17: Nada es lo que parece

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Acababa de salir de la ducha y escuché una conversación en el salón.

—¿Has quedado con Ryujin otra vez? —le preguntó Yizhuo a Jimin.

No debí haber escuchado aquello, y tampoco debí haber seguido escuchando.

—Sí, para cenar.

—Pero.... ¿Y Jeno?

—¿Qué pasa con Jeno? —rió.

—Pensé que aún lo tenias muy reciente.

—No se a que te estas refiriendo Ning, Ryujin y yo solo somos amigas.

—¿Estas segura? —rió.

—Sí, a mi no me gusta. Igual a Jeno no lo quiero ni ver.

—Bueno...

—¡Es verdad!

—Vale, vale —volvió a reir—. Tan solo ten cuidado, a lo mejor ella no piensa igual.

—Lo sé, pero descuida.

Terminé de lavarme los dientes y me iba a dormir ya, después de escuchar aquello se me quitaron las ganas de ver cualquier peli o serie. Primero pasé por el salón para coger mi móvil pero alguien me hizo frenar.

—Minjeong, ¿podemos hablar?

Rodé los ojos. Jimin, ¿de verdad era necesario?

—Sí, claro. Vamos a mi habitación.

Jimin asistió y me siguió hasta la habitación. Me senté sobre la cama y ella se dio una vuelta por la habitación... Aquello me estaba empezando a poner nerviosa.

—¿Y bien? ¿De qué querías hablar? —pregunté.

—¿Has besado a Sooyoung? —alcé las cejas.

¿Qué? ¿Y esta pregunta? ¡¿Cómo se había enterado?!

—¿Perdón? —dije incrédula—. ¿De dónde sacas eso?

—Olvídalo, no tengo que meterme donde no me llaman —dijo negando con ma cabeza.

—Pero de igual manera... ¿quién te lo dijo?

—Oh, o sea que es cierto —dijo con cara de pocos amigos. Eso me confundió más—. Me lo dijo Miles al final de la noche, no me contó nada más. Pensaba que era una broma.

Aparté la mirada y suspiré.

—Es cierto.

Ella no dijo nada, solo se quedó en silencio unos segundos. Yo notaba en su rostro que no sabía qué decir ni que hacer, la pregunta de todo eso era... ¿Por qué?

—¿Entonces si es verdad que te gusta? —preguntó con miedo.

—Ya te lo dije, no lo sé... —suspiré—. De todas formas, ¿por qué te preocupa tanto?

Noté como respiraba hondo. Mi mente empezaba a fantasear cosas que no queria pensar, porque si lo hacía crearía ilusiones donde no las hay y eso no era sano para mí.

—Porque no me lo contaste...

Suspiré.

—Igual, aunque nos besáramos, le dije que no podía.

— ¿Por qué hiciste eso?

—Porque no puedo empezar algo con ella sin antes terminar con mis sentimientos actuales.

Noté como tragaba saliva. Se quedó en silencio mientras se sentaba en la cama. Me causó bastante dolor decir aquello, no quería decirlo realmente, pero era lo mejor para que se entendiera.

el arte de enamorarse | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora