Lisa.
Como si mi vida no fuera lo suficiente complicada ya los estúpidos profesores se encargaban de que sea miserable con todos esos deberes. No bromeo, apenas veía la luz del día.
Hoy era una de esas ocasiones en las que podía salir al exterior por un momento.
Iba camino a la casa de Simón para hacer uno de los trecientos trabajos asignados. Teniendo en cuenta que mi antigua compañera de trabajos actualmente me odio ahora me veía obligada a hacer los trabajos con él. No me quejo, era muy inteligente.
Tenía tiempo de sobra y como una señal del destino una pequeña cafetería se cruzó en mi camino, nunca había entrado allí pero necesitaba un poco de café.
Metí las manos en mis bolsillo en busca de dinero mientras decidía que tomar, creo que sólo un capuchino.
Después de comprar el café me senté en una de las mesas, sólo un momento, es que hacía frío afuera.
Miré al rededor, era agradable. El techo era alto, había estanterías con libros, sillones. La gente parecía feliz allí adentro, un hombre con su hija pequeña, un grupo de amigos conversando, Kai besando a una chica que no es Jennie, una pareja de ancianos....
Espera, ¿Qué?
Entorné mi vista esperando que mis ojos me hayan engañado y casi me caigo de la silla al ver que si era Kai y efectivamente estaba besando a una chica que no era Jennie, hubiera reconocido a Jennie.
Me paré hecha una furia y comencé a caminar en su dirección. No tenía idea de lo que haría, ¿Golpearlo? ¿Insultarlo? Tal vez ambas. ¿Cómo podía hacerle eso a Jennie? Imbécil.
—Hey. —Un chico alto y rubio se interpuso en mí camino.
Intenté ignorarlo y seguir caminando pero él no me dejaba
—¿Qué quieres? —Casi grité mirándolo enojada.
—Solo saludar —Sonrió—. Hola.
—Adiós —Intenté apartarlo de nuevo pero no hubo caso—. ¿Y ahora qué? —Pregunté furiosa esta vez.
—Tranquila... —Volvió a sonreír—. Es que estabas sola y quería saber si querías compañía.
—¿Qué? No, gracias. —Intenté escapar como por cuarta vez pero de nuevo no pude, mi paciencia se agotaba.
—¿Y que tal si salimos de aquí?
—No, lo siento.
—¡Vamos! ¿Por qué no? —La sonrisa no se iba de su rostro y comenzaba a molestarme.
—¿Puedes sólo moverte de mi camino? —Bufé.
—Sal conmigo.
-No quiero hacerlo. —Respondí de mal humor.
-¿Por qué no?
—¡Porque estoy enamorada de una chica y no necesito otro idiota en mi vida! —Grité sin pensarlo muy bien.
El chico abrió mucho los ojos, parecía muy sorprendido, tal vez fui muy dura pero al menos funcionó.
Aproveché su estado de shock para al fin poder pasar a su lado, busque la mesa de Kai desesperadamente pero no estaba en ningún lado, ya se habría ido con su estúpida chica esa, imbécil.
Muy bien, ¿Y ahora qué hago? ¿Llamar a Simón? No, el iría tras Kai y le partiría la nariz, no me desagradaba la idea pero le traería problemas. Lo único en lo que podía pensar es en Jennie, ni debe tener ni idea, mi corazón se encogió.
Estúpido Kai, tiene a la chica más especial de todo el universo y la desperdicia por una plástica que... ¡Ugh! Ni siquiera es tan linda.
Antes de que mi cerebro pudiera formular una idea mejor me encaminé a toda velocidad. en direccion a una casa que no había pisado hace semanas.