Capítulo 25.

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Odiaba el tener que mentirle a mi familia, pero esa fue la única opción que encontré ante las preguntas de "¿Dónde estabas?" de mi padre.

Valentina había sido la sacrificada. Se supone que había pasado todo el día en su casa, así que eso me había ahorrado problemas.

Cierro la puerta detrás mio y recuesto la espalda en ella.

La puerta se abre de sorpresa, Madisson está ahí, muy seria.

Me alejo un poco de ella, confundida.

—¿Y ahora qué? —pregunto.

Ella me entrecierra los ojos.

—Espero que los movimientos de ese carro hayan sido porque estaba descompuesto, Karol.

Me quedo de piedra.

Mi-er-da.

Tenía que ser un chiste.

—Tu silencio dice mucho —murmura mirando sus uñas a la vez que se sienta en mi cama, mientras yo la sigo mirando desde mi sitio, de pie.

—No sé de hablas —digo a la defensiva.

—Claro que lo sabes.

—Madisson...

—¿Sales con Nathan? —me interrumpe.

Aprieto los labios, reacia a hablar algo que tenga que ver con ese tema. No es de su incumbencia.

—¿Karol?

—No vamos a hablar de eso.

—Oh, claro que vamos a hacerlo. Dime de una vez, ¿sales con él?

—Madisson...

—Karol, basta.

Relamo mis labios, frustrada.

—No. Si. No lo sé Madisson —chillo—. No hagas preguntas de las que hay respuesta.

—¿Que no haga preguntas? ¿Qué no hay respuesta? Acabo de ver como te metes en serio problemas por tu locura, ¿y me pides que no pregunte?

—Pues si, es algo mio.

Jadea, impresionada.

—¿Al menos se lo has dicho a Ezra? —mi mirada asustada me delata mientras ella se pone de pie en la habitación y cierra la puerta—. ¿Sabes que esto no le va a gustar para nada, verdad? Estamos hablando de algo serio.

—No debería serlo. Soy solo yo conociendo a alguien.

—A alguien que es parte del círculo social de Ezra.

—¿Mucho mejor, no? Ya lo conoce.

—No, Karol. No es así.

—¿Y entonces como es? ¿Por qué están celoso conmigo? —pregunto frustrada—. Necesito algo llamado "espacio", no que me sigan o vigilen.

—Eres la menor, Karol. Y él, es su amigo, solo te protege.

—Me a-bu-rre. Eso es lo que hace.

Madisson me mira cansada antes de volver a posicionarse sobre mi cama.

—¿Son amigos?

—¿Quiénes?

—Nathan y Ezra —respondo obvia, a la vez que apoyo mi cadera en el escritorio—. ¿Lo son?

—No tanto como Jacob, pero tiene su lazo.

Sabía que Ezra tenía un especial defecto por sobreponernos, porque para mí era eso. Un defecto. Sabía que era nuestro hermano, nuestro amigo, pero tenía un punto en el que llegaba a asfixiarme, y estaba segura de que si él llegaba a oír algo de eso se moriría.

DIOSA 2 | ¿Puede el hechizo ser eterno?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora