Narra Adriá
Me quedé helada, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Dareck, mi esposo, acababa de revelar la verdad en aquella sala cargada de tensión: no le había dado la sustancia que tanto temía al rey. Todo había sido una estrategia, un plan elaborado junto con mi padre. Un plan del que yo nunca tuve conocimiento, un plan que me había hecho desconfiar, dudar de todo y de todos.
Las palabras de Dareck resonaban en mi mente, pero no lograba comprenderlas del todo. Mi corazón dolía, no por la traición, sino por el hecho de que no había confiado en él. Sentí cómo mis ojos se llenaban de lágrimas, pero me negué a dejarlas salir. No quería que me vieran llorar, no allí, no delante de todos.
Con un movimiento brusco, salí de la sala, casi tropezando con el umbral de la puerta mientras el eco de mis pasos resonaba en el pasillo. Necesitaba aire, espacio, cualquier cosa que me permitiera respirar y pensar con claridad. El pasillo estaba oscuro, frío, como si reflejara el caos interno que sentía en mi pecho.
Finalmente, me detuve junto al jardín que tanto ama mi madre, apretando los puños mientras miraba el cielo nocturno sin realmente verlo. ¿Cómo era posible? ¿Cómo pudieron jugar así con mis emociones? Sentía una profunda tristeza, pero también una rabia creciente. ¿Por qué no me lo habían dicho? ¿Por qué decidieron manipularme de esa manera?
Escuché los pasos de Dareck acercándose, pero no me giré. Él se detuvo a unos metros de distancia, respetando mi espacio, pero sabía que tenía que hablar conmigo.
—Adriá... —su voz era baja, cargada de arrepentimiento—. Lo siento. No quería que te sintieras así, pero no había otra manera de hacerlo. Si te lo hubiera dicho, si te hubieras enterado, todo el plan habría fracasado. Necesitábamos reacciones reales, genuinas... ni siquiera Joa, el hombre más fiel del rey sabía lo que estaba pasando.
Permanecí en silencio durante lo que parecieron minutos eternos. Finalmente, me giré y lo miré directamente a los ojos, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con desbordarse.
—¿Reacciones reales? ¿Eso era lo que querías? —mi voz temblaba, pero me obligué a mantenerla firme—. ¿No pensaste en cómo me haría sentir? ¡Desconfié de ti, Dareck! Creí que... pensé que habías hecho algo terrible. ¿Cómo pudiste hacerme esto sin decirme nada?
Dareck bajó la mirada, y pude ver la culpa reflejada en su rostro.
—Nunca quise que sufrieras, Adriá —dijo con suavidad—. Pero lo hice para protegerte, para protegernos a todos. Tu padre y yo solo queríamos asegurarnos de que el plan funcionara. Sabíamos que, si alguien notaba algo falso, todo se vendría abajo. Pero sé que te lastimé, y eso es lo que más me duele.
Respiré hondo, sintiendo cómo el peso de mis emociones subía y bajaba con mi pecho. Sabía que Dareck no lo había hecho por maldad, sino por desesperación, por miedo. Pero, aun así, me había dolido. Y mucho.
—Me duele que no confiaras en mí —murmuré, sintiendo cómo mi voz se quebraba—. Que no creyeras que podría haber manejado la verdad.
Dareck dio un paso hacia mí, con los ojos llenos de arrepentimiento.
—Sé que fue un error. Pero, por favor, entiende que nunca quise lastimarte. Si pudiera volver atrás, lo haría de otra manera. Solo quiero que sepas que lamento no haberte dicho nada. Te amo, Adriá, y jamás querría que sintieras que no confío en ti.
Lo miré durante un largo rato, luchando con mis emociones. Sabía que lo amaba, y sabía que él me amaba. Sabía que había actuado con las mejores intenciones, aunque el camino que eligió había sido el equivocado.
Finalmente, di un paso hacia él, y aunque las lágrimas aún resbalaban por mis mejillas, hablé con suavidad.
—Te perdono, Dareck. —Solté cuando sentí estas palabras dentro de mí. —Perdóname, por no haber confiado en ti. A pesar de que te había prometido hacerlo. Pero prométeme que nunca más me dejarás fuera de algo así.
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El legado
Fantasía- ¡Te amo Adriá! Dame una oportunidad de ser más que tu amigo. ¡El dilema de mi vida! Tan solo hace unos días deseaba escuchar esta proposición, cuando era libre para tomar la decisión afirmativa que quería darle, pero ya es tarde. ¿Por qué ahora qu...