Perfecta, es la palabra con la que todos describen a la coronel alemana más conocida del mundo, bueno frente a todos no está lejos de serlo.
Es valiente, inteligente y cuidadosa... Pero una misión desatará lo verdaderamente importante de ella, ¿Com...
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—Buenos días.—Saluda Aby mientras entra a la cocina.
Levanto mi cabeza de la isla de la cocina y bostezo, volvimos a casa tarde y apenas son las seis. No tienen nada de buenos días, tengo sueño.
—¿Qué haces despierta?
—La costumbre de levantarme temprano.—Ruedo los ojos tomando de mi jugo de naranja.
—Yo con el sueño que tengo no me levantarían con nada.—Vuelvo a recostar mi cabeza.
—Pues te veo despierta, chiquilla.
—Tengo trabajo, debo man...
—¡Buenos días!—Athena y Iker vienen bajando las escaleras pero me levanto al ver a Athena sobre la espalda de Iker.
—Cielos, Iker cariño, baja con cuidado.—Cuando llegan abajo les saludo a ambos. —Quieren desayuno?
—¡Si!
—No grites, cariño. Están durmiendo.—Asiente y los subo a los taburetes.
Mi brazo duele por la herida pero no he querido tomar nada muy fuerte, solo he tomado un analgésico leve. Les sirvo el desayuno y vuelvo a sentarme, Aby se presenta con ambos niños y Athena le comienza a hablar de algo de su fiesta de cumpleaños.
Me concentro en mis pensamientos mientras ellos comen, tengo la extraña curiosidad de leer mi expediente pero se que eso me afectará y eso es lo que me detiene. No quiero arruinar el día con eso.
—¿Mami podemos hacer una fiesta de piscina hoy?
—Si... no espera, ¿qué?
—¡Fiesta de piscina!—Chilla mirando a Iker.
—Seis de la mañana y ya la cagaste, Jones... genial.—Gruño para mi misma.
—¿Me ayudas, mami?
—Claro, pero dile a Rea ella también querría.—Pide que la baje y lo hago.
Sube corriendo y sonrío divertida, si yo no duermo, ella tampoco. Iker se concentra en su desayuno y hago lo mismo a los minutos Athena baja junto a Rea, este última me mira mal y le sonrío.
—Buenos, días.
—Me mandaste a despertar.
—No, solo le dije que tu le podías ayudar con la fiesta.—Me mira mal pero le sonríe a la niña.
—¿Me puedes ayudar?
—Claro que si, mi niña.—Athena le abraza.
—Gracias. Iker, ¿quieres ayudarnos?
—Está bien.—Vuelve a su desayuno.
Él tiene una prioridad en este momento y dudo que alguien le cambie de opinión, tiene hambre y le entiendo, yo también tenía hasta hace un rato. Me levanto tomando mi mochila para salir de la cocina, justo cuando voy por la puerta Iván se aparece frente a mi.
