capítulo 49

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Dejo a Athena dormida en mi habitación y bajo sin hacer ruido, entro a la cocina y tomo una bolita cubierta de chocolate  que había en una cajita, me cuelgo la mochila en el hombro

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Dejo a Athena dormida en mi habitación y bajo sin hacer ruido, entro a la cocina y tomo una bolita cubierta de chocolate  que había en una cajita, me cuelgo la mochila en el hombro. Doy un respingo cuando Rea aparece en mi campo de visión.

—¿Qué te pasa, loca?—Le miro mal.

—Me asustaste.—De doy una mordida la bolita.—¿Y Kailani?

—No hables con la boca llena.—Me reprende y arrugo mi nariz.

Acabo de hablar con la boca llena.

<<Puerca.>>

—Esta dormida, está acostumbrada al clima de Grecia y el frío de Alemania le tiene en hibernación.—Dejo salir una risa.

—Ya se acostumbrará, debo volver al trabajo.—Miro la caja de bolitas y la cierro.—¿Quieres uno?

—No gracias.—Alzo los hombros.

—Me los llevo todos.—Tomo la caja y salgo de la casa para subir al auto.

En todo el camino me lo paso comiendo las benditas bolitas de chocolate, Rea las trajo y creo que es lo mejor que ha hecho en la vida.

Cuando llego a la central apenas está saliendo el sol, llego a la entrada el guardia me deja pasar. Busco mi lugar y aparco.

Bajo la caja de bolitas y subo a mi oficina, dejo la caja dulces y mi mochila. Salgo de la central y
me dirijo al cuartel y subo hasta la planta donde está mi tropa, mi tropa duerme en tres habitaciones compartidas y en cada una hay diez hombres.

Abro la primera y solo hay dos soldados despiertos y vestidos, les hago señas para que salgan y lo hacen.

—¡Arriba soldados, diez minutos!—Se levantan corriendo balbuceando un "si señor"—Señora, ya volví.—Gruño saliendo de la habitación.

Paso a la siguiente y hago lo mismo al igual que con la última. Quince minutos  después salen todos de las habitaciones.

—A desayunar.—
Bajamos a la primera planta.

Llegamos al comedor y las cocineras aún no han terminado el desayuno, miro el reloj en la pared y sonrío al ver que marca las cuatro de la mañana, apenas y están saliendo los primeros rayos de sol. Les miro bostezar y la otra mitad recuesta su cabeza en la mesa.

—¿Dos meses fuera y ya se les olvidó como trabajamos? Una lástima, voy a tener que volverlos a entrenar.—Digo mirándolos divertida.—¡Despiertense de una vez!—Alzan la cabeza de golpe.—Poco de vagos.

Balbucean algo entre ellos y río divertida.

—Dejen de lloriquear o los voy a dejar en ayunas.—Se callan y recuesto mi cabeza en la silla y cierro mis ojos.

KILLER TIES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora