Capítulo 25

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-¡Por fin en casa!- celebro al aventarme a mi cama.

Prácticamente he volado hacia esta, sin importar si me lastimaba en el trayecto.

Extrañaba esta habitación, por muy raro que aquello sonara. 

Alegre y casi saltando de emoción entre mis sábanas, abrazo contra mí a absolutamente todas mis almohadas, mientras gimoteo de alegría al no sentir más lo revuelto que había tenido el estómago durante las últimas ciento noventa y dos horas.

Muy poco, ¿Verdad?

¿Qué son ciento noventa y dos horas?

¡HABÍAN SIDO UN JODIDO Y COMPLETO CAOS!

Era como si en mi cabeza se hubiera activado todas las alarmas habidas y por haber en el mundo, incluida la del ¡33-12! de los dibujos animados.

Como era de esperarse, esta chica tenía que encontrarse en apuros.

Sería una idea extraordinaria si alguna vez tomara vacaciones y no me estresara en el trayecto. Aquella idea sonaba de maravilla en mi cabeza claro está, pero jamás podría tener las vacaciones más relajantes de mi vida si mi familia me acompañara a estas.

Jamás.

Mi tipo de vacaciones ideal sería aquella en la cual me encontrara sola, rodeada de personas que pudieran hacer lo que yo no, las cuales puedan brindarme masajes, comida y música de mi preferencia. Solo un poco de paz, un lugar en donde solo se pueda oír el reventar de las olas del mar, y no las quejas de los niños, ni mucho menos el molesto actuar de los adultos que sólo se dedican a criticar la vida de los demás. 

Sin duda serían unas vacaciones maravillosas, ya que sería solo yo con mi soledad. 

No entendía cómo es que seguía viva después de haber vacacionado con mi familia en esas ciento noventa y dos horas.

Por supuesto, eso fue un milagro.

En momentos como estos estaría necesitando un trago doble con extra hielo y un poco de menta para sentirme relajada, pero al tener a mi padre en casa y a muy pocos pasos de mi habitación, no podía ir de puntillas por ahí sin que nadie se percatara de que algo tramaba.

Haber sobrevivido y experimentado dicho viaje, sin duda fue como haber asistido a este tipo de trabajos comunitarios en donde conoces a muchas personas que en el trayecto te caen mal. En este caso, esas personas eran mi familia.

Ellos me caían mal.

¡MUY MAL!

Lo cierto es que a estas alturas yo ya debería encontrarme instalada en una habitación de hospital psiquiátrico.

Gracias al cielo no lo estaba.

Para mi buena suerte, había podido soportar a cada uno de los integrantes de mi familia, incluida a mi madre por supuesto.

Fue un arduo trabajo, pero pude lograrlo.

Mi familia era un tanto peculiar, muy bulliciosa, entre un sin fin de adjetivos más. Aquí todos opinaban sobre la vida de los demás, sin importar si sus palabras lastimaban o no.

Sin importar que, estos solo te apuntan con sus dedos acusadores sin siquiera recordar que sus vidas son mucho peores que la vida de las personas que juzgan.

Era tanta la gravedad del asunto, que sentías la presión sobre ti en todo momento al oír sus sermones, e incluso te los imaginabas con grandes ametralladoras en las manos, apuntando y sujetando sin titubear al gatillo en tu dirección, para poco después soltar este y herirte a más no poder con sus miles de balas, las cuales salen disparadas sin freno alguno de sus bocas con dirección a tu corazón.

In My Head (Lisa y tú) (G!p) (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora