18: Ser y estar

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—¿Qué vamos a hacer ahora? —me dijo Jimin.

La tenía abrazada a mí en la cama, nos habíamos pasado veinte minutos besandonos y aún seguía sin creermelo. ¿Cómo voy a saber lo que vamos a hacer ahora si aun ni me creo esto?

—Por ahora, tu tienes una cita —dije y ella me miró con el ceño fruncido.

— ¿Todavía con eso? —se acercó a mi rostro—. ¿Es que no te ha valido todo esto —me besó— para entender que no quiero nada con ella?

Yo sonreí en el beso. Esto era cómo se sentía tocar el cielo, supongo. Tener a Yu Jimin abrazandome mientras me besa.

—Sigo sin creerme esto... Después de tantos años...

—Es culpa tuya por no habermelo dicho antes —recriminó.

—¡Oye! Que tenías novio.

—A lo mejor si lo hubiera sabido antes, me lo habría planteado antes.

—Idiota...

—Cobarde —susurró.

—Egoísta.

Ella me besó de nuevo sin avisar, me sacó una sonrisa.

—Nunca me había sentido así.

La miré.

—¿Ni con Jeno?

—Ni por asomo. Contigo siento paz, estoy a gusto. Me siento como en casa —sonreí.

—De hecho estamos en casa.

—Sí —sonrió—. Oye...

—Dime.

—¿Y la chica esa...?

—Hmmm??? —musité confusa.

—Aeri me dijo que habéis estado quedando mucho...

—Oh, Sooyoung.

Ella suspiró.

Cierto, Sooyoung. Ella realmente estaba empezando a interesarme, me parece una chica inteligente, interesante, guapísima... Pero estoy enamorada de Jimin, las cosas son así. A pesar de no haber empezado algo, se merece saber esto para que entienda mi punto de vista.

Le debo una conversación.

—Sí, Sooyoung. Pensaba que te gustaba...

—No voy a mentirte Jimin, es cierto que me atrae —ella bajó la mirada como si realmente no se lo esperara—, pero ella no es tú.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Pues que por mucho que me atraiga, es de ti de quién estoy enamorada.

Noté como un color rojizo cubría las mejillas de Jimin, aquello me dio mucha ternura... Le daria besos por toda la cara.

—Me tranquiliza eso —bromeó—, igual no podré evitarme sentir una cosita aquí dentro cuando os vea juntas.

—La sientas o no, debes saber que nunca haría nada que te hiciera daño, ¿vale? —ella asintió.

—¿Puedo darte un beso? —preguntó timida.

—¿Desde cuando preguntas? Llevas 20 minutos besándome.

—Por educación, supongo... —reí.

—Ven —dije atrayéndola a mí y besándola.

En medio de aquel beso alguien entró a la habitación.

—Chicas, he escuchado gritos, ¿os queda much.... ¡Oh dios! ¡Perdón! —exclamó Yizhuo después de vernos besarnos.

el arte de enamorarse | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora