Karol.
Me duele todo. Apenas puedo moverme.
Intento abrir los ojos como puedo. Tardo unos segundos en lograrlo por completo, y cuando lo hago me obligo a pestañear varias veces hasta entender en dónde me encuentro. Las paredes blancas, el olor a medicina y alcohol, el ambiente triste que suele haber. Estoy en un hospital.
He llegado a un hospital.
Pero... ¿cómo? La verdad es que no lo recordaba bien.
Una mujer vestida de blanco abre la puerta con cuidado, supongo que ella es mi enfermera porque apenas me ve se acerca rápido a mi lado. Me mira atenta y a l vez se encarga de ver cosas en una máquina que suena a mi lado.
—¿Estás bien? —pregunta—. ¿Recuerdas tu nombre?
—Eh... sí, yo... yo soy Karol. Mi nombre es Karol —las palabras salen con dificultad.
—Eso es una buena señal. Tranquila, no te esfuerces demasiado. Llamaré a un doctor para que te revise y puedas recuperarte cuanto antes. Eres fuerte, niña —me dedica una sonrisa y después se aleja.
La mujer vuelve a salir de la habitación, dejándome otra vez sola en esa habitación. La habitación que en este momento se me hace gigante. Miro sorprendida todo alrededor, es tan... distinto a lo que he visto durante los últimos días. Lo último que he visto desde que recuerdo es oscuridad y pareces sucias, cadenas que rechinaban y olores espantosos. Un escalofrío me recorre desde la planta de los pies.
Yo... he logrado salir de ese infierno. Por fin estoy libre.
Recuerdo cada paso, cada escalofrío de terror mientras atravesaba pasillos tratando de hacer el menor ruido y rogando en mi interior no ser vista por nadie, e incluso recuerdo en el momento en el que lograron darse cuenta de que había logrado escapar. Había sido un error.
El bisturí resbaló de mi mano mientras estaba a algunos pasos de la puerta. Había logrado forzar las cerraduras, tal y como la primera vez. El sonido claro y sonoro del objeto después de resbalar de mis manos fue mi único paso en falso. Alguien estaba más rondando en la casa y el sonido agudo llamó su atención. Mi única opción fue abrir la puerta, ya está vez, sin disimulo alguno y correr con todas mis fuerzas entre los árboles del bosque. Ni siquiera sabía hacia donde iba.
Segundos de terror y pánico fueron los que sentí mientras me perseguían. La única adopción viable que había encontrado para escapar de ellos era subir a cualquier árbol del bosque, el que fuera y el que evitará que me vieran. El hecho de golpearme cuando intentaba hacerlo hizo mucho más difícil la situación. Nunca en mi vida había hecho cosas de ese tipo. Nunca había forzado una cerradura, nunca había trepado de la forma en la que lo hice, nunca había tenido tantos golpes en tan poco tiempo. Definitivamente había sido un infierno.
El momento en el que se dieron cuenta de que me habían perdido pude respirar tranquilo y soltar el aire contenido durante tanto tiempo, buscando hacer el mínimo ruido que me delatara. Aún sabiendo que se habían alejado no tuve el valor de bajar del árbol, así que terminé esperando hasta la madrugada para poder hacerlo. Cuando me sentía segura.
Aunque siendo sinceros, nunca mas podria snetir segura en ningún lugar.
Todo resultaba complicado, estaba débil, sin comer ni beber agua, casi desnuda, y... me encontraba corriendo metros y metros de carretera buscando ayuda que me sacará del lugar. Hasta que en algún punto deje de hacerlo y luego perdí el conocimiento de todo a mi alrededor, hasta ahora que me encontraba aquí. Llena de máquinas conectadas a mi cuerpo y con el olor a medicina rodeándome.
—Señorita —la voz del doctor se escucha.
Está a mi lado, mirándome atento mientras escribe cosas en una hoja que trae consigo.
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DIOSA 2 | ¿Puede el hechizo ser eterno?
FanficUna vez te dije que sí por mí fuera, nuestro hechizo sería eterno. Pero, ¿Qué pasaría cuando tú ya no quieras formar parte de él? O quizás... ¿cuándo toda nuestra magia se rompa?