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Ya habían pasado más de "cinco" minutos y Noah no quería dejar al bebé, le hice muchas señas de que ya nos fuéramos pero unas no las vio, otras no las entendió y otras la ignoró y me hizo caras.

Ya me había aburrido al igual que Aidan y me quería ir, pero Aidan aunque estaba aburrido no decía nada ni lo de mostraba, pero yo sabía que si estaba aburrido, aunque si le hizo cariñitos al niño unos minutos, pero luego se aburrió.

No entiendo que es lo que Noah encuentra divertido en un bebé, yo ni loca lo toqué, la mamá sólo veía que Noah y Aidan lo acariciaban y le hablaban y yo no, y lo único que hice fue sonreírle, y me preguntó si me gustaban los bebés, y no tuve otra opción que decirle que no, que tal le decía que si y me lo daba para que lo cargara, no, no quería eso, pero ella lo entendió.

—Bueno, lo sentimos pero creo que ya le quitamos mucho de su tiempo y ya tenemos que irnos —le hablé a la doña amablemente y le sonreí.

—No hay problema... —la doña no pudo terminar por el mal educado de Naoh.

—¡Pero ____!, ¿Por qué tenemos que irnos ya? —habló como un niño berrinchudo.

—Noah, creo que hasta ya fastidiaste al niño, ya vámonos —le dije seria.

—¡No _____! Un rato más, por favor —hizo un puchero.

—No, Noah, ¿ves porqué no quería dejarte venir?

—¡Pero _____!

—Noah, ¿recuerdas lo que teníamos planeado?

—¡Ash! Está bien —bufó— adiós bebé, adiós bebé —le habló como un retrasado al bebé— adiós señora, gracias por dejarme acariciar a su lindo bebé, pero ya ve a la amargada de mi amiga que dice que ya nos tenemos que ir —le habló a la señora y yo sólo lo miré mal.

—No te preocupes, no hay problema —respondió la señora amable.

—Nos vemos, que tenga buen día —me despedí yo de la señora.

—Igualmente para ti linda —me contestó.

—Que tenga un lindo día —se despidió Aidan.

—Que les vaya bien chicos —dijo la señora.

—¡Gracias! —respondimos los tres al unísono.

Caminamos alejándonos de la señora para ir a una heladería.

—¿Ves porqué no te quería dejar ir Noah? —le reclamé.

—¡Ay _____! Tú siempre eres así cada vez que encontramos a un bebé, siempre me regañas y no dejas que lo vea —se quejó.

—Porque luego no lo quieres dejar y yo me eburro viéndote jugar con él.

—Pero yo no tengo la culpa de que seas una amargada y no te gusten los bebés —me sacó la lengua.

—Eres un mocoso —le dije y también le saqué la lengua.

—Y tú eres una amargada —me insultó de vuelta y me volvió a sacar la lengua.

—Mocoso —dije.

—Amargada —dijo él.

—Mocoso.

—Amargada.

—Mocoso, mocoso.

—Amargada, amargada.

—Mocoso, mocoso, mocoso.

—Amargada, amargada, amargada.

—Mocoso.

—Amargada.

—Infantiles —habló Aidan, lo volteamos a ver enarcando una ceja y nos pusimos a reír los tres.

Llegamos a nuestra heladería favorita y entramos, nos atendió una señorita muy linda que se le quedó viendo a Aidan, ¡uuuhh!, pedimos nuestros helados, pagamos y luego salimos.

—¿Viste cómo te veía esa chica, Gallagher? —alcé mis cejas pícara y lamí mi helado.

—Sí, pero no me interesa —lamió su helado.

—Claramente, porque la que te interesa es otra —Noah iba en medio de Aidan y yo, se quitó de ahí, se pasó a mi lado derecho empujándome y haciendo que choque leve con Aidan, dejándome en medio de ellos dos, y lo voltee a ver mal mientras lamía mi helado.

—Estúpido —le susurré.

—Yo también te quiero —dijo Noah, del mismo modo.

—¿Y bueno, qué piensan hacer el resto del día o después de acabarnos el helado? —preguntó Aidan restándole importancia a lo ocurrido.

—Pues, no lo sé, pregúntale a Noah, él es el que planeó esto —contesté.

—Pues, yo pensaba... —se quedó pensando— ¡¿Qué tal si vamos al lago?! —dijo.

—Mhmm... ¿Al lago...? No lo sé, ¿qué opinas Aidan? —lo voltee a ver, esperando una respuesta, mientras me seguía comiendo mi helado.

—Bueno, yo no sé dónde, ni cómo es el lago —respondió.

—¡Es muy lindo! ¿quieres ir? —le preguntó Noah y lamió su helado.

—Ok, está bien, todavía es temprano —vió hacia el cielo.

—Ok, entonces andando —dijo Noah y apresuró su paso dejándonos atrás.

Aidan y yo caminamos detrás de él, y después de un rato caminando sin que ninguno de los dos se dignara a pronunciar una palabra y después de habernos acabado nuestro helado, Aidan fue el primero en hablar.

—¿Desde cuándo lo conoces? —preguntó Aidan.

—Perdón, ¿Me hablaste? —dije volteando a verlo. No estaba prestando atención a la realidad, andaba divagando en mis pensamientos cuando me habló.

—Noah, ¿desde cuándo lo conoces?

—¡Ah!, desde que estábamos en el Kinder —respondí— desde ahí nos hicimos mejores amigos, luego nuestros padres se encargaron de ponernos en los mismos colegios hasta ahora, y hemos sido inseparables desde entonces.

—Es un chico increíble... —espetó— claramente lo digo como amigos —aclaró rápidamente un poco nervioso. Y reí, unas cuantas carcajadas.

—Sí, lo sé, Y tú... ¿Tienes amigos? —titubeé.

—Los tuve, pero no eran tan buenos amigos, sólo porque siempre me invitaban a beber alcohol, fumar y esas cosas, de lo contrario eran buenos amigos, pero los tuve que dejar cuando me cambié de colegio, y ahora Noah y tú, son los únicos con los que he socializado, y también Leslie, nuestra compañera de clase, que me ayudó un poco a ponerme al día.

—Oh, claro, Leslie Hamilton —le pegué levemente con mi codo viéndolo pícara.

—¿Por qué haces esto sabiendo que tú me gustas?, Leslie es solo una "amiga" —expresó haciendo comillas con los dedos.

—¿Y las "comillas"? —dije haciendo comillas con mis dedos también.

—Es solo porque no sé si realmente soy su amigo, ¿ok? —exclamó, un poquito enfadado.

—Ok, está bien, está bien, ya entendí, es que sólo... no puedo creer que te gusto, es todo —balbuceé.

—¿Por qué no lo puedes creer? ¿A caso no te has visto a un espejo para ver que tan bella eres? —soltó sin darse cuenta de lo que decía.

—Aaah... Eeh... No sé qué decir, ¿a caso esto es un cumplido? Porque si lo es gracias —balbuceé nerviosa— y para aclarar si me he visto en un espejo y claro que sé que soy bella —dije arrogante, y Aidan rodó los ojos con una sonrisa en los labios.

La Casa del ÁrbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora