Epílogo

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Meses después.

Diciembre 31, Londres - Inglaterra.

-Vale, creo que esto es lo último.- musito, observando un tanto agotada todos los zapatos sobre mi cama para poco después tomar cada uno de estos para guardarlo en sus respectivas bolsas protectoras.

Tenía que ser muy cuidadosa con todas mis cosas, de lo contrario estas se arruinarían y eso era lo que menos deseaba ahora.

-¿Qué harás hoy?- pregunta Yeri muy entusiasmada al notar que muevo mis manos con prisa de aquí a allá.

-¿No se los había contado ya?- pregunto intrigada, buscando con mi mirada el par de uno de mis nuevos mocasines.- Estaba segura de que se los dije en la última llamada la semana pasada.- musito.- ¡Bingo!- celebro al finalmente encontrar dicho par junto a mí bolso de mano.

-Creo que has pasado por alto lo olvidadiza que es nuestra pequeña Yeri.- responde Wendy entre risas, a lo cual la mencionada finge una risotada al sentirse disgustada.

-Esos son síntomas de que estás envejeciendo.- menciona Nayeon en completa serenidad al llevarse otra almendra a su boca.

-¡Hey! Soy la mayor de todas ustedes.- refuto con mis manos sobre mis caderas al verlas a través de la pantalla de mi tv.- Yo no estoy envejeciendo.- me excuso al señalarme a mí misma con mi dedo acusador.- Esto viviendo una de las mejores etapas de mi vida.- miento.- No tengo canas en el cabello y mucho menos arrugas que me indiquen que estoy envejeciendo.

Pero quizás… Sí era cierto, puesto que desde hacía meses atrás traía conmigo un horrendo dolor en toda la zona lumbar, al cual excusaba de alguna u otra manera diciendo que este se debía nada más y nada menos que a las arduas clases de ballet que llevaba durante toda la semana.

A causa de ello ahora tenía los pies destrozados, sin contar las cientos de lesiones que he tenido durante todo este trayecto como aprendiz. A ello tendría que sumarle también mis nuevas actividades, a las cuales he sobrevivido de milagro.

-Yo tampoco estoy envejeciendo.- bufa.- Pero creo que todo esto se debe a la falta de sueño.- musita Yeri, muy avergonzada de tener que admitirlo.- Desde que conseguí empleo, duermo tan solo dos horas al día.- lloriquea, cubriendo su rostro de inmediato con sus antebrazos para que no podamos percatarnos de la apariencia que traía bajo todo ese maquillaje.

-Pobrecilla.- se lamenta Nayeon al sujetar entre sus brazos a su pequeño Kookeu, el cual muerde sus dedos con ímpetu al querer jugar con ella.

Si tan solo Yeri hubiera aceptado mi propuesta, no estaría trabajando en estos momentos en esa horrorosa cafetería.

-¿No podían haber elegido una hora más decente para poder tener esta videoconferencia?- gruñe Jihyo al unirse a la llamada, bostezando con pereza frente a la cámara al todavía encontrarse agotada.

-Jihyo, son las ocho de la mañana.- le recuerda Wendy.

-Y es sábado.- espeta al volver a bostezar.- Odio levantarme temprano los sábados.

-Lamento haber interrumpido tu sueño, Park Jihyo.- respondo burlona, girándome en dirección a mi cama para terminar de empacar.

¿Por qué era tan perezosa?

¿Es que acaso hoy no fue al club?

-Vale, por ti puedo hacer una excepción.- responde alegre.- ¡Oh! ¿Por qué estás empacando?- sin poder creer a qué viene su pregunta, froto mis sienes al no saber qué más hacer con ellas, por lo que en rendición la observo solo a Jihyo con mis cejas levemente arqueadas, logrando que esta sonriera con nerviosismo al ver mi reacción.

In My Head (Lisa y tú) (G!p) (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora