Veintiuno

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Jennie.

El fin de semana se había pasado volando, era lunes y estaba obligada a empezar la semana con una aburrida clase de física.

No se diferenciaba mucho a cómo había sido mi fin de semana, me la pasa haciendo tarea y terminando proyectos, muy divertido.

Le hablé a Lisa varias veces pero sus primas habían llegado desde Tailandia y no podía salir. También hable con Kai pero siempre tenía una excusa, de todas formas no tenía muchas ganas de estar con él. Mis otras amigas estaban igual que yo: con tareas hasta la cabeza. Así que se me hizo difícil no ver a otra persona que no sean mis padres por dos días.

Incluso era agradable ver la cara de la profesora Daniells después de tanto.

El día pasó tan lento como cualquier otro lunes. Hasta que al fin llegó biología que no era específicamente mi materia favorita pero la compartía con Lisa y eso alegraría un poco mi mañana.

—Hola babe. —Sonrió al sentarse a mi lado.

Amaba cuando usaba ese tipo de nombres conmigo.

—Hola. —Estoy segura de que mis mejillas estaban rojas.

—¿Qué hiciste el fin de semana?

—No mucho —Me encogi de hombros.—. ¿Y tú?

—Sólo extrañarte. —Respondió de manera despreocupada mirando al frente.

Volví a sonreír inconscientemente.

—No es broma. —Volvió a hablar mirándome con una sonrisa esta vez.

—Yo también te extrañe, Lis. —Esta vez yo mire al frente.

—¿Puedes venir a mi casa más tarde? —Preguntó acercándose un poco más a mi. Asentí—. Genial. —Volvió a enderesarse en su asiento.

El resto de la clase transcurrió con normalidad. Me despedí de Lisa con la promesa de que iría a su casa después de clases, sin falta.

—¡Hola!

Casi tiro todos los libros que intentaba meter en mi casillero cuando alguien me tomó por sorpresa.

—¡Idiota! No me asustes así. —Lo golpeé en el brazo.

—Lo siento —Kai rió y me ayudó a acomodar los libros—. Ahora si, hola. —Dejó un pequeño beso en mis labios.

—Hola.

—¿Va todo bien? —Preguntó al empezar a caminar.

—Sí, ¿Qué hay de ti?

—Bien, creo. El fin de semana ha estado pesado. —Hizo una mueca mientras pasaba una mano por su cabello.

—¿Por? —Pregunté para sacar tema.

—Mis padres me han hecho hacer deberes de la casa todo el sábado y la única vez que vi a Simón no paraba de presumirme lo de Lisa. - Explicó amargado.

Mi corazón dio un vuelco al oír su nombre, ¿Qué pasó con Lisa?

—¿Lisa? —Frunci el seño—. ¿Qué cosa de Lisa? — Intenté no parecer tan desesperada.

—¿No te lo dijo? —Me miró extrañado.

—¿Decirme qué? —Estaba perdiendo la paciencia y se veía en mi tono de voz.

—Se acostaron. —Dijo divertido, como si fuera gracioso para él.

Sentí que se me caía el mundo. Intenté parecer tranquila, tal vez no había escuchado bien.

Por favor que no haya escuchado bien.

—¿Lisa y Simón? ¿Se... Se acostaron? —Dije no muy segura de querer saber la respuesta.

—Sí. —Respondió sin prestar mucha atención—. El vienes por la noche, según lo que él me dijo. Que raro que ella no te lo haya comentado, tal vez lo olvidó —Se encogió de hombros— Oh, mierda, tengo gimnasia en cinco minutos. Nos vemos amor, luego te llamo. —Desapareció por el pasillo después de dejar un beso en mi frente.

Por supuesto que el no lo sabía pero cada palabra que decía sobre Lisa y Simón se sentía como una pequeña espina en mi corazón.

Y ahora estaba allí, en el medio del pasillo, sola, con el corazón lleno de espinas e intentando no derramar ni una sola lágrima.

Pruébame - Jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora