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Aidan Gallagher

Estoy en el auto de mi padre que está en movimiento, estámos en camino a nuestra nueva casa.

Estoy algo feliz.

Pues es un cambio de ciudad y quizá sea difícil y complicado adaptarme a nuevas cosas, nueva ciudad, nueva casa, nuevo colegio, nuevas personas; soy un poco social pero no sé cómo sean las personas aquí.

Estoy feliz porque nos mudamos a una nueva casa, y como mis padres me cambiaron de colegio, quizá aquí si tenga algunos amigos, ya que en el otro no tuve.

Todos los chicos eran de esos riquillos, y mis padres no están mal económicamente, pero a mí no me gustaba ser como ellos, yo no hacía de menos a las demás personas que no están a nuestro nivel económico. Pero ellos si, por eso no les agradé, pero no me importa, no iba a hacer eso solo para agradarle a los demás.

Así que estoy bien con el cambio de colegio, bueno, si los chicos no son igual que los otros; pero estoy algo nervioso porque ya me había acostumbrado a el lugar donde vivíamos anteriormente, y venir a este lugar será un poco complicado...

Después de un buen tiempo llegamos a nuestra nueva casa, es linda, al menos por fuera es bastante linda, pero estoy nervioso, no sé por qué pero lo estoy.

Mis padres salieron de primero del auto y yo me quedé adentro, traté de calmar mis nervios y salí.

Abrí la puerta y cuando estaba saliendo voltee hacia alfrente, y vi a una chica linda que llevaba unas bolsas en sus manos. —¿Quién es ella padres?—, les pregunté viendola, ellos me voltearon a ver y dirigieron su vista hacia donde estaba la mía y sonríeron, ella caminó hacia la puerta de la que creo que es su casa, entró y la perdí de vista, —creo que esto tiene algo interesante— pensé al ver que es nuestra vecina.

—No lo sé hijo, lo único que sé, es que es nuestra vecina, y puedes hablarle en cualquier momento —me dijo mi padre con una sonrisa en su rostro, yo seguía viendo hacia alfrente y se me hizo presente un leve sonrojo en mis mejillas.

—Por ahora vamos adentro, tú tendrás tiempo para la vecina después, ahora hay que ver la casa mientras esperamos el camión de la mudanza —volvió a hablar mi padre haciendo que mi sonrojo se hiciera más notable, pero doy gracias a que ellos no lo vieron porque caminaron hacia la puerta de la casa.

Salí de ese trance en el que estaba, cerré la puerta del auto y entré a la casa con mis padres.

La casa por fuera era linda, pero por dentro era aún más linda, puedo decir que era perfecta, es grande y espaciosa.

Recorrimos toda la casa, arriba y abajo, y en eso llegó el camión de la mudanza, unos señores nos ayudaron a bajar las cosas, y yo también ayudé.

Cuando ya teníamos todas nuestras cosas dentro de la casa comenzamos a acomodarlas, no terminamos por completo, pero acomodamos lo más importante.

Ya era la una de la tarde y mis padres y yo teníamos hambre, así que fuimos a un restaurante.

Almorzamos allí y después regresamos a nuestra nueva casa, mis padres se fueron a su habitación para descansar, y yo igual, estaba tocando mi guitarra pero, vi por mi ventana que los vecinos tenían una casa del árbol.

Y no lo había visto antes porque lo único que no recorrí fue el patio trasero. Así que salí, el patio era grande, bueno medio grande, pero estaba bien, en lo que me consentré más fue en la linda casita que se encontraba en el árbol que estaba en el patio de los vecinos.

Me quedé observandola unos segundos cuando vi otra vez a la linda chica de la entrada salir de su casa. Ella se dirigió hacia el árbol algo apresurada, y vi que estaba tan metida en su mente que ni notó mi presencia.

Ella subió a la casa del árbol y entró, se tardó unos segundos ahí y luego volvió a salir, estaba bajando la escalera y ya le faltaban sólo dos escalónes para bajar cuando yo hablé diciendo —Hola— y la asusté haciendo que se cayera.

Ella se quejó con un —¡Auch!— y yo lo único que hice fue reírme, pero me sentí mal así que le pedí disculpas aunque no pude contener mi risa, así que se las pedí entre risas. —Lo siento, no era mi intención asustarte —le dije, pero creo que no me escuchó.

Ella se paró y volteó a verme, y vi que realmente era linda, su cabello, sus ojos, sus labios, su piel, todo su cuerpo era bello, es un poco más baja que yo, se me quedó viendo sorprendida por tres segundos al igual que yo y después me vió con una cara de amargada y dijo algo como: —Ja, ya quiero ver la reacción de mi madre y de el tonto de mi amigo al ver a el hijo guapo de los vecinos— no entendí porqué dijo eso, pero en lo único que pude pensar es que su voz era linda, y que ella consideraba que era guapo.

Caminó a la parte de atrás del árbol donde se encontraba su casa, yo la seguí desde mi patio, parecía buscar algo, yo decidí presentarme —Me llamo Aidan Gallagher, y por si no te habías dado cuenta, soy tu nuevo vecino —le dije amablemente esperando a que hablara pero creo que no me escuchó otra vez.

—¿Tú cómo te llamas? —pregunté para ver si está vez si me contestaba, pero no, parecía que me estaba ignorando, ¿o era sorda?

—Veo que estás buscando algo, ¿Puedo saber qué es?, y talvez pueda ayudarte —volví a hablar pero al parecer no volvió a escucharme— hey, hola —agité mi mano diciendo"hola" para ver si así, si se daba cuenta de que le estaba hablando, pero ni así, creo que si está sorda— ¿me escuchas?... —pregunté, aúnque era algo tonto porque si era sorda ¿cómo me iba a contestar?— Bueno al parecer eres sorda —le dije, talvez me estaba ignorando, y quizá hacerla enojar la haga hablar.

—Pero si eres sorda, ¿por qué te asustaste y te caíste cuando dije hola?, si no me escuchas —dije como que no entendía, pero entre risas por recordar su caída.

—No, no soy sorda —volteó a verme molesta y se acerco— pero desearía serlo en este momento para no escuchar tu patética voz y tus tontas burlas por mi caída, de la cual, tú eres el culpable, así que si me permites voy a continuar con lo que estaba haciendo —dijo algo molesta y me sonrió sarcásticamente.

—¡Uy!, pero que gruñona —dije burlonamente y después sonreí.

—Si, como digas —empezó a caminar hacia su casa y caminé con ella.

—Fue un gusto conocerte —dije feliz.

—No puedo decir lo mismo —habló seria y sin importancia.

—Espero volverte a ver —hablé esperanzado, porque aunque me haya hablado de esa forma, aún quería verla otra vez, y quizá sólo estaba molesta por algo que le pasó.

—Espero que no —ya estaba cerca de la puerta.

—Pues ahora somos vecinos, en cualquier momento nos volveremos a ver —dije aún feliz.

—Entonces tendré que mudarme —entró a su casa dejándome ahí solo, no me importó la manera en la que me habló, sólo podía pensar en que era bastante linda...

La Casa del ÁrbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora