8: Quiero, pero no debo

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Jimin me estaba enseñando los niveles del videojuego al que jugaba en el móvil. Llevábamos diez minutos riéndonos por absurdeces del propio videojuego, por ejemplo su forma de caminar o las frases de NPC de los personajes.

Jimin soltó una carcajada que me hizo reir más aun.

—Ay... Para ya... Me duele la tripa —dijo con lágrimas en los ojos.

—Tu eras la que quería jugar —dije riendo.

—Ahora lo veo desde otra perspectiva.

Las risas seguían hasta que escuchamos el timbre y, sin saber por qué, las risas frenaron de inmediato. Estaba tan cómoda que se me olvidó por completo que Ryujin iba a venir, ahi me sentí fatal.

Estar con Jimin hacia que las todo pasara a velocidad de la luz y era algo que no sabía si me agradaba o no, por el simple hecho de que ocurrieran cosas como estas.

Me levanté a abrir la puerta y la vi con una sonrisa reluciente. Rápidamente se acercó a abrazarme mientras dejaba la bolsa que llevaba en el suelo.

—Te echaba de menos —me dijo.

"Pero si nos vimos hace dos días", pensé.

—Y yo a ti —sonreí—. Pasa.

Cerré la puerta y al girarme vi como Jimin nos miraba desde el sofá. Agarré la bolsa de Ryujin para llevarla a la cocina.

—¿Palomitas? —le pregunté dejando las cosas en la cocina.

—Esta vez las he traido hechas.

—Mente lista —sonreí—. Si quieres espérame en el salón.

Ryujin dio una breve mirada y frunció el ceño al ver a Jimin.

—Pero... Esta Karina.

—Si, me preguntó que si se podía unir y no le dije que no.

—Oh... Vale, no hay problema.

Le di una breve mirada. Claramente le había molestado, pero ¿qué iba a hacer? ¿Echar a Jimin? No podría hacer eso. Además... ¿Por qué le molestaría? Es amiga de las dos, es una simple película.

Terminé de recoger la encimera de la cocina, saqué tres vasos y bebida y la llevé hasta el salón. En ese momento Ryujin y Jimin conversaban y reían como si nada, cosa que agradecí. Parecía que tenían bastante feeling.

Me acomodé al lado de Jimin y a los minutos Ryujin se puso a mi lado. Vaya, quedé completamente en el medio, no se si esto me desagradaba.

—¿La ponemos de nuevo por Karina?

Jimin hizo un puchero y sonreí.

—Claro, obviamente.

La pusimos de cero y le di al play. La película pasó tranquila pero era gracioso que casa vez que había un susto las dos se exaltaban o se tapaban en mi hombro. Una a cada lado, créeme que es normal que acabara riendo.

En un momento Ryujin brincó del susto haciéndonos reír bastante. A Jimin le iba a dar algo de la risa, más que susto parecía un espasmo.

—Que graciosa, no puedo... —le dijo riendo.

—¿Que quieres que haga si me ha asustado? —dijo casi molesta mientras Jimin reía más.

Que se llevaran bien era algo que me tranquilizaba, lo último que quería era crear algún conflicto por culpa única y exclusivamente de mí.

Al rato terminó la primera película e hice una pausa para ir al baño. Me dolía bastante la cabeza y probablemente era de no haberme puesto las gafas de vista. Dios, soy idiota. Me lo merezco por tonta.

el arte de enamorarse | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora