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Luego de haberme sentido indignada con mi padre sentí que mi teléfono volvió a vibrar, era Aidan. Lo tomé y encendí la pantalla, y sí, era el mismo número; —aún no lo había registrado— me metí al chat y decía:

—Noah ya te dijo ¿Verdad?

Sabía que se refería a que Noah ya me había dicho que le dio mi número, así que le respondí:

—Sí, ya me lo dijo, ¿que no tengo el mejor amigo del mundo?

—Claro, tonto Noah —respondió.
—¿Qué haces?

—Solo como pizza mientras veo una película con mis padres, ¿y tú?

—Pues yo estoy muy aburrido en mi habitación viendo televisión, ¿no me quieres invitar?

—Claro, sáltate la cerca y entra por la puerta trasera —bromeé, mientras sonreía.

—Ja-ja —contestó sarcástico.
—La tarde de hoy estuvo genial, ¿no lo crees?

—No, tú estuviste ahí todo el tiempo, así que no —volví a bromear.

—Rompiste mi corazón —escribió, junto con un emoji con una lágrima en el ojo.

—No seas dramático —exclamé.

—Estaba bromeando —aclaró.

—Yo también estaba bromeando, me la pasé genial —sinceré— ¿ya viste lo que hizo Noah?

—No, ¿Qué hizo? —preguntó con cierta preocupación.

—Mira —le mandé la foto que nos tomó Noah en la tarde —cuando casi me caigo—.

—Te ves tan adorable —comentó— niégame que nos vemos bien juntos.

—Pues... Te lo niego, no nos vemos bien juntos —expresé.

—Claro que sí —declaró.

—No, claro que no —contradije.

—Bien, di lo que quieras, yo seguiré pensando en que sí —indicó.

—Pues... Bien, piensa lo que quieras —respondí, un poco molesta, y mandé un emoji rodando los ojos.

—_____, no te enojes, solo bromeaba —admitió.

—Ok, pero no sigas de necio con eso —pedí.

—Ok, ya basta de bromear con eso —declaró.

—Sí, y buenas noches Aidan, te veo mañana, me tengo que ir, ya tengo sueño —me despedí.

—Igualmente para ti _____, que descanses, te veo mañana, adiós —se despidió él. Le contesté con un emoji de un puñito con el pulgar arriba, lo vio y ahí quedó todo.

Registré su número en mi teléfono y lo archivé como "el vecino guapo". Apagué mi teléfono y volteé a ver a mis padres, estaban dormidos uno con la cabeza encima del otro, me dio ternura, me terminé de comer mi rebanada de pizza mientras terminaba la película.

Luego cuando acabó llevé la pizza a la cocina, subí a la habitación de mis padres por una cobija y bajé a taparlos; se veían tan cansados que no los quise despertar, aunque mañana al despertar no iban a despertar muy descansados, pero bueno, apagué la televisión y subí a mi habitación, me lavé los dientes, puse a cargar mi teléfono y me acosté a dormir.

Estaba ya casi quedandome dormida cuando escuché unos maullidos que venían del patio, abrí los ojos y me quedé escuchando si se volvían a oír, y luego abrí los ojos a más no poder al recordarme de Summer.

Salí lo más rápido que pude de la cama y luego de mi habitación, bajé las escaleras y me dirigí a la puerta trasera. Y ahí estaba mi pobre Summer llorando como un gatito indefenso, le abrí la puerta y la dejé pasar, y ella comenzó a frotarse en mi pié mientras ronroneaba.

La cargué y la llevé a la cocina para darle de comer, le serví su comida y esperé a que terminara, y en lo que lo hacía la acariciaba mientras le decía algunas palabras bonitas.

Luego de unos minutos terminó y me la llevé a mi habitación, me metí entre las sábanas y a ella la dejé a un lado mío. Y entonces volví a cerrar los ojos y después de unos minutos ya me estaba quedando dormida de nuevo.

《•••》

Al día siguiente justo cuando estaba abriendo los ojos sonó mi alarma, la apagué y me senté a la orilla de la cama para despertarme bien, volteé hacia atrás mío y ahí estaba Summer estirándose mientras bostezaba, llegó a mi lado y se sentó junto a mí.

Me dio ternura y la comencé a acariciar, luego se bajó de la cama y caminó hacia la puerta; —señal de que quería salir—, me levanté de la cama y le abrí la puerta, vi como salió y la cerré. Fui al baño y me metí a bañar, cuando salí me puse el uniforme del colegio y me alisté.

Después bajé a la cocina y ahí encontré a mis padres y a Summer, mi padre sentado en la mesa, mi madre sirviendo el desayuno y Summer comiéndose su desayuno, entré, dije buenos días y me senté.

Luego mi madre puso un plato delante de mí con comida y un vaso de jugo de naranja.

Comencé a desayunar tranquila mientras platicaba con mis padres, al terminar llevé mi plato y mi vaso al lava trastes y los iba a lavar, pero mi madre me dijo que no, entonces subí a mi habitación y me fui a cepillar los dientes, salí, agarré mi mochila, mi teléfono y mis llaves y bajé al primer piso. Donde mis padres ya me esperaban listos para irnos.

Salimos de la casa y yo iba directo a subirme al carro pero mi madre me detuvo.

—_____, espera —dijo mi madre.

—¿Qué pasa? —volteé a verla extrañada.

—Hoy no te llevaremos nosotros —respondió.

—Entonces ¿Quién lo hará? —pregunté.

—Lo hará Aidan —dijo, y justo llegó.

—Buenos días —habló Aidan llegando.

—Buenos días, Aidan —le contestó mi madre saludándolo con un beso en la mejilla.

—Buenos días señora Jonhson —dijo y sonrió.

—¿Por qué me vas a llevar tú? —le pregunté a Aidan.

—Porque tengo un plan para después de clases y necesito un carro, así que le pedí prestado el suyo a mis padres y los tuyos los llevarán al trabajo. Así que andando —ordenó.

—Ok —asentí— adiós padres —me despedí de ellos con un beso en la mejilla. Y luego caminé junto a Aidan hacia el carro de sus padres.

—¡Hola! Buenos días linda —me saludó la madre de Aidan saliendo de su casa, con un beso en la mejilla.

—Buenos días señora Lauren —saludé amablemente.

—¡Hola! Buenos días —salió detrás el padre de Aidan.

—Buenos días, señor Rob —saludé otra vez.

—Que tengan un lindo día chicos, ¡y que les vaya bien en las clases! —se despidió Lauren yéndose.

—¡Gracias! —respondimos Aidan y yo.

Aidan rodeó el carro y llegó a la puerta del copiloto y la abrió.

—Súbete —ordenó con una sonrisa.

—Oh, claro —dije y caminé hacia él. Me subí al carro y cerró la puerta. Le dió la vuelta al carro y se subió al asiento del conductor. Encendió el carro y comenzó a conducir hacia la escuela.

—Pasaremos a traer a Noah, ya le dije —habló.

—Ok —contesté. Y nos quedamos en silencio.

—Y bueno, ¿A dónde nos piensas llevar? —volví a hablar— Porque también te vas a llevar a Noah ¿Verdad?

—Sí, también lo llevaremos, pero no te diré a dónde —respondió. Y Bufé.

—¿Por qué? —pregunté haciendo puchero.

—Porque no —gruñó. Y lo voltee a ver con los ojos entre cerrados, y él solo sonrió.

—Como quieras —bufé y me acomodé en mi lugar viendo hacia adelante.

—Ya, no te enojes, lo sabrás después de clases —dijo y cruzó una esquina.

La Casa del ÁrbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora