Jennie.
La cena transcurrió bastante entretenida. Simón sacaba tema a cada instante haciendo la conversación ligera y divertida, no era tan malo como pensaba.
Los cuatro habíamos ordenado spaghetti y nuestros platos casi estaban vacíos.
—Estuvo delicioso. —Comentó Kai.
—Cierto, pero creo que se me apetece más otra cosa está noche. —Habló Simón mirando directamente a Lisa mientras se acercaba a sus labios.
—Lisa! —Casi grité.
Tres pares de ojos me miraron curiosos casi al instante. Genial, ¿Y ahora qué? Sólo quería que no se acercará a ella. Piensa Jennie, piensa.
—¿Recuerdas cuando creimos que eras alérgica al spaghetti? —Esa pregunta vino sola. Ella me miró confundida—. Más bien a la salsa. —Expliqué.
—Si... Creo que sí —Respondió no muy segura.
—Recuerdo que comimos en mi casa y te hinchaste tanto que creí que explotarías —Reí—. Supongo que fue una falsa alarma. —Tomé de mi bebida.
Simón había vuelto a enderesarse en su asiento, misión cumplida. Pero al mirar de nuevo a Lis creí que trataba de atravesarme con la mirada, estaba furiosa. Tal vez me pasé un poco con esa historia, de todas formas no me arrepentía.
—Jennie... —Dijo entre dientes—. ¿Puedes acompañarme al baño, por favor?
Dios, ayúdame.
Se paró del asiento caminando en dirección al baño obligándome a seguirla.
—¡¿Qué diablos te ocurre?! —Me soltó a penas llegamos al baño. Estaba desierto.
—Mmmh... ¿A que te refieres exactamente? —Mi
voz sono un poco asustada.—Estás dejándome en ridículo frente a Simón — Parecía muy enojada.
—No creí que te importara demasiado —Respondí esquivando su mirada.
—¡Claro que me importal ¡Es mi novio! —Me miró como si fuera obvio.
Auch, eso dolió un poco.
—Al que no amas. —Señalé volviéndola a mirar.
—No respondiste a mi pregunta. —Dijo sería ignorando lo que acababa de decir.
Me sentía pequeña ante su mirada. Estaba recargada contra los lavabos y ella se sostenía con un brazo a uno de mis lados. Parecía que me estaba regañando por una travesura, en realidad así era.
—No lo sé. —Me encogi de hombros con mi vista en el suelo—. No me gusta que lo beses en frente mío. Dije sin pensármelo dos veces.
Cuando reparé en lo que había dicho me sentí patética, parecía dolida, no como su mejor amiga, más bien como una pequeña idiota enamorada de ella.
—Es asqueroso. —Me apresuré a agregar.
—¿Asqueroso? —Preguntó y por su tono de voz supe que estaba un poco decepcionada.
—Sí. —Enfrenté su mirada. De repente estaba enojada también.
—Por favor —Soltó una risa irónica—. Como si yo no tuviera que verte succionando la boca de Kai —Sus ojos echaban chispas—. ¿Te crees que eso no es asqueroso? —Levantó una ceja.
—¿Ahora yo beso Asqueroso? —Me aparté de ella más enojada que antes—. ¡Tú eres la que besa asqueroso! —Dije, otra vez, sin pensar.
—¿Yo beso asqueroso?! —Parecía ofendida—. Pues, no recuerdo que hayas pensado igual cuando te besé en mi habitación. —Soltó con el mismo tono que antes aunque sin gritar.
Casi me quedo muda.
—Yo qué iba a saber, era mi primer beso. —La miré sería.
—Entonces, ¿Si te beso ahora te parecerá asqueroso? —Preguntó acercándose lentamente a mí. Me puse nerviosa.
—Tal vez. —Respondí seca.
De repente tenía unas inmensas ganas de que me besara.
—¿Tal vez? —Soltó una carcajada tan sexy que las piernas me temblaron—. ¿Pretendes que te crea que te gusta más besar a Kai que a mí?
Diablos, cuanto extrañaba a esa Lisa engreída.
Estaba tan cerca mío que sentía su respiración mezclarse con la mía y su aliento sobre mis labios.
No pude hacer más que asentir casi hipnotizada con el movimiento de sus labios. Obviamente no pensaba eso, el beso de Lisa había sido mejor que todos los besos de Kai juntos.
Ella volvio a reír y a mi me volvieron a temblar las piernas, aun más.
—Bueno... No después de esto.
Sin decir más eliminó la distancia entre nosotras besandome de una manera desesperada pero sin dejar de ser tierna.
Me sostuve apoyándome en la puerta de uno de los cubículos mientras la atraía aun más a mí con mis manos en su cuello.
Esto no tenía nada que ver con el primer beso. Se había vuelto mas agresivo, como si todo el enojo de hace un momento lo estuvieramos descargando justo ahí.
Sus manos quemaban en mi cintura al igual que cada parte de mi cuerpo que conectaba con el suyo.
No sé cuanto tiempo estuvimos basándonos pero no fue suficiente.
Cada vez que mi lengua encontraba la suya me dejaba con ganas de ir más allá, y créanme de que no fueron pocas en absoluto.