Capítulo 12

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Narra Adriá

Estos días para mi han sido como un borrón, solo observo desde mi ventana como todo es un caos afuera con la decoración para la fiesta. Me siento como si fuera ajena a todo esto, es como si no fuera yo quien tendrá que andar mostrando felicidad por un matrimonio que ni siquiera recuerdo haber dicho que sí.

Sin embargo, es mi deber mostrarme enamorada de mi extraño esposo. Sé dónde se está quedando después de que lo hayan sacado de la celda. He intentado sin éxito hasta ahora poder entrar a la casa de seguridad donde lo tienen, si conociera como es por dentro podría transportarme. De modo, que me he dado por vencida y esperar verlo esta noche.

Suspiro, porque sé que tendremos que vivir bajo el mismo techo o de lo contrario el pueblo sospechara que hay algo raro. No sé que mi padre tiene planeado. Sin embargo, estos días me han servido para serenarme y pensar con cabeza fría, puesto que necesito descubrir que planea Dareck, de modo que la única manera de lograrlo es conviviendo bajo el mismo techo que él. Por lo que estoy ansiosa por empezar a actuar.

Escucho cuando tocan a la puerta y antes de responder, mi querida amiga entra estrepitosamente en mi habitación. Corre a abrazarme.

—Wao, tus padres están haciendo una mega fiesta.

—¡Uf!, sí, les dije que no quería algo muy vistoso. Pero ya sabes que cuando tienen una idea no hay quien se las quite de la cabeza.

—No es para menos. Estamos hablando de la fiesta de matrimonio de la princesa de los demonios. —Exclama con los ojos abiertos en demasía, como si fuera algo lógico que pensar. —Además, no siempre unos padres celebraran algo como esto. Eres su niña, y ya que no pudieron celebrar tu boda quieren hacer esto por ti.

—Créeme que lo entiende, pero sabes que no me gustan estas cosas. —reflexiono, a la vez que pienso en nuestra ultima fiesta en el territorio cuando escuche a Duncan hablando sobre lo que siente por mí y fue la razón por la cual acepte ir a Las Vegas, sin imaginar todo lo que acontecería.

—Sí, sé que eres antifiesta. Pero eres la heredera de este imperio, lo que quieras o no tendrás que realizar reuniones, fiestas y todo lo que tiene que ver con el protocolo social. —enuncia como siempre que tiene una oportunidad.

—Tengo un plan para eso. Te contratare como asistente, y estarás encargada de organizar todas esas cuestiones, me anunciaras cual son las más importantes para que asista. —Me observa con la boca abierta.

—¡Espera! —grita emocionada, dando salto en su lugar—Voy a hacer tu asistente. —asiento, lo que provoca que siga dando saltos—Créeme que seré la mejor asistente, y que dejaras de ser una ermitaña.

—Recuerda que te contratare para que me evites asistir a todas.

—Tu tranquila, y yo nerviosa. —sonríe con complicidad, y le sigo el juego porque sé que me obligara a asistir a mas de la mitad de los eventos sociales que tanto odio. —Hablando de otra cosa. Ya has visto en persona a tu esposo.

—Sí, lo vi cuando estaba en la celda. Ya sabes cuál. —agrego rápido, antes de que formulara la pregunta. —Pero nadie más que tú y él saben que estaba en esa celda.

—Ok, sabes que soy una tumba. —menciona, mientras coloca su dedo pulgar e índice como si estuviera cerrando un zipper. —Cuéntame, ¿qué harás?

—¿Con mi esposo? —recalco esa palabra que tendré que apropiarme en mi vocabulario—Lo vigilare de cerca. Hasta que no descubra su secreto, y logre ganarse mi confianza no lo perderé de vista. Recuerda la frase: "Mantén cerca a tus amigos, y a tus enemigos aún más cerca".

—Adriá, nunca te he dicho esto. —su mirada seria me hace observarla detenidamente—Tienes una mirada que da miedo, no tanto como la de tu padre, pero ahí vas.

No puedo detener mi carcajada, porque sé el miedo que le produce mi padre a mi amiga.

Pero mi risa muere cuando llegan las maquillistas, y me recuerdan mi plan que pondré en marcha dentro de poco.

Narra Dareck

Pocas veces me siento nervioso como hoy, puesto que tengo que vestir de traje azul marino para aparentar algo que no soy. Además, de mostrarme lo mas cerca a amable que puedo fingir. En pocas palabras ser un hipócrita delante del pueblo para que confíen en mí, porque de una forma u otra soy parte de El legado.

Prefiero mil veces estar luchando cuerpo a cuerpo, o con mi catana favorita, a estar rodeado de este mar de personas. Por el protocolo, maldito, por cierto, estoy parado con el rey demonio mientras me presenta algunos demonios de rango. Sin embargo, aun no hace presencia Adriá. Aunque es algo que no quisiera admitir, pero siento que parte de mi mal humor es porque siento una necesidad de verla y escuchar su suave voz.

Mientras me debato si estos pensamientos son sanos y coherentes, en mi periferia capto la entrada de mi esposa. Quien viene con una sonrisa deslumbrante, pero su mirada la delata, ella no esta más feliz que yo de estar entre este gentío. Como si fuese la señal cuando Adriá llega hasta donde estamos, el rey demonio se acerca a la tarima y la princesa coloca su mano derecha en mi brazo pareciendo tan natural y acostumbrada a ese gesto.

—¡Buenas noches!, para nadie es un secreto el motivo por el cual estamos aquí—comienza su discurso para su gente—Mi querida princesa, hace un mes y dos semanas encontró su pareja destinada en Las Vegas, y como jóvenes al fin, decidieron casarse allí. —Lo dice en tono jocoso, que el pueblo se anima a reír—Nuestro querido Dareck, mi yerno, es un ejecutor muy fuerte que hará que nuestro territorio siga siendo de los mas fuertes. No habíamos hecho posible esta fiesta porque hasta hace dos días que Dareck, se estableció en este territorio. Ya que vivía con su familia en otro lugar, y debía completar un servicio antes de ser parte del nuestro. Pero ya conocerán mas de él, en este momento estamos para celebrar su matrimonio. Seremos testigos de su primer baile como esposos.

Cuando el rey demonio termino de hablar, una música suave comenzó a entonarse. No pierdo el tiempo en querer recordar cual canción es, porque toda mi atención se centra en la mujer que estaba a mi lado. Nos movemos al centro de la pista de baile, y delante de todos los testigos de esta noche comienza nuestros pasos sincronizados. Su mirada esta perdida observando nuestro entorno, pero yo no puedo apartar mi vista de ella. Es la segunda vez que la veo tan de cerca, porque cuando nos casamos ni siquiera recuerdo su rostro. Sin embargo, en este momento puedo contar cuantas pecas tiene, y el color de sus ojos que rivaliza con el cielo. Al tener nuestros cuerpos unidos, me doy cuenta de que soy mas alto de lo que pensaba, a pesar de que lleva tacones su cabeza me llega hasta los hombros.

Con una sonrisa tibia en sus labios levanta su rostro y me observa con detenimiento, puedo ver en su mirada la furia contenida hirviendo dentro de ella. Sonrío, porque me doy cuenta que mi esposa tiene carácter y que solo se está conteniendo porque debe mantener su control a rayas enfrente de su gente.

Parece que esta misión no será nada aburrida. Pienso mientras me deleito en su bello rostro. Cambio mi semblante cuando me doy cuenta de que mi esposa será mi perdición, sino mantengo mi cabeza fría y pienso antes de actuar.

La algarabía del pueblo nos saca de nuestras desafiantes miradas, quienes vociferan a coro: —¡Beso, beso!

—Ni se te ocurra—susurra despacio, Adriá, retándome.

—¿Quién te dijo que deseo besarte? —le susurro de vuelta, viendo el fuego ardiendo en sus ojos. Aprovecho que abre sus labios para responderme, y la silencio con mis labios sellando sus palabras, solo escucho su suspiro cuando su sabor dulce choca con el mío que me motiva a seguir saboreando su dulce boca, sin pausas, sin contención importándome muy poco las personas alrededor.

Aunque en mi mente me acribilla recordándome que no es nuestro primer beso, yo lo siento así. Pero todo pensamiento queda en el olvido cuando su lengua se entrelaza con la mía; el anhelo me llena, pero la prudencia me devuelve a nuestro entorno y con pesadez y con reticencia me separo. Ni siquiera mirare los ojos asesinos de mi suegro, solo me fijo en la mirada aturdida que tiene mi esposa.

Ni siquiera puedo decirle que lo siento, porque el gentío comienza a aplaudir. Si el rey demonio necesitaba que su pueblo creyera en este matrimonio, considero que le hemos dado material para que se inventen sus historias de amor.

El legadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora