Capítulo 6

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Narra Adriá

Nada me sale bien. He pasado estos días en constante búsqueda de ese desconocido, pero nada, es como si la tierra se lo hubiese tragado. Fuimos a la bendita capilla donde tuvimos que volver en la noche porque el sujeto que nos caso solo laboraba como padre de noche. Al final solo fue una pérdida de tiempo, puesto que su gran excusa fue que cada noche casa a muchísimas personas y que no se acuerda de haber presidido la boda. Aunque presiento que él sabe más de lo que dice saber.

Este asunto esta tomándome demasiado tiempo, y lo único que me está dejando es un estrés crónico. Para completar mi sufrimiento, Duncan no se despega de la rubia esa, ya estoy harta de verlo con ella sosteniendo su brazo. Por lo que he decidido regresar al territorio, puesto que siento que me voy a asfixiar mientras lo vea restregándome a esa mujer en la cara. Con respecto a la búsqueda, he contratado a un detective muy eficiente para que dé con su paradero, y cuanto antes lo consiga mejor.

No puedo dejar que esta situación me sobrepase. Un paso a la vez, no podre caminar si antes no aprendo a gatear, diría mi abuela.

Después de darle la noticia a Duncan de que regresaríamos hoy mismo al territorio, sonrío con descaro y me agradeció, porque ya estaba harto de la rubia. A pesar de no caerme bien, me sentí mal por ella, ninguna mujer merece que la traten de esta manera.

Ya no veo la hora de llegar a mi casa y por lo menos fingir que nada ha pasado, bueno, hasta que dé con Dareck Crane.

***

Han pasado dos semanas y aun no sé nada sobre Dareck, es como si la tierra se lo hubiese tragado. ¿Sera que me casé con un fantasma? Porque no entiendo como el detective no me ha podido dar una pista certera de mi desaparecido esposo.

Cada día que pasa los nervios aumentan, nunca le he mentido a mi padre y aunque para muchos omitir cosas no es mentir, para mí si lo es. Lo que más deseo es contarle lo que sucede, pero mi temor es que no sé cómo lo tomara. Aunque en realidad lo que no quiero ver es esa mirada de decepción, porque nunca le he fallado.

Ay, madre Luz de los demonios, ayúdame a dar con su paradero. Le ruego con el corazón a nuestra diosa para que me ilumine.

Pero mientras eso suceda debo seguir ejerciendo mis responsabilidades para con mi pueblo. Estoy terminando de vestirme para ir a la alta corte, puesto que mi presencia ha sido solicitada, asimismo la de mi padre, aunque no entiendo porque es tan necesaria mi asistencia.

Aliso la falda del vestido negro, me cercioro que no tenga arrugas y que el largo sea el ideal. Busco mi bolso y salgo de mi habitación para ir al encuentro de mi padre, el cual de seguro debe estar en el jardín con mi madre, de lo contrario iré a su oficina.

Cuando bajo las escaleras, tomo el pasillo que conduce hacia la cocina, puesto que para llegar al jardín hay que pasar por ella. Encuentro a mi hermano atiborrándose de galletas de chispas de chocolate, es igual a mi madre con las cosas dulces. Sin perder el tiempo continuo hacia mi destino, donde una vez a fuera mi corazón se emociona al ver la linda escena, mis padres abrazados dándose cariñitos. Espero tener un amor así, que aunque pasen los años nos sigamos amando.

—Hola, par de tortolos—evidencio mi presencia. Ellos solo se ríen.

—Hola, mi amor—mi madre se acerca a abrazarme y besar mi mejilla—¿Cómo esta nuestra princesa?

—Muy bien y un poco nerviosa por la audiencia. —Contesto, mientras aspiro su aroma.

—Tranquila, mi amor. Solo van a hablar sobre el legado, pienso que están contemplando cambiar algunas reglas.

—¿En serio? —asombrada pregunto.

—Sí, princesa. —esta vez es mi padre quien toma la palabra. —Van a discutir el alargar el tiempo de gobierno, quieren abolir el que ha los veinticinco años el sucesor tome el trono.

El legadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora