Karen, en las Tierras del Sueño - 1

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 Viaje a Ulthar

Cuando Karen cumplió ocho años, Liane Cartman le regaló un gatito. Al comienzo del invierno, la gata tuvo una camada y, a principios de primavera, cuando los gatitos habían cumplido mes y medio, la niña obtuvo uno.

Era un animal precioso: de color blanco, con una mancha negra sobre sus ojos que hacía parecer como si usara un antifaz. Le gustaba jugar con una pequeña bola de estambre negra sobre la pequeña cesta, que utilizaba como cama. Kenny había conseguido la canasta en el vertedero municipal y la había arreglado para que el gatito pudiera dormir sus siestas.

Karen estaba feliz con su gatito, a pesar de que su madre se había molestado. Ya tenían suficientes problemas para apañárselas para comer mínimo dos veces al día –algunas veces–, como para añadir ahora un gato. Kenny había saltado en su defensa. No tenían nada que objetar, considerando que gastan más de la mitad del ingreso familiar en alcohol y drogas. Se ganó un mes de castigo por eso, algo que asumió con orgullo. Si ellos no cuidaban de Karen, era su deber asumir la responsabilidad.

Kenny le daba parte de lo que ganaba con pequeños empleos –ayudar a cargar las bolsas con víveres a las ancianas en el mercado, palear la nieve, reparar cercas durante la primavera y el verano– para que comprara comida para el gatito. Karen algunas veces iba a ayudarle, aunque él se negaba, diciendo que ella debía de disfrutar su infancia. Sin embargo, ¿cómo hacerlo, si su propio hermano no disfrutaba de la suya? Al menos si ella le ayudaba podía acabar más temprano y entonces los dos podrían jugar.

Una tarde, al volver de la escuela, encontró a su gatito sobre su cesta respirando pesadamente. Cuando acarició su cabeza, trató de alzarla y lamer su mano; pero no tenía fuerzas para hacerlo. Estaba muriendo.

Kenny gastó lo que estaba ahorrando para las vacaciones de verano para pagar una consulta con el veterinario.

Alguien había envenenado al gatito.

Kenny, muy molesto, salió por la noche como Mysterion en busca de quien había sido el culpable. Resultó ser esa niña abusiva de sexto grado, quien últimamente estaba metiéndose mucho con Karen. Al parecer, tras faltar a la escuela, vio al gatito jugando fuera de la casa de los McCormick y aprovecho para darle pescado en mal estado. Mysterion se encargó de que pagara por su crimen.

Incluso cuando Kenny había hecho justicia, Karen sabía que, tarde o temprano, ella volvería para acabar con el trabajo. No podrían proteger siempre a su pequeño gatito. Tenía que ponerlo a salvo. Y ella conocía un lugar donde su mascota podría vivir y desarrollarse de forma segura. Aunque eso significaba que no estaría más en casa, por lo que se consolaba al saber que podría visitarlo siempre que quisiera.

Tomando con fuerza entre sus manos la Llave de Plata que el profesor Carter le había dado, esa noche, con su gatito durmiendo en su regazo, se dirigió en sueños a los setenta y dos escalones que conducían a las Puertas del Sueño Profundo y se adentró en las Tierras del Sueño.

- ULP -

Karen caminó por las abarrotadas calles de Celephaïs, la ciudad turquesa por la que el tiempo jamás pasa, rumbo a su fabuloso puerto. Con su gatito fuertemente abrazado y con la Llave de Plata dentro de su bolsillo, se sentía más segura allí que en cualquier sitio del mundo vigil. Las calles, como siempre en los días de mercado, estaban llenas de viajeros que venían de todas partes de las Tierras del Sueño, en busca de las riquezas que llegaban allí desde las regiones más distantes; mientras otros subían en procesión hasta el templo de Nath-Horthath, dedicado a los Grandes Dioses de los Sueños.

Llegó al muelle, donde las galeras grandes y pequeñas llegaban y se marchaban hacia todos los puertos de las Tierras del Sueño, y en especial hacia el cielo, a la ciudad de Serannian, ubicada en las nubes. Se detuvo cerca de dónde un hombre viejo, vestido con túnicas plateadas y un gran turbante blanco, anunciaba su mercancía: perfumes y joyas traídas de la ciudad de Baharna, capital de la Isla de Oriab, ubicada en el mar Meridional.

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