Narra Dareck
Al llegar de correr me encontré con el "querido Joa", quien estaba esperándome. Parece que no tenía nada más importante que venir a darme la ronda como se le está haciendo costumbre.
—Prepárate, el rey quiere verte. —enuncia con su habitual seriedad.
—Ok, estaré listo dentro de cinco minutos.
—Que sean tres, niño. —gruñó, mientras me daba la espalda para ir hacia su auto. Se que él tiene la misma gana que tengo yo de golpearlo.
Entre a la casa y subí las escaleras para llegar a mi habitación donde encontré aun durmiendo a la princesa. Sin tiempo que perder fui directo a la ducha, y me vestí en tiempo récord. Sin embargo, haría salirse de sus casillas al viejo demonio.
En la cocina me serví un café y antes de que pudiera terminar de hacer mis tostadas francesas entro como alma que se lleva el diablo, el demonio más exasperante que he tenido el honor de conocer.
Niñito, déjame decirte que no me agradas. Si estuvieras casado con mi hija, te desaparecería de mi vista más rápido de lo que puedas decir uno. —sin siquiera ser adivino podría decir a ciencia cierta que de su nariz podría echar humo de lo furioso que se nota. —Mas te vale mover tu culo hasta mi auto y rogarle a quien sea que te ayude a sobrevivir a mi ira.
—Viejo, déjame decirte que siento lo mismo por ti. Créeme que si estuviera casado con tu hija yo mismo me daría el tiro de gracia. —Me pare enfrente de él, mostrándole que su aura a mi no me provoca miedo y que no retrocedería por muy buen ejecutor que sea. —Moveré mi culo cuando y donde yo quiera. Ahora si me permites prepararle el desayuno a mi querida esposa, te lo agradecería.
Si la miradas mataran estaría hace rato bajo la tierra, pero como hace falta mucho mas que eso. Aunque recordando que la mirada de los demonios te puede consumir el alma, si eres débil y de otra raza. Sin embargo, conmigo no funciona.
—No me hagas perder el tiempo, tengo cosas mas importantes que hacer que estar de niñera. —se dio la vuelta y regreso a su auto.
Termine de preparar el desayuno, y junto con una nota le deje el suyo a la princesa. Tan solo de pensar en la cara que pondrá cuando lo vea, me llena de satisfacción. Sin más que hacer para sacar de quicio al viejito, salí de la casa y me subí a su auto.
—¿A dónde vamos esta vez, viejito?
—¿Podrías callarte? Eres exasperante. —gruño con rabia, mientras encendía el auto y entraba a la carretera. Si no estuviera seguro de que es un demonio podría pensar que me equivoque de raza, y que es un lobo por lo tanto que gruñe a mi alrededor.
...
Estaba sentado frente al rey demonio, quien quería saber que desea el hombre con el que me encontré en la madrugada. No me sorprende que ya supiera de esa breve reunión. Como también sabia que era mejor darle lo que quería en estos momentos.
—No me hablo mucho. Dijo que era bueno percibiendo mi entorno y que Don no se había equivocado conmigo. —Me encogí de hombros, entendiendo que, aunque tenga ese nombre no sabría quién era. Porque ese canalla siempre se ha movido bajo las sombras. —Le pregunte que, si me conocía, lo que afirmo y dijo que estaríamos en contacto. Eso fue todo.
—¿Quién es Don? —indago.
—Mi abuelo. —sentí como el amargo e invasivo nombre corría mis cuerdas vocales y provocaba un asco por asociarme con ese bastardo.
—¿Cómo era este hombre que te intercepto?
No pude fijarme bien en él, pero hay detalles que me parecen interesantes. Puesto que le falta una oreja, y tiene una cicatriz que le recorre desde el ojo derecho hasta la mejilla izquierda y su nariz tiene un extraño ángulo. —Cuando termine de describir a este hombre el semblante del rey y Joa fue de sorpresa.
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El legado
Fantasía- ¡Te amo Adriá! Dame una oportunidad de ser más que tu amigo. ¡El dilema de mi vida! Tan solo hace unos días deseaba escuchar esta proposición, cuando era libre para tomar la decisión afirmativa que quería darle, pero ya es tarde. ¿Por qué ahora qu...