Descenso a la locura

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I. La biblioteca inaccesible

Arkham, Massachusetts, era una ciudad a orillas del río Miskatonic. Se ubicada en el condado de Essex; a pocos kilómetros al noreste de Salem. Esto último fue un factor clave en su historia y el desarrollo de los acontecimientos que voy a narrar, puesto que esa cercanía la convirtió en refugio de hombres y mujeres que pretendían escapar de los juicios por brujería de 1692; aunque a muchas de esas personas las arrestaron de todas maneras. Por supuesto, los lugareños no eran partidarios de exaltar dicho pasado. Preferían centrarse en hechos más loables para su ciudad, como el hecho de ser el hogar de la Universidad de Miskatonic: una de las más antiguas de Estados Unidos, fundada en el siglo XVII.

Además, la ciudad era muy atrayente para los estudiantes de arquitectura y arte, puesto que conservaba gran parte de su arquitectura colonial; incluso ya muy entrado el siglo XX. La mayor parte de los edificios de su centro histórico habían sido construidos a lo largo del siglo XVIII, con una arquitectura de estilo gótico. Las torretas, los arcos y los ventanales abundaban en las construcciones de piedra, junto con tejados de estilo holandés en las de madera. Las casas de estilo más moderno no eran muy bien vistas. Viejas mansiones coloniales dominaban el centro de la ciudad a ambos lados del río. Incluso el estadio deportivo de la Universidad, construido durante las primeras décadas del siglo XX, y que en años recientes había recibido una remodelación a gran escala, había sido hecho con piedra oscura y amplios arcos para no desentonar con la universidad que le daba casa; igual la fachada del gimnasio y de la piscina olímpica.

Pero, ante todo, Arkham era una ciudad de rumores y supersticiones. Las viejas leyendas estaban vivas aquí como en pocos lugares de Estados Unidos. Su reputación de ser sede de brujería y chamanismo la precedía, incluso llegando a tocar a la universidad, su gran orgullo; sin embargo, siempre como un rumor a voces. Nadie lo hablaba en voz alta.

Se decía, por ejemplo, que, en ciertas noches del año, durante el Walpurgis en abril y el Samhain en octubre, era común que los niños se perdieran y nunca más se volvía a saber de ellos.

No obstante, es pertinente preguntar: ¿eran en realidad meras supersticiones?

Los rumores de brujas entre las gentes del muelle no habían muerto, ni siquiera cuando la vieja Casa de la Bruja había sido derribada en la década de los treinta. Se decía que los llantos de los recién nacidos sacrificados eran ignorados en las calles, esto por el miedo que todos tenían a decir algo. Porque en esta ciudad todos sabían que, si tu hijo desaparecía en una de las noches malditas, no importaría la denuncia policiaca. Jamás lo volverías a ver; ni vivo ni muerto.

¿No decían que habían encontrado una rata con cabeza humana en las ruinas de la Casa de la Bruja? Sí, la respuesta era un rotundo sí; pero, nuevamente, nadie lo confirmaría más que como una vieja leyenda... incluso cuando sabían que había sido puesta en formol y guardada en la facultad de biología de la universidad, donde no pocos estudiantes la habían visto. Eso había pasado muchas décadas atrás y, como todo en Arkham, se ocultaba tras las supersticiones y los rumores que nadie tomaría como una afirmación; aunque sabían que era cierto.

¿Sabía la gente de las extrañas reuniones de encapuchados en la iglesia de la esquina de Parsonage con Lich? Sí, por supuesto que lo sabían. Hace falta ser ciego para no darse cuenta. Pero, el hecho es que, guardar silencio es casi un arte en esta ciudad.

Y ahora, allá, en la vieja mansión colonial de los McElroy, en la colina Evergreen, algo está por suceder.

- ULP -

El día tres de junio de 1973 fue un domingo lluvioso en Arkham. En la estación del tren había un niño de aspecto frágil, piel pálida y cabellera corta de color negro. Vestía con un traje gris de aspecto sombrío, adecuado para la atmósfera habitual de una ciudad como aquella.

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