Capítulo 32.

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Me río balanceando mi pie de un lado a otro.

Mi pedido de una torta de chocolate está tardando mucho en llegar. Tengo demasiada hambre así que lo mejor es hacerle un gesto a Valentina que por suerte ella entiende muy bien.

—¿Qué onda con Agustín? —pregunto—, ¿Ya hablaron?

La verdad es que no habíamos tocado el tema después de esa charla en el baño, ya casi mas de un mes desde eso. Por supuesto por respeto a ella no me había atrevido a preguntar nada.

—¿Por qué lo dices?

—No lo sé, lo noto tan tranquilo y como si nada, que es raro. ¿Reaccionó bien?

Valentina vuelve su vista a Agustín que se mantiene conversando con los chicos de la mesa. Después vuelve a mirarme y me regala una sonrisa que finge inocencia, y entonces sé que ella no le ha dicho nada.

—Valentina, por dios, ha pasado casi un mes luego de que me lo contaste, ¿Qué es lo que estás esperando?

—Estoy asustada.

—¿Y no crees que es justo que lo sepa?

—No es fácil, tuve miedo cuando traté de hacerlo. Te juro que estuve a punto de decirlo pero me acobardé en ese instante. Terminamos besándonos.

—Claro, a punto de fabricar otro hijo —reclamo; ella abre mucho los ojos.

—Sus pedidos —el chico de la caja entrega mi batido, interrumpiéndonos—, con permiso.

Le dedico un asentimiento de cabeza a modo de agradecimiento y después vuelvo a centrarme en mi rubia amiga que mira en dirección a la mesa de nuestros amigos.

—Voy  a hacerlo —susurra—. En estos días voy a hacerlo, te lo juro. Tienes razón, no puedo seguir así.

Con un apretón de manos le hago saber que la apoyo.

—No quiero que creas que no te apoyo, entiendo que esto es difícil y que yo no estoy en tu posición; pero te aseguro que lo mejor que vas a poder hacer. Ocultar las cosas es lo peor que puedes hacer.

—Sé de lo que hablas, y no te preocupes, voy a tratar de hacer lo correcto.

Asiento con la cabeza, entendiendo el punto.

Ha pasado más de un mes y aun sigue siendo difícil seguir mi camino. No ha resultado fácil tratar de salir adelante pero he contado con el apoyo de mis padres y amigos, así que con eso he podido dar algunos pasos mas adelante. He comenzando a salir más, a interactuar otra vez, a recuperar mi vida mucho antes de la llegada de Nathan.

Con Ruggero las cosas también estaban progresando, de hecho hemos logrado avanzar poco a poco en nuestra amistad. No es que seamos lo mejores amigos o algo por el estilo, pero existía un lazo que habíamos formado desde muchos pequeños y que era difícil soltar por muy feas que las osas resultaran. Una vez mas ese lazo nos unía.

Las cosas iban poniéndose cada vez mejor para mi.

En otros  puntos de la historia también había pasado más de un mes de la partida de Marco. ¿Se notaba? Por supuesto que sí. Aunque era bastante reservado y alejado de mí, se notaba su ausencia. Ruggero y Agustín eran quiénes más habían sentido esa pérdida.

No sé cuanto tiempo ha pasado en aquella mesa, pero la conversación es amena y las charlas triviales entre nosotros son entretenidas. Casi ya no tengo nada de mi pastel, que aunque haya tardado en aparecer no estaba tardando mucho en desaparecer otra vez. Cuando miré la hora en el teléfono supe que era de irme.

—Bueno chicos, yo creo que ya debemos irnos. Hay tareas que no se hacen solas —Madisson ríe poniéndose de pie—. ¿Vienes, Karol?

—Puedes quedarte si quieres —Ruggero habla tranquilo—. Yo me ofrezco a llevarte después. No te preocupes.

DIOSA 2 | ¿Puede el hechizo ser eterno?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora