Narra Dareck
Lo único bueno después de ese fatídico día, fue poder ver a mi familia con bien. Aunque no me estaba gustando el precio que debía pagar, nunca me ha gustado someter a las mujeres a mi voluntad, ni mucho menos violentarlas. Luego de ese día, me siento tan asqueado con mi persona. De haber estado en mis cinco sentidos, nunca la hubiese mancillado. Aunque esto no es excusa para lo que hice.
—Dareck, hermano, ¿Quieres cargar a tu sobrina? —Enger, me extiende a su bebe, quien esta contenta tan solo de verlo.
—Claro. —A pesar, de que mi sobrina tiene siete meses, aun me siento torpe cargándola y los nervios me inundad, porque no quisiera hacerle daño.
—Siento tanto que tuvieras que hacer aquello, para poder asegurarnos la vida. —me miro con tristeza. —No sabes lo impotente que me sentí por no poder proteger a mi familia. A veces siento que no soy digno del amor de Penny y de nuestra hija, Leah.
—Nunca vuelvas a decir eso, Enger. Eres mi hermano y haría lo que fuera por ti, por nuestra pequeña familia de cinco. —dije esto último, mirando a Leah, quien estaba muy sonriente. A veces envidiaba su tranquilidad y el que ignora lo que esta sucediendo a nuestro alrededor.
—Eso es algo que no te puedo prometer. Aunque cada vez que tengo a Leah en mis brazos, o puedo ver su carita hago tantas promesas que no se si pueda llegar a cumplir. —me confeso, a la vez que no despegaba su mirada de su hija.
Si te vieras como te veo yo, tendrías un mejor concepto de ti. —esta vez fue mi momento de confesarme, puesto que admiro la valentía que posee. Ha luchado por lo que quiere y lo sigue haciendo, además de que comparte su felicidad conmigo. Puesto que tener a Leah con nosotros hoy, ha sido una lucha que ha ganado. Pero sé que también, quería poder ver a su mujer, sin embargo, Don no se lo ha permitido porque sé que quiere algo mas de mí y utilizará esto para chantajearme. Esto es algo que me lo callo y no le menciono nada a mi hermano. Puesto que no quiero que se siga sintiendo inferior, puede que físicamente este por encima de él, sin embargo, Enger tiene cualidades que lo engrandecen.
Le devuelvo a su hija, porque sé que merece abrazarla todo el tiempo que dure esta visita. Sonrío, como pocas veces hago cuando veo que Leah besa a mi hermano en la mejilla dejando un rastro de babas. Pero para él este es el mayor gesto de amor de su parte.
Escucho el tocado característico de los leales de Don, observo como mi hermano se tensa, ya que es extraño que nos molesten cuando tenemos una visita ganada, porque nunca nos han regalado nada. Coloco mis manos en sus hombros, tranquilizándolo y señalando que coloque en un lugar seguro a Leah. Mientras hace esto, voy a la puerta a abrir donde encuentro a cuatro guardias, entre ellos, Mario y Ricardo quienes se mantienen alejados de mí, porque saben que me deben una por lo del casino.
—Máquina, Don te manda a llamar. —Escupe, Dillon. Quien siempre ha sido muy directo.
—Entendido. ¿Pero por qué manda a cuatro de ustedes, si con uno y una amenaza es suficiente? —ironizo, tratando de sacar alguna pista. Aunque sé que no obtendré nada, conozco a Dillon, el cual tiene mi respeto en cuanto a lo discreto que es. Sin embargo, Daniel no es así.
—Don, menciono que ya llego el momento de que cumplas y...—recibió un codazo por parte de Dillon.
—¡Cállate, Daniel! ¿Quieres que Don te corte la lengua por hablar de más? —amenazo a Daniel. Quien se puso pálido, al escuchar esas fuertes palabras. —Es mejor que te muevas ahora, Máquina. Mario y Ricardo, se quedarán con tu hermano y tu sobrina.
Aquí vamos otra vez. Sentí en el fondo de mi cabeza, ese susurro inconfundible de mi otra bestia interna. Esa esencia de lobo que corría por mis venas.
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El legado
Fantastik- ¡Te amo Adriá! Dame una oportunidad de ser más que tu amigo. ¡El dilema de mi vida! Tan solo hace unos días deseaba escuchar esta proposición, cuando era libre para tomar la decisión afirmativa que quería darle, pero ya es tarde. ¿Por qué ahora qu...