Treinta

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Jennie.

Decidí que ver a Lisa dormir era mi cosa favorita.

Sus facciones estaban tan relajadas y su respiración tranquila, estaba boca abajo mirando en mi dirección y podía ver sus hombros desnudos.

Delinee con mi dedo su nariz, sus labios, sus ojos, hasta que llegue a la herida en su ceja y pase mi dedo al rededor con cuidado de no tocarla. Una mueca se formó en mi rostro.

Estúpido Kai, lo peor es que todo era mi culpa, sino hubiera sido tan ciega...

—No hagas eso —Me sobresalté cuando la oí hablar—. No te sientas culpable. —Todavía tenía los ojos cerrados.

A veces me sorprendia lo mucho que me conocía.

—Pero es mi culpa.

—No es tu culpa que Kai sea un imbécil —Abrió solo un ojo para mirarme—. En todo caso sería mi culpa por tratar de ser un héroe —Volvió a cerrar los ojos—. No salió como esperaba

Solté una pequeña risa.

—Gracias por defenderme. —Me acerqué a su mejilla para dejar un beso.

—Esperaba más agradecimiento que eso. —Dijo con una sonrisa mientras abría los ojos completamente.

Su rostro era tan tierno cuando recién despertaba.

—¿No tuviste suficiente anoche? —Levanté una ceja.

—Nunca voy a tener suficiente de ti.

Después de eso no pude hacer más que acercarme y besarla, ella me correspondió al instante y puso su mano en mi mejilla.

No sé cuánto tiempo estuvimos así entre besos y caricias hasta que ella se levantó para cambiarse, no me gustaba la idea pero yo hice lo mismo.

Estaba abrochando mi pantalón cuando sentí sus manos en mi cintura, todavía no me ponía una camisa.

—Estoy enamorada de tu cuerpo —Dejó un beso en mi cuello.

—Y yo del tuyo, pero nunca voy a terminar de cambiarme si me dices esas cosas. —Me volteé para quedar frente a ella.

—Lo siento. —Rió.

¿Como podía pasar de ser sexy a tierna en solo un segundo?

Volví a besarla. Esto era un problema, sentía que no podía tenerla cerca sin tocarla.

Pasamos el resto del día viendo películas en el sofá de mi sala. Agradecí que mis padres no estuvieran, así podía besar a Lisa las veces que quiera.

No quería despedirme pero ya era tarde y no quería que ella tuviera problemas en casa.

—Luego te llamo —Susurró contra mi cabello aún abrazándome. Asentí—. Nos vemos —Me dio un último beso y luego salió.

Suspiré al cerrar la puerta y no pude evitar sonreír. Todo estaba bien al fin, no podía estar más contenta.

Habían pasado unos diez minutos desde que Lisa se habia ido cuando la puerta volvió a sonar. Fui a abrirla y me sorprendía a encontrarla al otro lado un poco... agitada.

—Lo siento... —Respiró con dificultad— Es que estaba a mitad de camino y... y me di cuenta de que no te lo había preguntado, uf no puedo respirar. —Se puso una mano en el pecho.

—¿Estás bien? —Reí.

—Sí... Sí... —Asintió.

—¿Qué tienes que preguntarme? —Levanté una ceja. Sus mejillas se tornaron rosas.

—Eh... No sé como preguntarlo, yo... yo quería saber, no pienses que te presionó ni nada pero... mmh... ¿Quiereserminovia? —No me miró al decir lo último.

Quise reír por lo nerviosa que estaba pero no quería que Lisa se sintiera mal, de todas formas quería divertirme con ella.

—¿Qué?

—Vamos Jen... No me hagas repetirlo. —Parecía incómoda.

—Es que no escuché. —Me crucé de brazos.

Ella bufó antes de hablar.

—¿Quieres ser mi novia? —Preguntó más claro esta vez.

—¿Está bromeando? —Pregunté manteniendo mi postura.

—¿Qué? —Me miró asustada—. No... No... Pero si no quieres sólo dil...

Ya no pude aguantar más y me acerqué a besarla antes de que le agarré un ataque de nervios.

—Claro que quiero ser tu novia, tonta. No tienes que preguntarlo.

Ella sonrió ampliamente antes de volverme a besar.

—¿Puedo decirle a mis padres que voy a pasar aquí la noche? —Sugirió sobre mis labios.

—Eso me gustaría. —Reí.

(...)

* × Queda sólo el último capítulo. 😿

Pruébame - Jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora