Capítulo doce

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30 de Abril de 2013.

Los pasillos de la universidad me parecen más grandes y chicos que ayer o es soy yo al presentar que estoy en peligro. Alejo esa idea muy lejos de mi mente, camino hacia las escaleras para ir a mí próxima clase pero el cuerpo de Zeev me prohíbe el pasó.

Mi mente dice que corra, mi cuerpo no responde a ese mandato. Me pongo a la defensiva cuando Zeev trata de avanzar hacia mí, no quiero que me toque o me mire, no quiero que siquiera respiré mí mismo aire pero sé que eso es imposible. Sé que él me odia por todo lo que ha estado pasando, mi relación con Colín me ha puesto en este aprieto, bueno la mentira de él.

Zeev coloca una mano sobre mi muñeca jalándome hacía él, trato de escapar pero no puedo, mantiene su fuerza en mí. Su otra mano va hacía mi mejilla, acariciando mi mejilla.

—Debí mantenerte a mi lado, nunca debí hacer que abortaras —dice, su mano viaja hacia mí cuello.

—Déjame en paz, Zeev —le digo, me zafo de su agarré para caminar hacia atrás. —. No seas hipócrita, nunca me amaste solo estás así porque tendré el bebé de otro. ¡Por qué es otro quién me da todo lo que tú nunca me diste!

Zeev me agarra del cuello, me empuja hacia la pared más cercana del lugar. Sus dos manos presiona en mi cuello, me deja sin aire haciendo que mis pulmones ardan de dolor. De en busca de aire.

— ¿Por qué no abortaste su bebé? —su agarré aprieta más —, ¿Por qué era mi bebé por eso le quitaste la vida? O, ¿acaso sólo era una mentira para cazarme?

Busco aire pero me es imposible hacerlo, alzó mis manos hacia su rostro pero pierdo la fuerza. Todo se empieza a poner puntos negros hasta que todo es oscuro, hasta que ya no siento el aire en mis pulmones. Pienso en mi bebé, es lo que más me preocupa pero no puedo hacer nada. Nunca pensé que Zeev fuera a llegar hacer esto, siempre pensé que él no era asípero en el fondo sabía que sí. Ahora estaba pagándolo.

                           

Las manos de Zeev fueron retiradas de mi cuello, una mano caliente y con callos darme una bofetada. Un suave susurro me decía que volviera pero no podía, mi cuerpo se sentía pesado y aunque el aire parecía llegar a mis pulmones yo no parecía encontrar camino hacia ellos.

Acaricias suaves, seductoras son esparcidas a lo largo de mi rostro. Parpadeo dos veces antes de abrir por completo mis ojos, me encuentro con los ojos de Colín. Sus ojos verdes pálidos, se ven de un azul bajo, cielo, pero el verde está ahí transformado en otro color. Miro su camisa, es un polo azul, eso es lo que transforma sus ojos. Los colores de su ropa. Una pequeña sonrisa nace de sus labios, me doy cuenta de que he estoy sonriendo.

—Hola tú  —susurra, su respiración golpea mi rostro lo que me hace ponerme un poco nerviosa.

—Hola tú  —lo imito.

— ¿Quieres agua?

Colín solo estira su mano en el mueble a lado para coger el agua, me tiende el vaso con una sonrisa en su rostro. Bebo el agua del vaso porque, a) me estoy muriendo de sed y b) no me acuerdo de nada o del como acabe aquí. No recuerdo haber venido a este lugar, es una habitación de un hotel o algo parecido ya que tiene una buena decoración.

Frunzo el ceño, me siento en la cama para posar mi espalda en el respaldo de esta. — ¿Dónde estoy?  —le pregunto a Colín.

—Estas en mi casa —dice orgulloso —, ¿te acuerdas de lo que paso?

Niego. Observo como Colín pasa de estar sonriente y feliz a serio y triste, de pronto siento una punzada en mi corazón que ignoro porqué al parecer esto es importante.

Pequeña Mentira #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora