Otra vez, frente esa puerta blanca, esperando ser llamada por esa espantosa mujer que odiaba tanto pero que a su vez me hacía tan bien.La puerta se abre, y una mujer de tez morena se apoya en el umbral de la puerta, me observa detenidamente y en cuanto levanto la cabeza realiza un ademán con la cabeza para hacerme saber que es mi turno de sentarme en asiento de la tortura, otra vez debería de contar sobre todo aquello que eh estado pensando, desenterrar nuevamente los sentimientos que tenía hacia aquella persona a la cual ame y nunca creí que llegaría a lastimarme; otra vez me encontraba allí desenterrando todo lo que alguna vez enterré.
-Muy bien, Emma- murmura anotando algo que no alcanzo a leer en su libreta negra tan amargada como ella -¿Cómo has estado estos últimos meses?
Otra vez esa pregunta, pregunta tan detestable como ella y como él, ¿es que esta mujer nunca se aburre? ¿Es que esta mujer no tiene vida propia y se divierte de todo el drama en la que se convirtió la mía? Esta mujer es una puta loca detestable.
-Es que enserio eres una puta mujer detestable- la miro con odio, no me molesto en siquiera preocuparme por haberla insultado- ¿quieres saber sobre Brando? Pues mira, no volvió, no me llamo y me abandono. Se fue, es simple, se fue con esa perra barata que cobra por un beso en las tetas, se quedó con él, ganó ¿y yo como me siento? Pues, estoy pagando una psicóloga inservible que se piensa que mi vida es un puto drama, no me quejo, yo también lo creo pero cansa que repitas las mismas preguntas como un puto loro, ¿por eso te pagan?- de verdad está mujer no me soporta, yo tampoco a ella, pero su cara y por cómo mira su reloj cada medio segundo me indica que quiere que me vaya.
Tomo mis cosas y me voy, tenía que llegar al instituto, estaba tarde y perdí una clase. Lo bueno que Brando no haya dado señales de vida durante más de cuatro meses es que pude avanzar demasiado en mis estudios y sentarme en lo que de verdad importa, nada más ni nada menos que mis estudios.
Estaba vestida medianamente presentable para el instituto, el caso era que ya no me apetecía lucir de la mejor manera, por lo tanto me guiaba más por la ropa holgada.
Al llegar al instituto me dirijo hacia mi próxima clase puesto a qué la anterior tuve que saltearla por la puta loca, entonces me dirigí a álgebra, una materia que odio pero que soporto. Tomaba nota, prestaba atención pero algo me interrumpía, era él, ¿de verdad me había abandonado o solo decidió tomarse un tiempo?
No entendía, cuando todo comenzaba a tornarse hermoso, cuando ya no existían peleas o cuando ya no había lugar para pensar en inseguridades terminaba sucediendo lo mismo de siempre, el primero en cagarla era él, el primero en alejarse era él y por sobre todo el primero en hacer que mi mundo se derrumbe era él.
La puerta se abre, mi atención no se dirige hacía ella, pero su voz, esa voz que podría reconocer en cualquier lugar y en cualquier momento, mi mirada se levanta, sus ojos se encuentran con los míos y un suspiro se escapa de mi boca.
No estoy preparada para esto, no para enfrentarlo, no todavía, no quería hablar con él, no quería estar cerca suyo puesto a qué sabía perfectamente que si yo me acercaba por lo menos un centímetro cerca suyo volvería a caer una y otra vez en sus mentiras, en sus labios y en sus ojos, pero tengo que calmarme.
-Tuve un percance este último tiempo, lamento la desaparición pero prometí ponerme al día- estaba diferente, tenía el pelo más largo, más tatuajes sobresalían de su ropa y tenía barba, pero por sobre todo, algo raro decía su mirada cuando me observaba, era diferente, parecía rencor, dolor y un poco de asco.
Me observa de esa forma y fue de el la culpa, maldito simio subdesarrollado, ya veo que su cerebro no se desarrolló siquiera un poquito, puto loco.
Mis amigas me observan, buscan mi mirada como yo las de ellas, ellas más que nadie sabían cuánto lo llore o cuánto sufrí su desaparición repentina, pero por sobre todo, ellas sabían dónde estaban pero no quería buscarlo, no quería ser yo la que de el brazo a toser, por qué ni quería ser yo la que nuevamente arreglaba algo que nunca había roto.
Toca el timbre, guardo mis cosas y me dirijo lo más rápido posible había mi lugar favorito, un lugar donde pasaba el almuerzo completamente sola, recostada en el suelo mirando la oscuridad que me abrazaba. Esconderse debajo de las gradas del gimnacio es el mejor lugar que encontré en mi vida, nadie sabe de ese lugar, nisiquiera mis amigas y agradezco eso, este último tiempo me aisle en mi propia burbuja alejándome de absolutamente todos.
-te encontré- susurran arriba mío, esa voz otra vez. ¿Cómo no pude percibir su aroma hasta ahora? ¿Cómo no pude escuchar nada? Y por sobre todo, ¿cómo hizo para que no entre luz? Por instinto mi rodilla golpea con los que supongo yo que eran sus genitales por como se tiró en suelo y se quejo mientras que me propina alguna que otra grosería-
-¿que quieres?- pregunto sería, me siento en el suelo y prendo la linterna de mi celular alumbrandolo- no quiero verte y mucho menos hablar contigo- se sienta a mi lado y toma mi mano que lo cual quitó inmediatamente y me alejo-
-Emma, escucha- murmura mirándome con aquellos ojos negros que provocaban que todo mi mundo se derrumbe, pero esa Emma cambio, ya no quiero escuchar sus mentiras y mucho menos sus escusas-
- ¿Es que acaso te afectó el golpe? ¿No entiendes que no quiero escuchar tus porquerías? Vete y déjame sola, estuve mejor sin ti y puedo seguir así maldito inservible- ya estaba comenzando a ponerme nerviosa, tenerlo cerca me desespera y más si no puedo tocarlo, puto orgullo.
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Mi estupido niñero
Teen FictionNo podía creer lo rápido que puede llegar a cambiar tu vida; en un momento eres feliz y en el otro simplemente te das cuenta que todo es una farsa.