Jennie.
Nunca creí que me pudiera hacer tan feliz estar entre los brazos de una persona, y mucho menos que esa persona sería Lisa.
Me sentía realmente segura estando con ella en su habitación o en la mía. Cuando me besaba hasta que lograba despertarme o cuando jugaba con mi cabello hasta que lograba quedarme dormida.
Me hacía sentir cosas que nunca nadie me había hecho sentir nunca antes, ni siquiera Kai cuando estaba perdidamente enamorada de él.
Claro que ahora las cosas habían cambiado. La única persona de la que me sentía perdidamente enamorada en este momento es de Lisa, y claro que no se lo decía, no hablábamos mucho de sentimientos entre nosotras.
A veces me gustaría dejar a Kai y que ella haga lo mismo con Simón para comenzar una relación de verdad, la quiero toda para mí, no quiero tener que compartirla.
No puedo decirle esto a ella porque tengo miedo de que lo tome a mal y quiera terminar con todo esto, no podría soportarlo. No se lo que pasa por su cabeza, tal vez piense que no valgo la pena o que no funcionaría y arruinaría nuestra amistad.
—Presta atención.
—Lo hago.
—No es verdad. —Lisa se llevó las palomitas a su boca sin quitar la vista de la pantalla.
Otra vez estábamos viendo películas. No entendía muy bien ésta porque estaba demasiado perdida en mis pensamientos pero creo que iba de zombies.
—No voy a explicarte si no entiendes. —Volvió a hablar.
—Pero si estoy prestando atención a la película. —Dije un poco enojada.
—Jennie —Lisa me miró riendo y no entendí por qué—. Es una serie.
Ahora lo entiendo, claro.
—Oh... —Intenté esquivar su mirada de burla
—¿En que pensabas? —Preguntó suave.
—En ti. —Dije sin pensar mientras jugaba con un cojín.
Miré de reojo como ella se volteó a mirarme, tal vez estaba sonriendo.
—¿En mí? —Asentí—. ¿Y qué pensabas exactamente? —Quiso saber.
—No voy a decirte. —Tomé el recipiente casi vacío que tenía en sus manos y me dirigí hacia la cocina.
Ella me siguió.
—¿Por qué no? —Se recargó en la encimera mientras yo metía palomitas nuevas en el microondas.
—Porque es privado. —La miré recargándome yo también en la encimera justo frente a ella.
—No es privado si estabas pensando en mí. —Discutió.
—Si lo es, no sabes lo que estaba pensando y no quiero que lo sepas.- Me encogi de hombros rogando que deje de insistir.
—¿Estabas pensando en mí de una manera mmmh... caliente? —Levantó una ceja.
—¡Claro que no! —Negué al instante. Ella soltó una carcajada.
—Sólo pregunto. —Se encogió de hombros aun riendo. Cuando al fin se calmó siguió mirándome con una sonrisa.
—¿Que? —Me movi incómoda.
No dijo nada. Camino los pasos que nos separaban hasta que la tuve en frente, la sonrisa no se iba.
Cerré los ojos cuando ella se inclino para besarme, sin embargo nunca sentí sus labios en los míos. Se movió un poco más hasta llegar a mi cuello en donde si dejo un beso. Suspiré.
—¿No vas a decirme? —Susurró en mi oído. Negué—. Bien —Se alejó con una sonrisa de suficiencia.
Antes de que pudiera irse la tomé por el cuello uniendo al fin nuestros labios, no iba a irse de esta cocina sin besarme.
Lisa puso sus manos a mis lados encima del mármol sin tocarme, gruñí por eso. Aún así se mantenía lo mas cerca mío que podía y me devolvía el beso con la mismas ganas que yo.
—Me molesta cuando no me tocas. —Me separé un poco para hablar sin abrir los ojos. Ella río.
—¿Cómo quieres que te toque? —Preguntó
—No lo sé, sólo hazlo. —Suspiré.
Volvió a besarme y esta vez llevó sus manos a mi cintura acariciándola. No estuvo allí por mucho tiempo, movió sus manos hasta mi trasero el cual apretó para levantarme y subirme a la encimera. Solté un gemido involuntario sintiéndome avergonzada pero ella sólo siguió besándome mientras acariciaba mis muslos y piernas.
El asunto iba a seguir mucho más allá si no hubiera sonado la maldita alarma del microondas. Nos separamos agitadas, sentí mis mejillas arder por lo que acababa de ocurrir pero me relaje cuando ella rió.
Seguimos viendo la serie y agradecí que los otros besos que continuaron en la noche no fueran ni la mitad de exitantes que ese.
