Los Dos

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EDDIE MUNSON

Estoy afuera de su casa, es realmente linda, aunque me siento mal por no haber estado en el momento que la compró.

Me hubiese gustado acompañarla, no portarme como un imbécil, arruinarlo todo y haberme perdido de un momento tan importante para ella.

—¡Toca! —mi tío gritó desde su auto.

—pero no me grites —respondí haciendo un puchero.

—te esperaré en casa —encendió el auto—, Eddie, inténtalo, no lo arruines.

Asentí rápidamente y me giré de nuevo para quedar de frente a la puerta.

Estaba nervioso, sentía pena, hace un rato la había corrido de la caravana y ahora estaba aquí.

Toqué el timbre, las luces estaban encendidas, escuché unos pequeños pasos acercándose.

—¿Eddie? —frunció el ceño.

—Hola —tragué grueso—, cariño, perdóname, perdóname, por favor —lloriquee.

—pasa —abrió más la puerta—, afuera no.

Hice caso de inmediato, había cajas por todos lados, muebles nuevos, todo era un desastre, pero no pude evitar sonreír.

Mi chica lo había logrado, logró comprar su propia casa, logró ser independiente y me gustaría estar con ella, verla siendo responsable de su propia vida.

—Stella... —me giré para verla.

—Eddie.... —suspiró.

—lamento lo de hace un rato, no me he sentido bien y sé que no eres culpable, pero no podía verte, no después de lo que pasó

—Eddie, estoy bien, no eres culpable de lo que sucedió, fue un accidente —dijo sin ganas.

—pero saliste herida y eso es lo que más me duele.

—¿Sabes que es lo que más me duele a mi? —preguntó con la voz entrecortada.

—no —negué con la cabeza.

—Que casi mueres, por un momento te di por perdido, Eddie —se acercó a mí—, me dio miedo perderte, quedarme sin ti, sin el amor de mi vida, eso —asintió entre lágrimas—, eso es lo que más me duele, y también que me rechazaras, yo solo quería saber si estabas bien, si necesitabas compañía, si me necesitabas, si querías ver a tu chica.

—sí te necesitaba —sorbí mis mocos.

—pero nunca lo dijiste, te alejaste, te alejaste de tus amigos y te alejaste de mí, tú novia.

—lo siento —suspiré.

—cuando estabas en el hospital, pensé que morirías, pero estas vivo, te tengo de frente y no quiero desperdiciar ni un momento más.

Mis ojos comenzaron a humedecerse, sentía un nudo en la garganta, quería llorar, desahogarme.

—no quería verte lastimada —bajé la mirada— y tampoco que me vieras así, lleno de cicatrices y con estos putos yesos.

My Heart | Eddie Munson | Terminada ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora