Capítulo 6.

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La ingratitud es hija de la soberbia.

—Miguel de Cervantes.

—Miguel de Cervantes

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Hamburgo, Alemania.

Mi padre aún seguía con la estúpida idea de querer casarme con esa mujer. No sé quién es, no sé de dónde viene al igual que su familia.

No puedo dejar que mi reputación se vaya a la mierda, quiera o no, tengo que casarme con ella, es eso, o perder por completo mi trono. 

Mis padres siempre me criaron con lo mejor y así seguirá siendo. Fui un niño al que le dieron todo y así seguirá siendo hasta el día de muerte.

Trabajé para obtener el puesto de Rey, mi padre así me lo enseñó, que siempre debía ir por lo grande y siempre ganar, su crianza fue de mano dura y exigencias para que jamás cometiese algún error. Pero al crecer y ser un adolescente ya mis intereses se fueron a las fiestas y las chicas, siempre fui así, un hombre de mala reputación como dice la Maldita prensa de este país. No tengo la culpa de querer un poco de libertad detrás de estos muros que me tienen loco.

Cuando al fin me centre en mi objetivo, dejé las fiestas atrás y me concentré en perfeccionar mis habilidades, siempre fui el primero en mi clase y el más destacado en todos los deportes y actividades extracurriculares. Se hablar cinco idiomas a la perfección, se equitación, esgrima, defensa personal y armamento entre otras cualidades, no hay nada que yo no sepa hacer a la perfección.

—Alteza, su caballo está listo.

Me anuncio Polio, el entrenador de mi hermoso caballo negro pura sangre, fue un regalo de mi padre cuando era adolescente y mi buen amigo aún era todo un semental.

—Hola amigo —acaricié el largo cabello de Maximus, mi hermoso caballo—, hoy iremos de paseo.

Me subí a Maximus para empezar a cabalgar por todo el palacio, me gustaba hacerlo ya que siempre me imaginé yo mandando sobre todo esto, teniendo muchas personas a mi disposición, algo digno de un Fischer.

A lo lejos ví muchos camiones, estaban bajando muchos muebles, mi madre estaba dando órdenes junto a otra mujer y un hombre, me acerqué a ella y dejé a Maximus amarrado a la fuente.

—Madre ¿Qué sucede aquí?

—Querido —besó mi mejilla—, vamos a decorar este pequeño palacio —sonrió—, aquí vivirás con tu esposa.

—¡¿Qué?! —exclame, estaba sin poder creerlo. 

La tomé de la mano y la aleje de esas personas.

La Prometida del Rey. [+18] -Finalizada-✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora