Capítulo 36.

110 11 4
                                    

No me he movido para nada.

Me he mantenida en una misma posición desde hace ya, algun tiempo. Necesito pensar en muchas soluciones que me ayuden a salir de aquí, si no lo hago probablemente termine en un lugar mucho más lejano que este. No quiero ir más allá. No quiero que Alex me aleje aún más.

Hago el intento de moverme en la maldita cama, tratando de cubrirme a mi misma con las sábanas del lugar, pero entonces veo la que yo podría llamar mi última esperanza.

El bisturí del doctor.

Nadie lo ha había notado.

No se lo llevaron...

Lo miro atenta, tal vez analizando si es real o si mi propia cabeza ame está jugando un a mala pasada, pero no, al final si es cierto. Si está ahí, listo para ser mi dlavacion. Una parte de mi se siente culpable por la forma en la que se llevaron a ese hombro, por todo lo que le deben haber hecho. Porque la culpa me golpea al saber que a ese hombre, que no tenía nada que ver fue maltratado gracias a mi, y es precisamente ese objeto el que va a ayudarme a salir de aquí.

Necesito tomarlo.

Tengo que tenerlo.

Busco con la mirada alrededor del lugar si hubiera algo que pudiera usar para traer ese bisturí hasta mis manos. Estiro mi cuerpo como puedo, aún siendo sujetada por la cadena en mi muñeca. Bajo de la cama, buscando tomarlo entre mis manos, pero no lo logro al darme cuenta lo lejos que está de mí. Tal vez cayó lejos cuando tiraron fuertemente del cuerpo de ese hombre.

Aún así busco tomarlo, pero por más que intento no lo logro. Pero no me rindo. No puedo hacerlo. No cuando es mi última esperanza. Yo quiero salir de ese lugar.

El grillete alrededor de mi muñeca hace más presión cuando me estiro cada vez más, y el dolor se hace presente. Mi último recurso es hacerlo con ayuda de mis pies, estirando hasta la última parte; por fin logro tener el bisturí. Despacio regreso a la cama, tratando de hacer menos doloroso el proceso.

Aun cuando me atrapen mil veces no voy a dejar de luchar, nunca lo haría, porque sé que en algún momento voy a lograrlo.

Pude una vez para salvar a mi hermana, estoy segura de que podré ahora.

Busco forzar la cerradura tal y como lo hice antes, vamos, no puede ser tan difícil. Ya lo hice una vez y espero poder lograrlo otra vez.

La puerta se abre dejando ver a Pablo que trae la comida, y me apresuro a guardar el bisturí entre las sábanas, tratando de lucir tranquila y normal. Supongo que es uno de sus hombres de confianza porque ha sido el único que he tenido cerca en constante movimiento.

—Veo que te has vestido mejor —murmura burlándose y dejando el plato en la cómoda de en frente.

—Eso no te importa —mascullo—. Vete y llévate eso que traes ahí, no lo quiero.

Sonríe, irónico.

—Tú aquí, no das órdenes.

—¿Qué? ¡Ahora repites el discurso de tu jefe? Ah, claro, es que tú le lames las botas a Mason, ¿no es así?

Pienso que va a golpearme en cuanto se acerca furioso, por suerte —o no sé si lo sea— solo me toma de las mejillas, bruscamente.

—Mason tiene razón —dice entre dientes—. No le tienes miedo a nada.

—¿Debería agradecerte el cumplido?

—Deberías rogar porque esa valentía no desaparezca en cuanto el jefe haga lo que quiere contigo.

—¿Más? Dudo que pueda dañarme más de lo que ha hecho.

—Siempre hay formas de hacerlo.

Decido no responder nada, me muerdo la lengua para no hacerlo, y con una sonrisita burlona sale dejando el plato de comida en mi regazo pese a saber que la rechazo. Suspiro pesado mientras busco el bisturí entre las sábanas. El problema es no saber que hora es y como moverme. Asumo que ya es de noche, así que aparto el plato de comida y me dedico a forzar la cerradura con el mayor silencio. 

DIOSA 2 | ¿Puede el hechizo ser eterno?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora