capítulo 42

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Me siento en el banquito de mi tocador, me arreglo la coleta y me pongo la camisa del uniforme

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Me siento en el banquito de mi tocador, me arreglo la coleta y me pongo la camisa del uniforme. Tomo mi mochila y salgo de la habitación dejando a Athena dormida.

Hoy es su primer día en la nueva guardería, estaba emocionada por ello, bajo sin hacer ruido y me topo con los chicos abajo.

—¿Y Iván?—Pregunto dejando la mochila en el sofá.

Tenemos que ir a la central, hoy tengo que llevarlos al laboratorio para hacer algunas cosas con las muestras de sangre que les pedimos al llegar.

—En su habitación.—Habla Gabriel y me sonríe raro.

—¿A ti qué bicho te pico? No me mires así.—Hablo mirándolo con mala cara.—Les mandé a decir ayer que los ocupaba temprano despiertos.

—Ve a buscarlo, vamos a ir subiendo al auto.—Le vuelvo a mirar mal cuando me vuelve a sonreír.

—Ya... Deja de mirarme así. Me das miedo.—Subo a buscar al ruso corriendo.

Entro a su habitación y cierro la puerta, me cruzo de brazos al verlo acostado boca abajo. Ni siquiera se ha levantado por lo que gruño de malas, me alejo lo suficiente para tomar impulso antes de correr y lanzarme sobre él.

—¡Arriba soldado!—Se da vuelta sobresaltado.

—¿Qué carajos?

—Te dije que los quería despiertos temprano, levanta el trasero y muévete.—Digo bajándome de la cama.

—Estás loca, mujer.—Gruñe saliendo de la cama y se mete al baño.

Me siento en un sofá pequeño que está en la esquina y comienzo a juguetear con el cojín que está en el, lo tiro varias veces hacia arriba y lo atrapo en el aire. Me levanto y me tiro en la cama tapándome la cabeza con la almohada.

Dejo mis pies colgando del borde de la cama y dejo salir un suspiro aburrido. Espero unos minutos en la misma posición pero me termino aburriendo por lo que me siento en la cama viendo hacia la pared.

—¿Por qué mis paredes son más blancas?—Pregunto al aire analizando las paredes.

Suerte que es tener labios sinceros
Para besarte con mas gana.
Suerte que mis pechos sean pequeños
Y no los confundas con montanas.

Canturreo jugueteando con mis manos sobre mi regazo.

—No son precisamente pequeños.—Habla Iván detrás de mi y doy un saltito para mirar hacia atrás.

KILLER TIES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora