Narra Adriá
Observo como las luces de la casa parpadean desde la ventana abierta. El ulular de los búhos se mezcla con el silencio tenso que se ha apoderado de mí durante la última hora. Siento mi corazón aun palpitando con la mezcla de nervios y esperanza.
Antes de terminar de subir los escalones hasta la puerta principal, él ya estaba frente a mí, mirándome con una mezcla de arrepentimiento, esperanza y deseo que no puedo ignorar. Me había dado un espacio para aclarar y poner en orden mis pensamientos.
—Lo siento, — murmuró, su voz suave, pero cargada de sinceridad. —Debí haberme sincerado hace tiempo atrás.
Sus ojos se encuentran con los míos, y en ese instante, supe que hay más en juego que simplemente arreglar lo que se había roto. Había una profunda conexión entre nosotros, una promesa de que, a pesar de todo, aún queríamos luchar por lo nuestro.
—Adriá...—Me acerqué a él, mi mano temblando ligeramente al tocar su mejilla. Su piel era cálida bajo mis dedos, y sentí cómo el contacto deshacía las barreras que habíamos levantado. Cuando sus labios encontraron los míos, fue como si el mundo se detuviera por un momento. Fue un beso suave, lleno de dulzura y arrepentimiento, como si estuviéramos intentando recordar la textura de cada emoción que hace poco hemos intentado construir.
Me tomó de la mano y me condujo hacia el sofá. Sentí su respiración acelerada cuando nos tumbamos juntos, nuestros cuerpos encontrándose con una urgencia que no habíamos permitido antes. Cada caricia, cada beso, parecía borrar las cicatrices de nuestras disputas pasadas.
Despojándonos lentamente de las barreras físicas y emocionales que nos habían separado temporalmente, nos dejamos llevar por el deseo compartido y la necesidad de reconectar.
Los movimientos eran suaves, casi como si estuviéramos descubriendo la forma en que nos gustaba ser tocado, buscando recuperar algo que nos una más.
Este hombre esta dominando mi cuerpo con gran maestría, como ya lo hace con mi corazón. Solo con su toque se desvanecía todo, menos él. Ya nuestras ropas habían desaparecido de nuestros cuerpos, y la luz que ilumina la casa baila sobre nosotros.
Estaba desnuda.
Me sentía expuesta y a la vez, irremediablemente suya.
Me sostuvo el cuello, deslizando su mano hasta llegar a mi cabello, de manera que acercó otra vez nuestro rostro, donde nuestras respiraciones se mezclaron. Su otra mano se coló por mis muslos hasta llegar a ese punto que te hace perder la noción de todo. Al sentir su toque no pude evitar gemir. Aún más cuando sentí su dedo empujando dentro de mí.
Apoyé mi cabeza en el sofá, que a duras penas podía contenernos. Me follo con el dedo lentamente, entrando y saliendo, provocando que la presión entre mis piernas aumentara gradualmente. Necesitaba más, mis caderas estaban siguiendo el ritmo marcado por sus dedos. Mientras el placer se enroscaba en lo más profundo de mi vientre.
Antes de que llegara a la cima del placer, su dedo abandonó mi centro rompiendo esa burbuja que se construía en mi bajo vientre. Antes de que ese vacío se extendiera me ordenó algo que no entendí a la primera.
—Envuelve mi cintura con tus piernas—Volvió a pedir, obedeciendo al instante. Se puso en pie, y nos llevó a nuestra habitación. Se sentó en la cama, conmigo a horcajadas sobre su regazo.
Su boca se aferro a mi pecho arrastrando sus dientes por mi sensible pezón, para continuar succionando lentamente.
El palpitar en mi coño me hacia restregarme sobre él.
¡Por favor, Dareck! —No tenia idea lo que estaba pidiendo, pero me sentía en llamas y solo sé que él podía ayudarme.
Cambió nuestra posición, ahora él estaba sobre mí. Su cuerpo cubriendo el mío. Se introdujo suavemente en mi interior llenándome por completo, al principio noté incomodidad y un poco de dolor. Todo esto es nuevo para mí, ya que ni siquiera recuerdo mi primera vez.
Por un instante, simplemente nos quedamos contemplando la mirada del otro.
—Ahora te demostraré que soy tuyo, y tu eres mía. Desde el primer día que nos conocimos y hasta el ultimo aliento de nuestras almas. —Su voz era ronca, y la vibración de su respiración causaba estragos en mi ser.
—Desde antes de nuestra existencia nos pertenecíamos. —termino expresando a su declaración.
Salió de mi interior, y volvió a penetrarme con mas determinación. Aumento el ritmo de sus movimientos, mas fuerte y mas rápido, inundando todo mi ser de necesidad. Dentro de mi se arremolinaba una creciente ola que muy pronto estallaría. Con cada embiste su mirada reclamaba una parte de mí.
Mis manos ascendieron a su cuello, sus labios se apoderaron de los míos justo al mismo tiempo que sus manos descendieron hasta mi trasero y me sostuvo con fuerza mientras su ritmo aumentaba vertiginosamente.
—Dareck. —No pude detener que se me escapara su nombre como un susurro.
Sus dedos continuaban en mi trasero, haciéndome consciente de su tacto y estoy clara que tendré magulladuras. Pero me importa muy poco, mientras él terminé con lo que comenzó.
Sus caderas sin descanso continuo, llevándome al pico mas alto. Podía escuchar el sonido de la carne contra carne. Cada embestida encendía una chispa que estaba logrando consolidar una llamarada incandescente.
Cada suspiro, cada toque, era una forma de decir "te amo" sin palabras. La intimidad se transformó en una danza delicada y a la vez caliente, un recordatorio de que, a pesar de nuestras diferencias, aún había una llama ardiente entre nosotros. En esos momentos de cercanía, todo lo que había sido dolor y separación se disolvió en el calor de nuestro reconciliación.
Poso su cabeza en mi cuello, cuando me estremecí a su alrededor y un grito de llegada al paraíso salió de mi boca. Con otra embestida y siguió el mismo camino que había recorrido con un gemido gutural. Sus embistes se volvieron profundo y lentos, mientras se corría dentro de mí.
Al final, nos quedamos abrazados, nuestras respiraciones entrelazadas en una calma reconfortante. La habitación, antes cargada de tensión, ahora estaba llena de un silencio que hablaba de reconciliación y de un nuevo comienzo. Nos miramos, nuestras sonrisas suavizadas por la comprensión mutua, sabiendo que, aunque el camino no sería siempre fácil, estábamos dispuestos a recorrerlo juntos.
Mi esposo es la mejor adicción que mi cuerpo necesita.
—¿Estas bien? —Elevo su cabeza para no perderse de ninguno de mis gestos.
—Sí. —Declare con una sonrisa. Siendo correspondida por sus brazos estrechándome, ya había abandonado mi trasero.
Acaricio mi mejilla, antes de apoderarse de mis labios. Mi cuerpo vibraba por la adrenalina que experimentamos.
Iré a buscar algo de comer, ya que nuestros cuerpos lo necesitaran. —Expreso antes de ponerse en pie.
—Iré contigo.
—No es necesario. Puedes quedarte, no tardare.
Deje que saliera a buscarnos comida, mientras aproveche para ir al baño. Al ver mi reflejo, no pude evitar sonreír al observar la satisfacción en mi semblante.
No sé que nos deparara el futuro, pero no será nada fácil lo que viene.
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El legado
Fantasia- ¡Te amo Adriá! Dame una oportunidad de ser más que tu amigo. ¡El dilema de mi vida! Tan solo hace unos días deseaba escuchar esta proposición, cuando era libre para tomar la decisión afirmativa que quería darle, pero ya es tarde. ¿Por qué ahora qu...