mano de mi madre me atrevo a enfrentar lo que sea que encuentre allá afuera. Suspiro mirando a todos lados cuando ella empuja la puerta.
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DIOSA 2 | ¿Puede el hechizo ser eterno?
Fiksi PenggemarUna vez te dije que sí por mí fuera, nuestro hechizo sería eterno. Pero, ¿Qué pasaría cuando tú ya no quieras formar parte de él? O quizás... ¿cuándo toda nuestra magia se rompa?