Capítulo 20.

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¿Por que nunca puedo llegar puntual a algún lado?

Con los libros en la mano camino lo más rápido que mis piernas pueden para por lo menos no llegar tan tarde.

Necesito llegar.

—Hola tú.

Nathan camina a mi lado con su característica sonrisa que me irrita y me divierte a la vez.

Había pasado casi una semana y media. Semana en la que si había estado intentado tener una mejor relación con él, y he de admitir que no era tan mala idea.

—Hola tú —respondo igual y él ríe.

—Me enteré de que hoy tienes un examen.

Y ahí está una de las razones por las que debo llegar a tiempo al menos hoy.

—¿Y...?

—Y... que te tengo una sorpresa.

Me detengo en seco, ahora si dispuesta a oírlo y con una sonrisa más grande que la del gato de Alicia. Nathan ha logrado conocerme muy bien y sabe que tácticas usar cuando quiere mi atención.

—Habla.

—Convenida —murmura por lo bajo—. Peeero... es bajo una condición.

Mi sonrisa se borra y ahora es reemplazada por mi ceño fruncido mirándolo mal. No me gustan las condiciones.

No te gusta nada.

—No voy a tener sexo contigo —le aclaro—. Ni tampoco vamos a hacer nada sucio.

—¿Que te hace pensar que vamos a tner sexo?

—¿No es eso?

—No —niega divertido.

—Entonces dilo —le incito para que continúe.

—Es algo muy pequeñito, casi minúsculo y que no vas a poder negar a cumplir.

—¿De que hablas?

—Pues... que debes aprobar el examen de hoy si quieres tener la sorpresa. Ya sé que no estudiaste.

Maldito Ezra.

Se han hecho tan amigos, que ahora hasta le da las quejas sobre mí. Supongo que el odio hacia mi ex es un requisito importante en la vida amical de mi hermano mayor.

—Ni mi padre me exige tanto.

—Pues aquí tienes a tu nuevo papi.

Sé que lo había dicho en un tono casual y de broma pero si que se habia oído de una forma muy distinta, o al menos eso es lo que habían captado mis oídos.

—¿Y cual es la sorpresa si apruebo? —pregunta al cabo de un rato.

—Ya no sería sorpresa si te digo —dice obvio, en respuesta yo le blanqueo los ojos.

Tonto.

—Espero que sea algo espectacular —le amenazo—, porque mi cerebro va a sufrir muchos los siguientes minutos y va a ser todo tu culpa.

Momento después ya estoy alejándome de él, directo al salón de clases.

—¡Suerte! —su voz vuelve a escucharse en el pasillo, captando la atención de algunos curiosos que iban por ahí.

Pronto estoy en el salón sentada junto a Valen que estoy segura no estudio nada igual que yo, y es que en mi defensa, la película de Barbie estaba muy entretenida y no me dejó estudiar nada. Yo no tenía la culpa de que mi cerebro se desconectara a veces.

DIOSA 2 | ¿Puede el hechizo ser eterno?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora