I just met who!?

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-Señorita Manoban, lo siento, pero realmente no podemos darle el puesto con tan poca experiencia.- Lisa asintió, lo sabía.

Agradeció a la dependienta y salió del local cabizbaja. Dejándose caer sobre una banca, sacó el periódico del bolso y tachó otro clasificado más.

Ya había recibido la misma respuesta en otros ocho lugares, pero su fe no disminuía. Lisa sabía que podría hacerlo.

Este era solo el comienzo.

La castaña se puso de pie con un suspiro, y abrió su paraguas rosa chicle por sobre su cabeza cuando las primeras gotas de lluvia rodaron por su rostro.

Al mudarse, no había tenido en cuenta el siempre encapotado clima de Seul. Y no es que le molestara, Lisa adoraba las tormentas, la lluvia y esos días fríos, perfectos para acurrucarse en la cama con un café y leer un buen libro. Pero las aceras siempre mojadas y resbaladizas no eran para nada seguras para una persona tan patosa como ella.

Lisa caminaba sobre Itaewon, esquivando los charcos con sus coloridas botas de lluvia a lunares, cuando sucedió.

Su bota derecha se atascó en una de los adoquines que conformaban la acera, y antes de darse cuenta, ya estaba cayendo al suelo a toda velocidad.

Durante un momento espero que unos fuertes brazos rodearán su cintura y la alzaran, evitando que cayera al suelo, como siempre sucedía en las películas.

Pero esos brazos nunca llegaron, y el trasero de Lisa dio de lleno contra la empapada acera.

-¡Mierda!-Exclamó la castaña, que a pesar de nunca jurar, no pudo evitar hacerlo en esta ocasión.

No se puso de pie de inmediato, sino que se quedó allí sentada, asegurándose de que estaba entera y no sangraba por ningún lado, porque ella, ante todo, era exagerada.

Una carcajada la hizo dejar de lado su auto-compasivo momento, y la castaña levantó la cabeza, enfadada.

-Idiota.-Masculló, fulminando con la mirada a la figura femenina encapuchada, que se reía a carcajadas un metro más allá.

La chica, tan alta que Lisa tenía que echar la cabeza hacia atrás para mirarla, iba totalmente vestida de negro. Unos jeans y botas negras cubrían sus largas piernas, mientras que una chaqueta negra envolvía aquellos anchos hombros. La capucha de la campera cubría sus cabellos, y llevaba puestos unos carísimos Ray Ban.

¿Quién usaba gafas en una ciudad que hacía días no veía el sol?

-Ya, cállate.

Lisa esta enfadada. Muy enfadada.

Enfadada con sus botas, con el suelo de Londres, con su torpeza y con la imbécil que se burlaba de ella, y que ahora se acercaba a ella unos pasos.

-Lo siento, es que-Otra risa, y Lisa consideró la idea de golpearla en la cara ahora que ella se encontraba de cuclillas frente a ella- el mohín que hiciste cuando caíste fue...- La muchacha sacudió la cabeza, todavía con una perfecta sonrisa torcida dibujada en su rostro. Una sonrisa que a Lisa se le hizo extrañamente conocida.-Lo siento. ¿Te encuentras bien?

Lisa bufó, poniéndose de pie con algo de dificultad, e ignorando con todas sus fuerzas la corriente eléctrica que la recorrió cuando la chica tomó su codo con fuerza, ayudándola.

-Lo estoy, y no es gracias a ti.-Refunfuñó.

-Lo siento.-Repitió ella, y Lisa por fin levantó la mirada de sus piernas, para observarla con fijeza.

San. Ta. Mier. Da.

-Carajo.-Lisa abrió los ojos como platos, mientras reconocía aquellas perfectas facciones.

They shine for you, my love 곷 ChaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora