Lisa.
En serio no se que diablos se cruzó por mi cabeza cuando decidí aceptar la propuesta de los chicos pero ya era viernes por la noche y estaba arreglándome para la estúpida cita doble.
El auto de Simón estacionó en mi casa y supe que Jennie y Kai se encontraban dentro.
—Hola. —Dije al entrar en el asiento trasero mirando a Jennie de reojo.
Hubiera preferido no hacerlo. Estaba tan malditamente hermosa con ese vestido que casi me dolió que se haya puesto tan linda para alguien más.
—Estás preciosa —Simón me miraba por el espejo retrovisor.
—Gracias. —Le devolví la sonrisa.
Me pareció oír un gruñido de parte de Jennie pero quedó olvidado en cuanto el vehículo arrancó.
Nos llevaron a unos de esos elegantes restaurantes italianos en el centro de la ciudad, supongo que querían impresionarnos.
Bajamos todos del auto y ellos se encaminaron a la entrada del lugar dejándonos unos pasos atrás.
—Estas hermosa. —Casi susurré.
Ni siquiera la estaba mirando, fue sólo un impulso. Por alguna razón necesitaba que supiera que lo pensaba.
Ella me miró atónita y casi me arrepentí de decir aquello pero luego vi su rostro enrojecer y una pequeña sonrisa asomándose por sus labios.
—Gracias —Me regaló una bonita sonrisa—. Tú también estás hermosa.
Fue mi turno de sonrojarme.
—¿Vienen? —Ese era Simón tomándome de la mano.
Esta vez caminamos todos juntos dentro del local.
Apenas pude pensar en otra cosa que no fuera lo feliz que me había hecho ese comentario de Jennie, incluso más que el de Simón cuando entré al auto.
Traté de convencerme de que eso no era tan raro como parecía.