Pequeño Colín: Elsy.

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2 de Enero de 2001.

Mamá esta hablando o mejor dicho, gritándole a Corey que no quiere levantarse de la cama para ir a la escuela, como siempre, creo que llegaremos tarde.

Genial, otro retardo para este chico. 

Lo que me pone de mal humor es que Corey siempre se levante tarde, en lugar de levantarse temprano y preparar sus cosas para ir a la escuela,  él solo duerme y come. Si sigue así será un niño con un gran problema.

—Come rápido, papá ya estará acá para pasarnos a dejar a la escuela —dice mi mamá dejando un vaso de zumo para mi—, ¡Corey baja ahora!

—No ira mamá, él ya no quiere ir a la escuela —digo para después darle un mordisco a mi sándwich.

— ¿Cómo que no quiere ir a la escuela?

Me encojo de hombros, no se que le sucede a mi hermano sólo se que ya no le gusta ir a la escuela y que su animo se ha ido a la mierda. 

Papá hace sonar el claxon dándonos nuestro aviso de que debemos salir, tomo un poco del zumo qué mi mamá me dejo para luego despedirme de ella.

Si, como dije, Corey no iba ir hoy a la escuela.

****

En mi salón de clases hay una niña que me hace querer protegerla, ella se llama como mi mamá, Elsa. Yo la llamo Elsy, es más fácil y es más lindo. Aunque el nombre de mi mamá es hermoso y lindo pero Elsy tiene la misma belleza qué mi mamá.

Elsy es un poco más baja que yo también es un año menor qué yo, por lo que ese sentimiento de protegerla de todos.

Me acerco a ella, Elsy me ve venir y sonríe. Siempre he sabido que su sonrisa es oscura, ella siempre tiene algo en mente y su sonrisa lo demuestra.

—Hola —la saludo.

Elsy solo asiente, vuelve a la vista a su bloc de dibujos para seguir dibujando lo que creo que es el patio de la escuela.

— ¿Cómo has estado?  —le pregunto.

Su cabello pelinegro se vuelve hacía su rostro, alzó mi mano para correrlo hacia atrás y mirar su rostro. Sus ojos azules me observan con sorpresa, nunca antes la había tocado. Le sonrió, mí mamá dice que mi sonrisa es encantadora y quiero que ella la vea.

— ¿Por qué me tocaste?  —me pregunta sorprendida—. Nunca lo habías hecho.

—Tu cabello me tapaba la vista en tu dibujo —contesto con sinceridad.

Elsy asiente y sonríe, ata su cabello en una coleta para después enseñarme lo que dibuja. No es el patio de juegos, es un árbol. Un gran árbol, parecía ser uno de ya hace años. Un centenario.

—Es hermoso. 

No tenía que mentir, Elsy siempre hacia las cosas hermosas, siempre las volvía hermosas.

—Es un centenario, mi mamá me llevo a verlo cuando era una niña —se encoje de hombros —, a veces me gustaría estar ahí.

—Se ve tranquilo.

—Es un lugar lleno de paz, hermoso, todo lo que nunca te imaginas.

— ¿Es un santuario?

Elsy me miro desconcertada, asentí hacia su dibujo.

—Oh, si, el lugar era un santuario —mira hacia otra parte—. El santuario fue cerrado hace dos años, por lo que dijo mi papá.

Asentí. El timbre se escuchó por todo el lugar, esa era nuestro aviso de que teníamos qué volver a clases, de ir adentro.

Pequeña Mentira #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora