Capitulo 36

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Narra Emma.

No entiendo cómo sigo empeñada en ayudarlo a mejorar su vida cuando claramente le gusta vivir de ese modo, rodeado de drogas, matones y todo lo que tenga que ver con la palabra ILEGAL, me parece algo totalmente egoísta de su parte que no piense siquiera en mi seguridad, que sabiendo todos los riesgos que eso conlleva aún así quiera tenerme cerca suyo; si los papeles fuesen diferentes estoy segura que yo lo mantendría lejos con tal de no poner en riesgo su vida y su sano juicio, pero vale, de algo tenemos que entender que su sano juicio está tan podrido como el ambiente en el que se rodea.

No voy a darle muchas vueltas al asunto, ya lo hablaré con él en cuanto las cosas estén más frías, mientras tanto voy a dejar que el se encargue de su mierda solo sin meter mis narices dónde no me conviene.

Sin decir una palabra me bajo del auto y camino hacia la puerta, busco las llaves y me adentro al lugar más aburrido y deprimente que puede haber en este despreciable mundo, mi casa. Dejo las llaves en la mesa junto a la puerta, no sin antes ponerle seguro a la puerta, quito mis zapatos y me dirijo a la cocina. Con tanto drama se me antojo unas tostas con cacahuate y zumo de naranja.

Comienza a sonar mi móvil, era Mía y pensándolo bien me apetecia estar con una amiga ahora.

-Mia, que raro tu llamándome a estas horas- murmuro mientras termino de preparar mi "cena*.

-Joder, ¿estás en tu casa? me muero de aburrimiento- se escucha su terrible bocota desde el otro lado de la línea.

-Claro, pero que aquí no pretendas que me disfrace de payaso- Una fina carcajada se escucha desde el otro lado de la línea, sonrió y cuelgo la llamada.

No pasan muchos minutos antes de que el timbre suene por toda la casa, con mi tosta en la mano camino hacia la puerta, del otro lado se encuentra nada más ni nada menos que Mia, estaba diferente, algo tenía de raro su rostro.

Perso claro, se tinto el cabello, ya no parecía una rubia hueca, ahora tiene su color natural, castaño claro. En mi opinión, le queda divino.

-Que cambio amiga- sonríe y me abraza, le correspondo y la invitó a pasar.

-Tu no has cambiado, un cambio de look no te vendría mal- sonríe dejando todas sus pertenencias en el sofá. Que desorden.

-Sabes que mi pelo no se toca ni aunque me ofrecieran cien millones de dolares- sonrió levemente y le extiendo mi mano indicándole que tome el sándwich.

-Hay una fiesta, no muy lejos de aquí- ruedo los ojos y ella sonríe complaciente.

-Con razón vienes a visitarme- me enojo de hombros.

Pensándolo bien no es una mala idea, mi noche aún no termina y un baile no le hace mal a nadie.

-Bien, te prestaré ropa- ambas sonreímos y se levanta del sofá.

Subimos las escaleras rumbo a mi habitación, toma asiento en mi cama mientras que yo abro mi armario y comienzo a inspeccionar.

Le extiendo un vestido negro ajustado, ella sonríe y se dirige al baño. En cuanto a mi decido por ponerme un vestido rojo vino junto a unas sandalias del mismo color, sonrió satisfecha y comienzo a vestirme para proceder a arreglarme el desastre que tiene mi pelo.

Comienzo a creer que Mía tiene razón, debería cambiar un poco mi pelo, ya no le encuentro forma.

Mia se queda boquiabierta al verme y larga un chiflido de admiración.

-Si fuese tío te estaría follando en este instante- Ríe y camina hacia la puerta- Anda, se hace tarde.

Salimos de la casa y nos dirigimos al auto.

La música de comienza a hacer mucho más fuerte a medida que vamos avanzando por la asera, estacionamos a pocos metros de la entrada y nos bajamos del auto, miradas y chiflidos comienzan a hacerse presente por toda la cuadra y no nos olvidemos de las barbaridades que nos gritaban, caminamos a hacía la entrada haciendo caso omiso mientras esquivamos a unos cuantos borrachos que se nos acercaban.

Una vez adentro unas cuantas miradas nos invaden las cuales ignoramos para ir directo a la barra a pedir un delicioso Tequila.

-Está noche voy a embriagarme hasta olvidar mi nombre- Murmura Mía antes de beber de su tequila.

-Brindemos por eso- sonrió y repito su acción.

Nos dirigimos a la pista y comenzamos a bailar, muchos chicos comienzan a acercarse como si fuesen lobos sedientos por comer, o algo parecido. Me doy vuelta y entrelazó mis brazos en el cuello de un chico que a mí parecer estaba bastante bueno, vestía una camiseta negra que dejaba resaltar sus bíceps tonificados y llenos de tinta, mis dedos comienzan a jugar con su hermosa cabellera negra y mis caderas bailan al compás de la música. Sus manos rodean mi cintura dirigiéndose a mi espalda baja acercándome más hacia su pecho, lo miro mientras
muerdo ligeramente mi labio inferior.

Hoy me levanté re loca

Rio de lo que acabo de pensar mientras que el chico me mira con burla.

-¿Tengo algo en la cara?- pregunta acercando sus labios a mi oído. Me estremecí y retrocedi lentamente

Esa voz...se me hacía familiar

¿Brando? o quizás...

No... él no puede ser.

Él está muerto.

Mi estupido niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora